viernes, 29 de abril de 2022

Desde dentro, de Martin Amis

 Desde dentro, de Martin Amis

 

Leí Experiencia, de Martin Amis, hace cosa de quince años (me parece que todos los libros que me han marcado, para bien y para mal, como lector y escribidor, los leí hace quince años, aunque esos quince años no son una referencia fiable, son solo una barrera mental, un tótem) y me convenció, junto con La información, de que Amis era realmente un escritor de primera, único en lo suyo (fuera lo que fuera) y que era la clase de escritor que nunca ganaría un Nobel (alguien de aquella generación tantas veces llamada Granta lo ganaría, porque esto es como cuando un equipo de fútbol gana todos los torneos a la vez, algún jugador se llevará el Balón de oro, hay que decidir cuál; el elegido aquí fue Ishiguro, hay mucho que comentar al respecto) y que acabaría mal (literariamente).

No sé por qué tenía yo ya aquellas dos sensaciones, pero se han ido cumpliendo. Cada vez se le hace menos caso y, no nos engañemos, cada vez ha ido haciendo libros más insustanciales, menos importantes, menos ambiciosos y menos conseguidos. Leí que incluso tuvo problemas para que Anagrama (su editorial de siempre en España) publicara alguna de sus últimas novelas. Amis, siempre lo digo, podría no volver a escribir nada bueno, que aun así tendría un póker para enseñar al final de la jugada y quedarse en un lugar muy alto entre los escritores de su generación. No hay tantos (hay muy pocos) autores vivos que puedan competir con una jugada compuesta por Dinero, Campos de Londres, La información y Experiencia.

Pasaron esos quince años (sean más reales o más simbólicos) y vi que había prestado (y perdido, no siempre es así, pero aquí sí) La información, y ahora es un libro bastante difícil de encontrar y que no tenía Experiencia (nunca lo había tenido, lo leí en la biblioteca y había releído pasajes de esa misma copia de la biblioteca; hay libros en los catálogos que deberían venir a nuestro nombre). Conseguí Experiencia a un precio de locura (no recuerdo exactamente si fueron 2 o 3 euros) en un mercadillo de libros y me puse a releerlo. Y como decíamos en la anterior entrada, qué más da si es autoficción, memoria, no – ficción o un ajuste de cuentas con el olvido y un padre novelista. Es un librazo y como tal hay que tratarlo, dejarlo que nos vapulee y manipule, disfrutarlo y decirle hasta la próxima, aunque nunca se va del todo.

Mientras lo releía, crecía en mí esa sensación que tenemos con algunos libros, ese miedo a que se nos acabe lo bueno. Y vi que era el momento de aprovechar y hacerme con Desde dentro, antes de que desapareciera, y leerlo.

En Desde dentro volvemos al terreno conocido de la memoria y la reflexión, de la experiencia, otra vez. Aunque en esta ocasión los temas centrales son otros. No hay tanta figura del padre (aunque sí la hay, pero son los padres únicamente literarios, los elegidos, esos Bellow y Nabokov con los que siempre le gusta relacionarse) ni tanto accidente como en aquel otro libro.

Desde dentro tiene una estructura peculiar, en la que se nos invita a entrar como si se nos fuera a explicar, desde el interior, cómo se construye una obra literaria. ¿De ficción o de no – ficción? Otra vez quedará esa pregunta sin responder. Tampoco va a salir uno de esta lectura habiendo aprendido nada que pueda aplicar a su escritura. Pero habrá entrado en el taller de palabras de Martin Amis. Y hay (lo reconocerá cualquiera, aunque sus libros no le entusiasmen, ni los pasados ni los futuros) pocos autores que le saquen tanto brillo a las palabras como él. Un buen amigo, que leyó La información (y no fue quien se quedó con mi ejemplar) me dijo que era difícil encontrar esa calidad de prosa en demasiados autores. Estoy de acuerdo.

Por su taller pasan sus obsesiones, sus amigos (aparece especialmente Christopher Hitchens, el amigo raro, el amigo perdido, el autor de otra maravilla de la ficción como son sus memorias, Hitch – 22), sus maestros, sus lecturas.

Sus amores y desamores. El sexo como fuerza motriz de la vida. El miedo a la muerte (literal y literaria). El deseo. Las peleas. Los hijos y la relación cambiante con esos seres que van creciendo y llegan a la edad de cuestionarnos.

Estamos ante un libro que es la vida, que es una vida pero tiende puentes hacia la de casi cualquiera de sus lectores. Un libro que también es como una casa enorme y acogedora, llena de recovecos donde tumbarse a reflexionar, de ventanas desde las que mirar hacia fuera. También una casa que a veces nos quiere echar fuera, que nos duele.

Un libro que vale mucho la pena abrir, para caerse en su interior. Y que recomiendo que, quien pueda, lea en tándem con Experiencia, para doblar la apuesta y ver que la vida cambia tanto en veinte años como apenas cambia en veinte años. ¿Contradictorio? Claro. Pero también muy real.

Seguiremos leyendo

Felices lecturas

Sr. E

1 comentario:

  1. Repasando mi lista de libros leídos veo que tengo varios de Martin Amis (Campos de Londres, Perro callejero, Tren nocturno, Dinero, y El libro de Rachel) y uno de Kingsley Amis, su padre, (La suerte de Jim). Y así como Ian McEwan, Julian Barnes o Kazuo Ishiguro me han dejado ideas y recuerdos con sus novelas (sobre todo Ian McEwan), Amis no me ha dejado excesiva memoria. No sé bien por qué.
    Buscaré estos libros que dices.
    Un beso.

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