viernes, 27 de abril de 2018

El elefante desaparece, de Haruki Murakami


El elefante desaparece, de Haruki Murakami (Tusquets)

En 31 canciones Nick Hornby decía que si alguien sin demasiado conocimiento musical ni de su persona se pusiera a limpiar su colección de discos podría llegar a la conclusión, totalmente errónea, de que su cantante preferido era Bob Dylan, por distintos motivos, pero entre otros: por la cantidad de discos que poseía, la amplitud que recorrían dentro de su carrera, por lo bien conservados que estaban e incluso por todo lo que sabía sobre ellos. Pero era algo totalmente erróneo, primero porque no le gustaba tanto Dylan, y segundo porque sabía que había verdaderos fanáticos de Dylan por ahí fuera, él los conocía, y ninguno lo tomaría por un verdadero seguidor. Creo que si esa misma persona pusiera orden en mi biblioteca podría llegar a la también exagerada conclusión de que uno de mis escritores preferidos es Haruki Murakami. Tengo un número bastante grande de sus libros, y más o menos estoy enterado de sus novedades (numerosísimas, entre nuevas obras, libros que nunca habían salido de Japón y ahora llegan a España, curiosidades). En 2011 ya escribí un cuento, titulado como este blog, Cuentos pendientes, en el que el narrador, un aspirante a escritor tras cuyo disfraz había quizá demasiado de mí, confesaba que leía con asiduidad a Stephen King y a Murakami y que seguía sin saber si le gustaban. Tantos años después tengo una opinión más formada sobre ellos, seguramente haya leído unos 10 libros de cada uno y siga sin poder contestar con un Me gusta / No me gusta.

En el caso de Murakami creo que eso me sitúa en una tercera España saludable. A Haruki Murakami parece que se le adora o se le odia a muerte. Y yo no estoy ni entre quienes le aplauden ni entre quienes le dispararían una bala por la espalda si pudieran. No me parece un escritor de los de primera ni me parece que sus libros sean malos. Algunos me gustan bastante (Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, 1Q84, Sauce ciego, mujer dormida, Kafka en la orilla), otros menos (La caza del carnero salvaje, Baila, baila, baila) y otros me parecen poca cosa o algo menos (Tokio blues, After dark, Los años de peregrinación del chico sin color, Hombres sin mujeres).

De su labor como cuentista, Hombres sin mujeres es una colección de relatos en la que no llegué a interesarme en ningún momento. Algunos (la mayoría) de los cuentos de Sauce ciego, mujer dormida me parecen valiosos. Exagerando un poco podría decir que se aire buscadamente salingeriano alcanza por momentos el nivel del propio Salinger. El elefante desaparece busca seguir esa misma línea pero funciona algo peor. Aquí el número de cuentos que funcionan realmente bien es más escaso. Ya ha explicado muchas veces Murakami que empezó a escribir ficción obligándose a hacerlo en inglés para así ayudarse a construir la historia con escasos mimbres, al limitar sus propios recursos lingüísticos. Algunos giros (aunque es verdad que leemos a Murakami traducido al español desde el japonés) sí recuerdan a la prosa inglesa, algo que sucede también en autores españoles que se han educado (nos hemos educado) leyendo prosa anglosajona traducida.

Concretando en el libro, El elefante desaparece contiene 17 relatos. El libro se publicó originalmente en Japón en 1993, y están escritos entre 1980 y 1991. Por situarnos en la bibliografía de Murakami, empezó a redactarlos tras sus primeras novelas cortas: Escucha la canción del viento y Pinball 73, y son anteriores a Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (1995), Kafka en la orilla (2002) y 1Q84 (2009) (la que probablemente sea su mejor época, en mi opinión desde luego son sus tres mejores novelas). Los dos primeros relatos están precisamente como puente entre una época novelística y otra: El pájaro que da cuerda y las mujeres del martes ya avisa en su título, y la historia de Nuevo ataque a la panadería tenía un cierto peso, a modo de pasado, en Escucha la canción del viento / Pinball 73. Son dos buenos relatos, independientemente de su relación con las novelas. Los protagonistas de todos estos relatos son los clásicos protagonistas de las historias de Murakami, hombres solos, en torno a la treintena, que parece que no acaban de madurar, melómanos o cinéfilos o lectores apasionados, y capaces de obsesionarse hasta el extremo con detalles por lo demás insignificantes de la vida, hasta el punto de reorganizar su existencia por las aventuras de un elefante del zoo.

La aparición de lo extraño en los relatos de Murakami es poco sutil. Simplemente, irrumpe. Son siempre mayoría las historias con un toque fantástico. Murakami utiliza con frecuencia (casi abusa) de la construcción de narradores a los que parece que el mundo, por trivial que sea, sorprende. Caen en epifanías de un modo continuo, y así, cuando sucede algo realmente sorprendente (si un gato empieza a hablarles, por ejemplo) entra en la lógica del relato con naturalidad. Es un recurso tramposo y que acaba agotando.

Como hacer recuento de 17 relatos sería un aburrimiento, me voy a limitar a señalar, aparte de las cuestiones generales ya marcadas, los relatos que me han parecido más destacados. Los dos primeros, como ya dije, están bien, y abren pasillos a otras novelas del autor, lo que siempre resulta interesante. Sobre el encuentro con una chica cien por cien perfecta en una soleada mañana del mes de abril es un cuento bonito, sobre solitarios sin suerte. Funciona bien, se lee con agrado y me ha dejado la sensación de que la anécdota ya estaba tal cual, o muy parecida, en otro libro de Murakami que ya había leído, pero mi memoria no ha logrado identificar en cuál. Pese al empeño en lo fantástico y extravagante que tiene Murakami en este libro (El pequeño monstruo verde, La gente de la televisión y El enanito bailarín son cuentos que por su trama podría haber abordado Mario Levrero), esa parte nunca despega. Tampoco destacan los relatos donde el narrador parece más despegado o en los que el autor se limita a una objetividad de guión de cine (Una ventana, El comunicado del canguro, La caída del Imperio Romano). Es en aquellos más próximos al realismo y a la tradición breve americana donde mejores resultados ha conseguido: Quemar graneros es un triángulo amoroso de jóvenes, uno de los cuales quema graneros como una forma de reacción a la sociedad. Puro Salinger y se lee muy bien. Silencio y Asunto de familia son relatos realistas, sobre la construcción de la personalidad en el entorno del colegio el primero y sobre las relaciones de dos hermanos, un chico y una chica, pasada la época de estudiantes, cuando ella está a punto de casarse y él se siente cuestionado por no sentar la cabeza. El elefante desaparece, pese a ser el elegido para titular la colección (lo que siempre me hace esperar como lector que tenga algo especial) no me ha parecido que tuviera demasiadas cualidades a destacar. Un hombre con una vida bastante estancada empieza a llenarla con las noticias sobre la desaparición del elefante del zoo.

Los dos mejores relatos del libro me han parecido, con bastante diferencia, y para terminar: Sueño, una historia de insomnio y libros. Aquí precisamente se sale Murakami de su habitual registro, dando el protagonismo y la voz narradora a una mujer, y le funciona mucho mejor que el nivel medio del libro. Y quizá mi preferido sea por encima de todos Último césped de la tarde, la aventura existencial de un chico joven que trabaja como jardinero, un trabajo que va a dejar pronto, y al que se entrega con la precisión y pasión de los samuráis, aunque sabe que así ganará menos dinero, pues cobra por jardín completado. Es un relato plácido, muy redondo, bien dosificado, en el que el interés del lector se consigue con casi nada, con lo difícil que eso es, y que vuelve a recordarme por encima de otros autores a Salinger.

Me imagino que volveré a leer a Murakami y que seguiré sin tener claro qué pienso de sus obras.

Seguiremos leyendo

Felices lecturas

Sr. E

5 comentarios:

  1. Hola, interesante analisis.A mi me atrae mucho lo que a usted le agota, me parece que lo sobrenatural no debería sorprendernos, tal vez esa es la razón.Pero bueno ¡Que remedio!Para gustos, los colores reza el dicho.

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    1. concuerdo con saldralaluna loque a muchos agota de Murakami me atrapa y hecha andar mi imaginación como se disfruta un buen libro .... <3

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    2. Por supuesto.
      Murakami tiene muchos puntos buenos. El primero, que siempre resulta entretenido, sin duda.
      Pero no puedo evitarlo, a veces me sobrepasa con sus repeticiones.
      Aunque sigo leyéndolo.

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  2. Creo que estamos de acuerdo en lo que se refiere a las diferencias de Murakami entre un tipo de relatos y otros. Yo también leeré alguna novela suya (de momento no lo he hecho) a ver con que Murakami me encuentro.
    No sé si te has pasado ya por mi blog, si no es así, me encantaría que lo hicieras.
    Un abrazo!

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  3. Hay novelas muy variadas entre las suyas, sin duda. A mí las que más me han llegado a convencer (en distinto grado) han sido Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Kafka en la orilla y 1Q84. Por si quieres apuntar alguna y echarles un ojo.
    Encantado de visitar tu blog. (ponme enlace, porfa).
    Saludos cuentistas.

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