viernes, 29 de julio de 2016

Las dimensiones finitas, de A. G. Porta

Las dimensiones finitas, de A. G. Porta (Ed. Acantilado)

He hablado ya alguna vez de la fascinación que siento por Concierto del No – Mundo, la novela con la que A. G. Porta ganó el Premio Café Gijón en 2.005. Es un libro que he leído tres veces y que no ha perdido fuerza en ninguna de esas relecturas. Creo que es una de las novelas españolas más ambiciosas que se hayan escrito en los últimos treinta años. En ella, Porta nos llevaba de viaje por un mundo estético, filosófico y musical propio. Era una novela que buscaba la complicidad del lector dispuesto a dejarse fascinar por ella. Es una experiencia estética más que una narración sin más. Pero, se consiga o no, toda novela debería aspirar a ser una experiencia estética única, al margen de lo que lo consiga en mayor o menor medida o de que también sea, y eso no es menos importante, un vehículo mediante el cual contar una historia. No es, y esto creo que la convierte también en un libro tan destacable, un complicado ejercicio de estilo al que no pueda acceder un lector más o menos habitual, que es el camino al que muchas veces recurren los autores que no quieren ser confundidos con aquellos autores que buscan la aprobación general. Dejo Concierto del No – Mundo, que quizá debería releer una cuarta vez para comentar aquí.

Creo sin embargo que es posible que A. G. Porta sea más conocido por algunos lectores como el compañero de Roberto Bolaño en la escritura de Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce. Ambos declararon siempre que si bien Bolaño no era un discípulo de Morrison, desde luego Porta sí era un fanático de Joyce.

En 2.008 A. G. Porta publicó una novela que podía considerarse una continuación de Concierto del No – Mundo, al menos de personajes y ambientes, aunque aquí trasladaba la trama al espacio, y el espacio de A. G. Porta es el espacio de Kubrick o hasta el de Tarkovski, por situarlo con una única imagen. Aquel libro se llamaba Geografía del tiempo. En 2.012 Porta firmó a medias con Gregorio Casamayor Otra vida en la maleta, una suerte de thriller carcelario con un leve tono paródico, que remite por la historia negra, por el tono y por haber sido escrita otra vez a cuatro manos, a Consejos. A finales de 2.015 ha vuelto a firmar solo, y ha vuelto al universo de sus dos anteriores novelas en solitario, aunque muy diluido, sólo presente en el pasado del personaje femenino, que sigue siendo aquella niña prodigio del piano sobre la que se construía el Concierto del No – Mundo. Parece demostrado que no es un autor con prisa por publicar, sino que pule sus obras. De hecho, es un autor que estuvo quince años retirado después de publicar Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, leyendo atentamente a Joyce, analizándolo, y sin ninguna tentación por publicar, aunque parece ser que Bolaño le ofreció que trabajaran nuevamente a medias en lo que acabó siendo La literatura nazi en América.

La nueva novela de A. G. Porta se llama Las dimensiones finitas. El título está tomado de un relato de J. D. Salinger, como explica el mismo narrador de la novela. Al principio de la novela el narrador ya nos dice a sus lectores que perdonemos si su estilo es demasiado parecido al de Salinger, a quien en principio no nombra pero cuya sombra detectamos inmediatamente quienes lo hemos leído. Salinger y sus obras toman luego un papel central en la historia, al ser el primer nexo de unión entre el narrador y Albertine, aquella pequeña pianista que ahora se dedica a la escritura, la dirección de documentales, la vida diletante y el estudio de la obra de Salinger. El nombre de Albertine, nada casual, remite a Proust, y fija un marco de referencia, el de la gran literatura, un mundo por el que ella se mueve con soltura, que choca con el del narrador, un hombre que apenas ha leído y que se lanza a ello impulsado por su fascinación por Albertine. ¿Cómo llega ese narrador poco aficionado a la lectura hasta Albertine? Ese protagonista, consultor empresarial, ha empezado a ver llegar la crisis, y rastrea los pasos que esa crisis va dando en todos los periódicos europeos, y decidido a mejorar su inglés para entender mejor los avances del derrumbe, va a una librería y acaba llevándose un libro de Salinger. Empieza a leerlo y a comentarlo y en un viaje de autobús se encuentra con otra chica que va leyendo a Salinger y se atreve a acercarse a ella. Es Albertine. Se caen bien y empiezan a quedar.

Albertine ha sido educada en el arte, en la música, en los libros. Él parece haber estado demasiado ocupado trabajando. Está bastante solo, tiene escasa relación con su familia, llama a su madre pero lleva años sin ir a verla, tiene los discos de Primal Scream de su hermano mayor, por el que siente una fascinación que no excluye la crítica, lo que establece un juego con la que siente Holden Caulfield por su hermano mayor, el escritor vendido al mundo del cine. Apenas tiene una especie de padrino en Barcelona, donde vive, un antiguo amigo de su familia, que está en Valencia.

Como en Casablanca, el mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos. La crisis va a más y él lo ve claro desde el principio. Caen empresas, Madoff entra en la cárcel, parece que no es la única estafa piramidal del sistema. Parece que todo el sistema es una estafa piramidal. Mientras, él va descubriendo a Abertine y el mundo que ella le propone. Va leyendo para estar a su altura, para tener algo de lo que hablar con ella, van a una casa, a la otra, hacen el amor, escuchan música, viajan. Destaca la fascinación que él va sintiendo por los discos de Nacho Vegas que ella va poniendo y que ambos bailan con ese tono de futura derrota que su música transmite. Y todo ello sin dejar de leer a Salinger, a quien en algunos libros entiende más, en otros menos, pero que en todos le produce una cierta fascinación, esa fascinación que con frecuencia produce lo que no se acaba de comprender.

El estilo, la voz narrativa, es claramente salingeriano. Eso, respecto a otras novelas de Porta, simplifica el estilo. El narrador, como el mítico Holden Caulfield, analiza todo y a todos sin acabar de comprender nada. Siempre desde un poco fuera, siempre desde una mirada distinta, siempre con una cierta mirada poética. Una poética sencilla, pulida, como la de Salinger.

El narrador parece uno de los pocos analistas lúcidos de la crisis, y cabalgando sobre ella y sus consecuencias desarrolla su propia teoría, la Ingeniería de los Soportes Mutables, una idea que empezará vendiendo en su propia empresa y que lo irá llevando como conferenciante por otras empresas. Luego acabará teniendo su propio libro. Es uno de esos complejos artefactos económicos con nombre poético que nadie llega a comprender totalmente. Él inventa algo que los demás no llegan a comprender mientras anda metido en una aventura literario - amorosa que no llega a dominar completamente. Otro espejo.

La relación con Albertine avanza entre más libros, más canciones, más futuros proyectos de viajes a lugares que todo el mundo debería visitar antes de morir, como ella los llama. Llega un punto en el que sus mundos vuelven a separarse. Eran mundos que coincidieron pero que parecían condenados a perderse de vista. Ella se irá a Nueva York a seguir la pista definitiva de Salinger. Él se quedará en Barcelona, con su pequeño éxito empresarial, con sus recuerdos. Siempre le quedarán sus recuerdos. Ella seguirá viviendo y él seguirá soñando con viajar, con llegar a ese sitio que le obsesiona desde que lo escuchó por primera vez en la canción de Nacho Vegas, ese punto al norte del norte, lejos de todo, lejos de ti.

Nos quedamos a la espera del próximo libro de A. G. Porta. Merecerá la pena la espera, aunque pueda ser larga.

Seguiremos leyendo y comentándolo.

Felices lecturas

Sr. E

viernes, 22 de julio de 2016

Koundara, de David Pérez Vega

Koundara, de David Pérez Vega (Ed. Baile del Sol).

Koundara es una ciudad de Guinea Conakry, y es también el título del primer relato de este libro de David Pérez Vega, el que le da título al conjunto. Cuando un autor de relatos elige el título de uno de los cuentos incluidos en la colección como título del libro en su conjunto, suele hacerlo pensando que es el que mejor ilustra el espíritu común de la obra. Koundara es el primer libro de relatos de David Pérez Vega, después de dos poemarios y tres novelas. Es el primer libro del autor que leo, aunque tengo referencias de su mundo literario porque sigo con asiduidad su blog, http://desdelaciudadsincines.blogspot.com.es/.

Los lectores de su blog habremos leído alguna vez que Pérez Vega empezó en la literatura escribiendo relatos, aunque no esta clase de relatos sino relatos de género fantástico. Creo que casi todos los narradores empiezan a probarse en el relato. Los que perseveran en la escritura y van llegando al mundo de los autores publicados, siguen dos caminos que no se tocan: los que continúan manteniendo un pie en el mundo del relato, y los que lo ven como un camino juvenil, una especie de iniciación, al que quizá no van a volver nunca.

Coincidí en la Fiesta de la Editorial Baile del Sol (editorial con la que ambos hemos sacado libro este año, Koundara en su caso, Mil dolores pequeños en el mío) con David Pérez Vega y me dijo que pensaba que probablemente Koundara fuera el mejor de sus libros. No creo que el propio autor sea un gran juez a la hora de elegir su mejor libro. En general, para un escritor que se tome en serio su trabajo y lo ponga todo en lo que hace, su mejor libro siempre será el último, primero porque es un libro que habrá aprendido de los errores de los anteriores, y sobre todo porque será el más cercano a su mundo narrativo actual. Koundara, sea o no su mejor libro, que es algo que no puedo juzgar pues es de momento el único que he leído, sí es, no cabe duda, un buen libro.

¿Qué hay en Koundara? Siete relatos de corte realista repartidos en dos partes. Los relatos se van por encima de las veinte páginas con frecuencia. He leído a quien destaca este hecho pero no me parece demasiado relevante para saber si un relato será bueno o malo. Hay buenos relatos de cinco páginas y buenos relatos de treinta. Pasa lo mismo con los malos. Un relato que tienda a las treinta páginas permitirá escapar un poco más de la necesidad de concentrarlo todo y permitirá perfilar más detalles de los personajes y las situaciones. Es un tipo de relato, seguimos hablando de su longitud, que no es demasiado frecuente en la mayoría de libros de cuentos, no al menos como longitud más frecuente como sucede aquí, y que a mí, como lector, me remite a autores como Alice Munro o Richard Ford, autores que se mueven con maestría en ese número de páginas.

La primera parte del libro se llama Los viajes, y como bien indica su nombre, las tres historias se articulan alrededor de un viaje. Los viajes representan circunstancias muy distintas en cada uno de ellos. Porque los viajes representan momentos muy distintos en la vida de una persona dependiendo de las circunstancias en las que llegamos a ellos. En Koundara nos encontramos con una española que ha ido hasta allí a colaborar a través de una ONG cristiana. Ella colabora en cuestiones sociales, y ha llegado a apuntarse a este viaje y a esta manera de pasar el verano, empujada por una amiga. Eso hace que no acabe de sentir el viaje como un proyecto propio, sino como algo a lo que ha sido invitada, y en lo que participa con gusto pero que no se toma con la seriedad de algo que hubiera surgido de ella misma. Lo que más me ha gustado de la historia ha sido la capacidad descriptiva del mismo, que se despliega desde el principio, y el juego que establece entre deseo, hipocresía y amistad.

Koundara es el primer viaje, y es un viaje elegido. Acrópolis, el segundo relato, es un viaje en la memoria. El personaje que protagoniza el relato recuerda con nostalgia su viaje de novios a Grecia. Miramos atrás y vemos que los tiempos pasados eran realmente buenos. Si no estrictamente buenos, eran mejores que los que tenemos ahora. La eterna trampa de la nostalgia. El último relato de esta primera parte, La balada de Upton Park, habla de viajes por obligación, de jóvenes que ya no se sienten del todo jóvenes que se han visto obligados a salir del país para ganarse la vida. Esto genera una sensación de incertidumbre permanente, de no saber si se va o se viene, dónde se está y de dónde se sigue siendo. Hoy en día creo que casi todos los que estamos entre los veinte y los cuarenta años hemos vivido fuera un tiempo a la espera de oportunidades, o tenemos amigos o familia viviendo fuera, o tenemos proyectos propios o a nuestro alrededor de salir a buscarse la vida. El retrato que el autor realiza de esta realidad me parece cercano sin caer en el sentimentalismo, realista y acertado.

¿Cómo es el estilo? ¿Cómo es la escritura?: El estilo de estos primeros relatos marca ya el de todo el libro. Es un estilo sencillo, narrativo, eficaz en esa narración, limpio, descriptivo. La prosa es funcional y ayuda a avanzar a la historia que se está contando. Los narradores del libro son variados, son hombres y mujeres, hay historias en primera y en tercera persona. Todos funcionan correctamente. Son creíbles y coherentes en todo momento. Se nota que el autor tiene oficio y maneja bien la caja de herramientas.

La segunda parte del libro, Bajo determinadas circunstancias, deja de enseñarnos el mundo y nos trae a ciudades que son Madrid o están en sus alrededores. Los protagonistas no son diferentes a los de la primera parte. Siguen siendo jóvenes o cuasi – jóvenes, y muchos siguen viviendo en la incertidumbre. Algunos de esos personajes hace bastante que cumplieron los treinta años y quizá pensaban que sus vidas estarían más asentadas al acercarse a los cuarenta. Pero no. Porque tal vez no existe la vida sin incertidumbre, por más que nos gustara. Los personajes van y vienen de unos trabajos a otros, tienen dudas, se plantean algunas realidades de su vida y no saben si atreverse a hacer algo distinto. Son esa clase media más o menos preparada académicamente que no ha sabido muy bien cómo moverse con la crisis y dónde queda su lugar con el cambio que ha supuesto. Las circunstancias a las que se enfrentan en las cuatro historias de esta segunda parte del libro son conocidas por todos. El realismo del libro es real. Y esto puede sonar a perogrullada, lo sé, pero no todo lo que se nos ofrece como realismo suena verdadero. Aquí se consigue.

¿A qué se parecen las historias del libro? Entre las dos grandes corrientes del relato, por simplificar la fantástica que nade de Poe y la realista que entronca con Chéjov, los relatos de David Pérez Vega apuntan claramente a Chéjov. Sus referentes creo que están más en los finales del siglo XX y en Estados Unidos. No es mi tipo de relato preferido como lector. Mis relatos preferidos no siguen ni a Chéjov ni a Poe sino a Kafka. Y quizá la escuela que menos me interesa es la del realismo puro. Lo cual no quita para que sepa reconocer una colección de relatos realistas bien hechos, como es el caso. Todas las historias funcionan, y si quizá me ha gustado más la primera parte del libro es porque allí los personajes viven un poco más en el interior de sus cabezas, lo que dirige la referencia de esos relatos más a John Cheever o a Tobias Wolff, autores a los que seguro que el autor ha leído (Cazadores parece un homenaje a Cazadores en la nieve, uno de los mejores relatos de Wolff). Los relatos de la segunda parte son más objetivos, más descriptivos, más cercanos a Richard Ford, en general menos interesantes para mí. Tetras de ojos rojos, el último del conjunto, quizá es que más se me ha atragantado en su lectura. Cazadores, que también está en esta segunda parte del libro, ha sido, sin embargo, probablemente el relato que más me ha gustado a nivel individual.

Seguiremos leyendo y comentándolo.

Felices lecturas

Sr. E

sábado, 16 de julio de 2016

Crónicas del desamor, de Elena Ferrante.

Crónicas del desamor, de Elena Ferrante (Ed. Lumen)

La portada de este libro es magnífica. Es una magnífica portada para un magnífico libro y una vez que se ha visto la portada y se ha leído el libro creo que no puede pensarse en una mejor combinación. La mujer de la portada está maquillada como para un teatro. ¿Se está poniendo una máscara o se la está quitando? Este es un libro que entre otras cosas trata de máscaras, de ponerse y quitarse máscaras. Elena Ferrante, su identidad quiero decir, sigue siendo un enigma. Elena Ferrante supone, en teoría, un desafío a estos tiempos de escritores omnipresentes en las redes sociales. ¿Quién es Elena Ferrante? ¿Es una mujer o es un hombre? ¿Realmente se crió en Nápoles, como parece? ¿Vive actualmente en Turín o en Grecia? ¿Ha trabajado en el mundo editorial? ¿Y qué más da? ¿Por qué todo eso debería ser importante antes de leer un libro? Dicen en el prólogo a esta trilogía de novelas cortas que Elena Ferrante, quien quiera que sea, considera que todo lo que tiene que aportar está en sus libros, y que es todo cuanto quiere mostrar, y que prefiere presentarse con un seudónimo para evitar conflictos entre autora y obra, para no distraer la atención.

En tiempos de egos desmedidos, y sabiendo que los de los escritores lo fueron en todas las épocas, Elena Ferrante se esconde. Yo, la verdad, aunque había oído hablar mucho y muy bien de ella en este último año, tenía cierta desconfianza, porque pensaba que en realidad, en tiempos de sobre-exposición de los autores, quizá lo de Elena Ferrante y sus editores en Italia y en España no fuera más que una operación de marketing inversa. Si todos lo enseñan todo, creemos una autora que lo esconda todo. Y no descarto que haya una cierta operación en ese sentido. En cualquier caso, si entramos en el juego de Elena Ferrante como autora que quiere pasar desapercibida y nos evadimos de pensar en la autora y nos limitarnos a leerla, todo cobra sentido.

La saga novelística que le ha dado fama a Elena Ferrante es la de las Dos amigas, cuatro novelas ambientadas durante la juventud de dos chicas y luego mujeres en Nápoles, una ciudad que todo el mundo supone que es la de Elena Ferrante, independientemente de quién sea ella, o incluso él. El libro que he leído es anterior, y es una colección de tres novelas cortas, y fueron las obras con las que Elena Ferrante irrumpió en el mundo editorial italiano a principios de los noventa. Son tres novelas separadas por catorce años, desde que la primera se publicó en 1.992 hasta que la tercera apareció en 2.006. Las tres son historias de finales: el final de una vida, en el primer caso, el final de un matrimonio en la segunda, y algo que hace crac en la mente de una mujer y la lanza a una aventura sin ningún sentido aparente, marcando un cierto punto y final en lo que parecía una vida normal, en la edad de estabilizarse, en la tercera. Las tres historias nos meten en la piel y en la mente de mujeres, y en cada una de ellas se prioriza uno de los roles tradicionales de la mujer en la sociedad, la hija ante la madre en la primera, la esposa en la segunda, la madre ante la hija en la tercera.

La primera de ellas, El amor cautivo, nos mete de lleno en Nápoles, a donde la narradora, Delia, llega tras la muerte de su madre, que ha aparecido ahogada, desnuda excepto por un sujetador de encaje. La narradora tiene que volver a la ciudad de su infancia y allí se reencuentra con pasajes, calles, gente, familia y sobre todo con sus recuerdos. Los recuerdos que la llevan a su madre y los que la llevan a su padre. Todos los recuerdos de una infancia que en la distancia han ido encajando como las piezas de un puzzle en muchos aspectos. Delia trata de reconstruir los últimos días de su madre, con quien mantenía una relación cuando menos complicada, y entender qué la movía y cómo, y qué hacía o dejaba de hacer en las últimas semanas antes de aparecer ahogada. Es una primera novela impactante, que se desarrolla al modo de una investigación detectivesca – existencial, que incomoda por todo lo que cuestiona sobre el pasado, ese que todos tenemos en común, la infancia, territorio mítico por antonomasia, aunque haya tantas infancias como personas y todos tengamos la nuestra.

Los días del abandono, la segunda novela, está ambientada en Turín, ciudad en la que se dice que vive o al menos ha vivido durante muchos años Ferrante. La narradora de esta historia también es napolitana, aunque lleva bastantes años en Turín, a donde la trajo una oportunidad laboral de su marido. Ella, la esposa, se adaptó a las necesidades de él, y ahí está, en una ciudad que no acaba de gustarle, criando a sus hijos. Cuando de repente, un día, sin aparente explicación, su marido le dice que los deja. Y eso hace, abandonarlos de un día para otro, cerrar la puerta y no dar ninguna explicación. La explicación acaba teniendo cuerpo de adolescente y de mentira prolongada durante los últimos años. En unos meses vemos cómo la vida se derrumba y cómo la narradora de esta historia, que alguna vez quiso ser escritora, se encierra cada vez en sí misma, desatiende a sus hijos y no puede hacer nada ante un mundo, cada página que pasa más reducido, que se derrumba sin remedio. Dentro de que perturbador es quizá el adjetivo que mejor define el conjunto del libro, esta segunda historia me ha parecido la más perturbadora, la que mejor nos muestra lo vulnerable que es el ser humano y cómo la frontera entre la estabilidad y que todo parezca caerse alrededor es fina y porosa.

La última de las historias, La hija oscura, nos lleva esta vez a una narradora que es madre y que revive cómo ha sido su papel como tal desde que tuvo a sus hijas, ahora ya mayores. Este esfuerzo de recuerdo surge a raíz de un encuentro fortuito en una playa napolitana con otra familia, con otra madre y su hija y de la observación que hace de esta hija y su muñeca, y la lleva a recorrer en la mente los distintos caminos que ella fue recorriendo desde que se convirtió en madre, todos los sacrificios y esfuerzos que acabaron culminando en dos hijas mayores que ahora viven en Canadá y en un cierto síndrome del nido vacío al que tiene que enfrentarse.

Las tres novelas comparten una escritura muy profunda, que toca con profundidad al lector, al menos a mí como lector. La narrativa de Elena Ferrante no teme asomarse a los abismos de la existencia, y en la crudeza y desolación de algunos pasajes me ha traído a la memoria incluso a autores que en principio podían parecer lejanos, como Coetzee, Kafka y Beckett. Como prosista creo que la palabra que mejor la define es precisa. Precisa como un cirujano debe serlo. Sin miedo a meter el escalpelo y encontrar la palabra adecuada, dura y a la vez expresiva. Recomiendo firmemente este libro, el primero de su autora al que he llegado, y seguiré buscando sus obras, y si los turnos de lectura de la biblioteca me lo permiten espero poder llegar pronto a las novelas de su célebre saga napolitana.

Felices lecturas.

Iremos comentándolas por aquí.

Sr. E

martes, 12 de julio de 2016

Desórdenes, Premio Manuel Llano de Libro de cuentos, ya a la venta

Desórdenes, XVIII Premio Manuel Llano de Libro de Cuentos, ya a la venta. 

Aprovecho el calor del verano y la ventana del blog para comentar que acaba (prácticamente) de salir a la venta el libro de relatos Desórdenes, con el que tuve la suerte de ganar en el mes de noviembre de 2.015 el XVIII Premio Manuel Llano de Libro de Cuentos del Gobierno de Cantabria. 

Está tan recién salido que aún no ha sido presentado en Santander junto a los ganadores de Novela y Poesía de los Premios del Gobierno de Cantabria, acto que se producirá en septiembre de este año. 

Es mi tercer libro en apenas doce meses, tras Beber durante el embarazo y Mil dolores pequeños. Me agobia tanta grafomanía, me hace sentir un César Aira pequeño y con dudoso talento. Yo, que soy el que escribe, sé que desecho la mayoría de lo que produzco, pero podría parecerle al lector externo que no tengo filtro y todo lo que hago acaba publicado. Supongo que hay ya muchos años a las espaldas de esfuerzo y escritura y obras terminadas, revisadas, corregidas y recorregidas en todos los armarios de casa. 

Ya describí con un poco de detalle los relatos incluidos en este volumen en una entrada pocos días después de que me anunciaran el fallo. Vuelvo a enlazar esas palabras aquí. 


Quiero agradecer a Ediciones Tantín, que ha sido la encargada de la publicación del libro, su labor. Han trabajado rápido y bien, y han tenido en cuenta todas mis sugerencias en cuanto a diseño y portada. El trabajo artístico del libro lo ha hecho mi mujer.

Todavía no he visto el libro físicamente yo mismo, debe llegarme a casa durante la semana que viene, y ya tengo ganas de abrirlo. 

Está a la venta en papel y en e - book. Enlazo a ambas versiones en la tienda de Tantín.




Si cualquiera de vosotros lo lee y quiere comentarlo, el blog será siempre un buen lugar donde ponerlo en común, o el email al que se remite desde este mismo sitio, un buen camino para dar conmigo.

Buenas lecturas

Sr. E

miércoles, 6 de julio de 2016

Los príncipes valientes vs. Esa puta tan distinguida

Los príncipes valientes, de Javier Pérez Andújar (Ed. Tusquets) vs. Esa puta tan distinguida, de Juan Marsé (Ed. Lumen).

He leído de manera consecutiva estos dos libros, en los que he encontrado muchos puntos en común y algunas diferencias significativas.

¿En qué se parecen? Principalmente en la ciudad que retratan, en cierta manera de mirar, en la reivindicación de la cultura verdaderamente popular, que rompe las fronteras entre alta y baja cultura, y en el trabajo que hacen con la memoria.

¿En qué se diferencian? Principalmente en lo que cada uno de ellos nos enseña sobre la memoria. Basta ver el título de la última novela de Marsé para entender lo que piensa de ella. Marsé desconfía profundamente de esa puta, sabe que es tramposa y que dulcifica el pasado. Marsé intenta no dejarse llevar por el principio de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Para Pérez Andújar parece que sí, que ese tiempo pasado fue realmente el suyo. Creo que Pérez Andújar se deja envenenar hasta un cierto punto por ese azúcar de la memoria. Pérez Andújar escribe Los príncipes valientes desde la agradable sensación de la nostalgia. Marsé escribe desde la ironía.

Ser escritor. Hacerse escritor: Pérez Andújar y Marsé son escritores de barrio obrero. Marsé ha refundado desde hace décadas ciertos paisajes urbanos de Barcelona. Es un tópico hablar de la Barcelona de Marsé, pero realmente ha escrito una Barcelona que es la de su infancia, que no se corresponde exactamente con la Barcelona de los años 40 y 50 sino con una ciudad de calles dúctiles por las que corren los niños de la posguerra intoxicados de películas del cine y novelas de kiosko. La cultura de Marsé tiene una base popular, y la de Pérez Andújar también. Pérez Andújar se reivindica como narrador de los barrios del extrarradio, un lector de tebeos en edificios grises de hormigón, un hijo de obreros industriales que ha acabado siendo novelista.

El escritor de barrio obrero: Recuerdo una anécdota que he leído sobre Juan Marsé: Carlos
Barral, que era su editor, le dijo que necesitaban un escritor obrero, como él, y Marsé les dijo a los editores y poetas que trabajaran ellos de obreros, que él quería escribir y vivir de ello. Pérez Andújar es hijo de obreros industriales que no escriben en las ciudades dormitorio de los alrededores de Barcelona, castellanohablantes, en las que se oyen acentos andaluces, extremeños, murcianos, en las que se canta copla y se trabaja de sol a sol en las cadenas de montaje.

Los niños que fueron: Marsé es un niño de los años 40 y Pérez Andújar es un niño de los años 70. El mundo era muy distinto entre una infancia y la otra. Los dos han sido niños que huyeron de la grisura de sus barrios a lomos de sus sueños y sus lecturas.

Esa puta tan distinguida: En muchas de las novelas de Marsé se habla desde la infancia, pero no es el caso de Esa puta tan distinguida. En ella, su narrador, un escritor que podría ser el propio Marsé, es contratado en los ochenta para escribir el guión de una película basada en un crimen real. Marsé, o su narrador, que no se fía nada del cine español y sus productores, acepta el encargo porque es un dinero mercenario que le vendrá bien, y empieza a entrevistarse con el hombre que cometió aquel crimen, un asesinato que fue muy conocido en las secciones de sucesos de los años de la infancia del narrador, que vagamente lo recuerda. El asesino, que trabajaba como proyeccionista en un cine, lo que hace que el cine esté en toda la novela como camino de entrada y salida, tiene problemas de memoria. Los dos son mayores, conversan, el escritor le gasta bromas sobre la memoria, comparten cervezas en su terraza y el guión avanza con dificultad. Uno de los puntos más interesantes de la desmemoria del asesino es que recuerda el asesinato pero no recuerda por qué lo cometió. El escritor que debe hacer el guión no se acaba de creer esa explicación.

Los príncipes valientes es, a su modo, una novela de formación. También es un libro de memorias. Pérez Andújar pasea por sus recuerdos de la infancia y primera adolescencia tratando de leer en ellos cuáles fueron los primeros pasos que lo llevaron a querer ser escritor. Ser escritor, para Pérez Andújar, era una manera de huir de la realidad, como lo era pasear sin rumbo, leer tebeos o leer los extraños libros que su amigo le dejaba. En eso creo que se parece a Marsé, y seguramente ha aprendido algunas cosas de él. El libro de Pérez Andújar tiene una lectura muy agradable y algunas ideas que se quedan por la cabeza del lector. Pero quizá le falta mancharse un poco más. Marsé en su novela habla por boca de su personaje de la diferencia entre los buenos prosistas y los buenos novelistas. Dickens es el mejor novelista, afirma. Y los lectores de Marsé que también hemos leído a Dickens entendemos que se puede ser el mejor novelista sin ser el mejor prosista, y a qué se refiere exactamente. Marsé busca ser más novelista que prosista, y a ello ha dedicado su obra. Pérez Andújar, en este primer libro suyo que leo, me ha parecido más prosista que novelista.

Felices lecturas

Sr. E