jueves, 28 de junio de 2018

Algunos nuevos (viejos) Bolaños


Golosinas de Roberto Bolaño: La pista de hielo, Amberes, Monsieur Pain y Una novelita lumpen

Supongo que una de las ventajas del cambio de editorial de la obra de Bolaño, de Anagrama a Alfaguara, ha sido reactivar algunos de sus títulos en ediciones de bolsillo, ahora a través de DeBolsillo. No me refiero a Los detectives salvajes o 2666, que nunca han faltado en las estanterías de las librerías, pero sí a algunos libros que habían ido quedando opacados por sus libros más valiosos, lo cual es lógico, pero a veces también por esas novedades póstumas rescatadas del fondo de sus discos duros. Hace algunas semanas entré en una librería y sin pensar en que pudieran existir esos libros nuevos de Bolaño, me encontré con algunos, y me traje para casa un puñado de golosinas: La pista de hielo, Amberes, Monsieur Pain y Una novelita lumpen.

¿Son más legítimos los rescates de libros que él no había querido publicar cuando ya podía publicar lo que quisiera, o de los libros primerizos, aquellos que ganaban certámenes de novela en provincias y que nunca traspasaron la frontera de la literatura menor e invisible? ¿Cuál de esos dos autores es más Bolaño: el cazador de búfalos que salía a ganar dinero con sus escritos por toda la España concursera, o el que escribía y dejaba escondidos esos proyectos que no acababan de satisfacerle? Los dos, sin duda, nos enseñan a un Bolaño en formación, a un autor que algunos años después acabó siendo el que escribió La literatura nazi en América, Estrella distante, Nocturno de Chile, Llamadas telefónicas, Los detectives salvajes y 2666, pero que no lo era.

La pista de hielo ganó el Premio Ciudad de Alcalá de Narrativa en 1993. Para mí es un libro especial porque me relaciona, a través de ese premio que yo gané con un libro de cuentos en 2011, con Bolaño. Pero fuera de esa lectura personal, es una novela menor. No es un libro redondo. Ni mucho menos. Se trata de una historia de amor, engaños, obsesiones y corrupción municipal. Es funcional, va alternando narradores, está escrito por alguien con oficio (Bolaño tenía entonces 40 años y llevaba al menos 20 escribiendo con obsesiva dedicación), pero no es una obra de primera, ni casi de segunda. Tres años después Bolaño ganaría el Herralde con Los detectives salvajes, y antes de esta novela ya habría publicado Llamadas telefónicas y La literatura nazi en América, así que quizá La pista de hielo fue el último de sus libros menores. Pero, y esta es la clase de pregunta que quiero dejar abierta, ¿es mejor La pista de hielo que El tercer Reich, que debe ser de la misma época, tiene la misma consistencia narrativa, o quizá alguna menos? No se llevan mucho en cuanto a su calidad ni empaque. Y quizá La pista de hielo retrata al Bolaño más real, al escritor que estaba siendo a principios de los 90, el que buscaba si no el reconocimiento, al menos el dinero y la pasajera gloria local en los certámenes. Además, sin llevarnos a engaño, es posible que El Tercer Reich concursara igualmente en certámenes de novela de provincias, solo que con menos suerte. Los que los frecuentamos sabemos que a veces se gana, y a veces no (y esto es una perogrullada, pero a veces se olvidan las perogrulladas), y no siempre son los mejores entre nuestros relatos los que tienen suerte.

Monsieur Pain es aún anterior, de principios de los 80, y aunque suela considerarse Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, escrita a medias con A.G. Porta su primera novela, quizá sea realmente ésta su primera novela. Fue premiada en 1981 en un certamen de novela en Toledo, y como el propio Bolaño confiesa en su prólogo, el famoso prólogo en el que habla del cazador de búfalos que salía a recorrer España con sus textos (la misma idea que retomaría en el relato Sensini, que abre Llamadas telefónicas, y él mismo premiado en otro importante certamen de relato), premiado en otro certamen del que nunca volvió a saber nada (aunque lo cobró). Monsieur Pain sirve para reconocer algunos rasgos de Bolaño (la obsesión por los escritores, por ciertos escritores, el matrimonio entre poesía y pobreza, representado aquí en César Vallejo, la abundancia que se encuentra en sus relatos publicados de situar aventuras literarias en Francia, personajes secundarios con las más extrañas creencias, conspiraciones que pueden ser confusiones, y viceversa) que se mantienen a lo largo de toda su obra. Y en ese sentido es un texto de lectura útil para quien conozca bien su narrativa, y obviando eso, también es una novela corta entretenida, ágil, que se lee bien aunque no deja una huella particularmente duradera.

De Amberes, un texto de esos a los que Bolaño se fue acercando y alejando durante años, ya compartí mis notas y experiencia de lectura hace poco más de un año, así que me remito a ella

Ya había leído Una novelita lumpen, que me parece, de este póker de libritos, el mejor (aunque Amberes tiene algo muy atrayente, pero si fuera una persona en vez de un libro diríamos que es más atractiva que realmente guapa). Una novelita lumpen se editó poco después del año 2000 y fue escrita como un encargo, una serie de libros que Mondadori quiso que ciertos autores (en el caso de Bolaño alguien que no pertenecía a su catálogo) dedicaran a algunas ciudades a principios del siglo XXI. Una novelita lumpen se sitúa en Roma, aunque esencialmente se sitúa en un piso y en la cabeza de unos pocos personajes, y Roma es trasladable a cualquier otro lugar. Como su nombre indica es una novelita, corta, de fácil y rápida lectura, pero que creo que tiene más profundidad de la que a primera vista podría parecer. Un par de hermanos se quedan huérfanos en un accidente de coche, y desde entonces viven juntos, el uno con la otra, sin demasiadas puertas al exterior, entre el gimnasio y la televisión, dedicado de vez en cuando a la delincuencia menor. A modo de confesión arranca la historia, narrada por ella, y que nos enseñará de modo breve algunos personajes pintorescos (quizá ese culturista casi ciego que fue actor en películas de romanos esté entre los más pintorescos de toda la obra de Bolaño, a quien nunca le faltaron personajes pintorescos en sus novelas), su entrada y salida del pequeño mundo de los dos hermanos, la muralla con la que ambos se protegen. Y Roma vista desde una ventanita, podríamos decir, como mera excusa. Es una de esas historias de Bolaño en las que parece que está ensayando para sus libros mejores. Y a veces esos ensayos resultan tan interesantes como los libros mayores en los que acaban desembocando. Como los encargos, que algunos autores consiguen llevar a su terreno propio y desde ahí construir algo realmente interesante.

Seguiremos leyendo

Felices lecturas

Sr. E



miércoles, 20 de junio de 2018

Némesis, de Philip Roth


Némesis, de Philip Roth (Mondadori)

A veces te crees tus propias mentiras, o al menos tus propios prejuicios. Supongo que hay algo de inevitable en ello. He leído una gran parte de la obra novelística publicada de Philip Roth. Y en algún momento me convencí de que su última novela buena había sido La conjura contra América, publicada en 2004. Debo decir también que era la lectura de otras novelas de Roth, de esos primeros años de la década de los 2000, la que me llevó a concluir eso. Novelas como Elegía, Sale el espectro e Indignación me parecieron flojas, innecesarias. Incluso El animal moribundo, aunque más consistente, ya me lo había parecido.

Y en esto, se murió Philip Roth y en una biblioteca de las que suelo frecuentar montaron uno de esos stands con sus novelas, y curioseando, decidí coger Némesis. Y me encontré con una novela de un Philip Roth que si bien no está quizá en su primera división, no desmerece para nada, está bien construida, bien narrada, juega con la historia y sus historias. Es una muy buena novela, al margen de quien sea su autor y qué lugar ocupe en el ranking de sus obras. En Némesis, Philip Roth viaja al pasado, al suyo, aunque lo esconde y utiliza sin personalismos. Nos sitúa en 1944, última época de la Segunda Guerra Mundial, en el centro de la comunidad judía de Newark, Nueva Jersey. Una epidemia de polio se ceba durante ese verano con los niños locales, poniendo de los nervios a todos, haciendo dudar de lo divino y lo humano a los adultos, hasta extremos propios de Dostoievski, provocando que las autoridades se planteen cerrar los parques, espacios deportivos, campamentos, todos los lugares en los que suponen que el virus está contagiándose e infectando cada vez a más niños. Mientras, los jóvenes americanos mueren en el frente.

También uno de los mejores amigos de Bucky Cantor, que es monitor en uno de esos espacios infantiles, y que se hace mayor a los 23 años, de repente, cuando enterrar a sus alumnos se convierte en algo casi rutinario. Entonces, le llega la oportunidad de huir. A través de la familia de su novia recibe la oferta de encargarse de un campamento acuático en el campo, lejos de la ciudad y de la polio. Tras mucho pensarlo, lo acepta, sintiendo que ha abandonado a sus chicos. Aunque el narrador es uno de esos chicos judíos, que también contrajo la polio y acusa desde entonces cierta cojera, lo que no le ha permitido hacer una vida normal, el verdadero protagonista es Cantor.

Y el tema esencial es la culpa. La que siente por haber escapado Bucky Cantor y la que sentirá más adelante. Al campo le siguen llegando malas noticias. Más niños han enfermado y han decidido al final cerrar la escuela de verano en la que trabajaba. Cantor se siente culpable por cobarde, y además por haberse ido con tan poca diferencia de días, siente que podría haberse quedado, esperar a que cerraran y entonces haber escapado al campo con su novia. Y nadie hubiera pensado que estaba escapando. La vida en el campo va bien, es entretenida, bonita, pero un día llega allí también la desgracia. Uno de los niños enferma y también es polio. Las hermanas de su novia también contraen la enfermedad. Por último, él también la sufre.

Se aislará de todos, no querrá recibir visitas en el hospital, dejará a su novia, y se esconderá en sí mismo para prácticamente el resto de su vida, aunque de esto no nos enteraremos hasta muchos años después, cuando se reencuentre con su antiguo alumno y empiecen a quedar semanalmente para comer y hablar de la vida. Veremos cómo un mismo momento afectó de maneras casi contrapuestas a quien era un niño vulnerable y a un joven que había superado muchas dificultades hasta entonces en la vida (sin padres, había perdido a su abuelo hacía poco, pero parecía lleno de seguridad y confianza en sí mismo). La polio actúa en toda la novela como una enfermedad casi moral que saca lo peor de muchos vecinos de Nueva Jersey. Aquellos que prefieren aislar a los vecinos de un barrio (que además son judíos, en 1944, con la Segunda Guerra Mundial al fondo). Jóvenes americanos, sanos, bien formados, caen en ambas batallas. Y el país y su sociedad deben recomponerse después del horror, el mundial y el vecinal. Roth nos muestra que el país se levantó de un tiempo sin vacunas ni dioses tambaleándose, pero volvió a caminar.

Y lo hizo en su última novela, antes de anunciar que no se sentía con fuerzas de lanzarse al trabajo que exige una nueva obra. Y resultó un libro consistente, sólido, meritorio, complejo, un adiós con oficio, que merece la pena leer, y que me alegro de haber encontrado en estos días.

Seguiremos leyendo

Felices lecturas

Sr. E

lunes, 11 de junio de 2018

El día después de la Feria del Libro


Feria del Libro 2018, el día después

Se ha acabado la Feria del Libro, después de algo más de dos semanas (dos semanas con tres fines de semana) de lluvia casi continua en Madrid. Todos los años da lugar a chiste la aparición de la lluvia, pero este año ha sido algo llamativo y casi continuo. Se acaba la Feria, que es un espacio y un tiempo, un universo paralelo. Cada vez menos literaria (y basta asomarse a los stands que montan las grandes librerías, donde no es posible (literalmente) encontrar un libro de Philip Roth, y eso que acaba de fallecer y eso lo hace ser un autor más presente en las peticiones de los paseantes y compradores) y cada vez más feria, con ruido, globos, publicidad, pero también, y al final es lo importante, con muchos libros y muchos autores.

La Feria del Libro de Madrid es como las Fallas de Valencia o las fiestas de mi pueblo en agosto, algo entre lo hortera y lo fabuloso, pueblerina y cosmopolita, donde en un mismo día de firmas pasó saludándonos a los autores que estábamos a esa hora el nuevo ministro de Cultura y un militante (o lo que fuera) del partido Vox acudió no a que yo le firmara un libro sino a proponerme que firmara para alguna extravagante reivindicación.

Dejando al margen las anécdotas, lo más interesante siempre me ha parecido acercarme a las casetas de las editoriales, a pedir directamente recomendaciones a quienes las han elegido, y a comprar libros que normalmente me cuesta encontrar, y a las firmas de los autores. Los ya conocidos o los que he ido conociendo en estos días.

La Feria 2018 ha tenido para mí de todo. Paseos, conferencias, mi propia firma el pasado sábado y compra de libros. Con gran amabilidad fui acogido en las casetas que Editorial Complutense había dispuesto tanto por la mañana como por la tarde del sábado 9 de junio. Bastante gente se acercó a por un ejemplar de ¡En el rincón de la derecha, con catorce derrotas, doce de ellas por KO, con calzón negro, guantes naranjas, ochenta kilos y vista cansada! , y un número también interesante de personas se pararon a preguntarme sobre su largo título y su relación real con el boxeo. Algunos se decidieron a llevárselo a casa.

Os dejo aquí enlaces a casa del libro y fnac por si os animáis a evaluarlo


Tuve la suerte de poder asistir a la conferencia inaugural de Mircea Cartarescu (ya que este año el país invitado era Rumanía). Dejando al margen algunas micropolémicas que se han generado con ella, me pareció llena de pasión y muy inspiradora para cualquier clase de lector (no digamos ya si el lector es un lector atento de Cartarescu o además es escritor). La enlazo aquí por si alguien quiere leerla y compartirla.

De aquella primera charla me traje un nombre apuntado, el de Ana Blandiana, y uno de sus libros de cuentos editados por Periférica, en mi caso Las cuatro estaciones, ha sido una de mis adquisiciones de esta Feria. Además pude ir a una firma de la propia autora (encantadora) y conseguirlo firmado. En dicha firma, su traductora, Victoria Patea, me advirtió (medio en broma) que había elegido el libro malo, que el realmente bueno es Proyectos de pasado. De la caseta de la editorial elegí, sencillamente, aquel cuyo comienzo me resultó más atractivo.


Fui a la caseta de Candaya a por Mandíbula, de Mónica Ojeda, y su editora me convenció para probar también la literatura de Miguel Serrano Larraz. Quede señalada su capacidad de persuasión, pues convenció a una amiga que sencillamente iba a mi lado de llevarse su propio ejemplar de Mandíbula. De la obra de Serrano Larraz he empezado por su segundo libro de cuentos, Réplica, y si me seduce iré hacia atrás en su obra (compuesta de otro libro de cuentos, Órbita, y una novela, Autopsia).


Estos dos libros serán los últimos que lea de mi cosecha de este año, pues he empezado leyendo el de Blandiana, y también Teoría King – Kong, de Virginie Despentes, que ha sonado muchísimo en los últimos meses y me habían recomendado insistentemente.

También vinieron en mis bolsas de papel los libros con La misma moneda, de Verity Bargate, después de la impresión que me produjo la lectura de No, mamá, no,

y dos libros infantiles, 

El gran libro de los animales del mar, de la editorial Juventud, e Inventario ilustrado de dinosaurios, de Kalandraka, dos colecciones (las de El gran libro de … y los Inventarios ilustrados de …) muy recomendables, al menos cuando en casa se convive con un pequeño aspirante a biólogo de algo menos de 5 años.
Y el año que viene habrá otra vez Feria y con pereza al principio e interés creciente al final, seguiremos yendo. Mientras tanto, continuaremos leyendo.
















Felices lecturas

Sr. E


domingo, 3 de junio de 2018

Vamos de Feria: ¡En el rincón de la derecha, con catorce derrotas, doce de ellas por KO, con calzón negro, guantes naranjas, ochenta kilos y vista cansada!


Firmas en la Feria del Libro de Madrid

Tenemos libro nuevo desde finales de abril, la novela de título larguísimo con la que tuve el honor de ganar el año pasado el Premio Complutense de Literatura 2017, en su primera edición: ¡En el rincón de la derecha, con catorce derrotas, doce de ellas por KO, con calzón negro, guantes naranjas, ochenta kilos y vista cansada!
Podéis leer aquí una breve sinopsis del mismo: https://www.ucm.es/en-el-rincon-de-la-derecha
La editorial ha organizado dos sesiones de firmas en la Feria del Libro de Madrid para el próximo fin de semana, 9 de junio, mañana y tarde.
Os dejo aquí los detalles por si os pilla dentro de vuestra ruta de paseo y búsqueda de libros.

11:00 – 12:30 CASETA 6 UNE (Unión de Editoriales Universitarias Españolas)
18:00 – 19:00 CASETA 32 (UDL LIBROS)

Se agradecerá toda visita, no solo las compras de libros, también los ratos de charla y botellines de agua.


Para aquellos que se lleven el libro firmado habrá, eso sí, un pequeño obsequio, el relato premiado en el Premio de Cuentos Max Aub 2018, 4Ever (Forever)