lunes, 7 de septiembre de 2015

La habitación de Nona, de Cristina Fernández Cubas

La habitación de Nona, de Cristina Fernández Cubas
Ed. Tusquets (2.015)

El último libro de relatos de Cristina Fernández Cubas había sido Parientes pobres del diablo, editado en 2.006. En 2.008 Tusquets editó Todos los cuentos, que incluía sus cinco libros de relatos hasta la fecha y que fue un relativo éxito (fue sin duda un acontecimiento dentro del mundo de los lectores de relato breve en España que estamos pendientes de las novedades, que podemos ser ¿5.000?; ni idea; por lo que tengo entendido las tiradas de las editoriales señeras del género no suelen pasar de los 1.000 – 1.500, y no sé cuánto tirarán Anagrama o Tusquets de los pocos autores españoles de relato a los que editan con regularidad, hago recuento y me salen Sergi Pàmies y Quim Monzó en Anagrama y Fernández Cubas en Tusquets). Han pasado nueve años sin nuevos cuentos de la autora, lo cual son muchos años, pero tampoco es algo extraño en ella, pues parece ser una autora que macera bien sus historias y debe selecciona mucho lo que publica. Van seis libros de cuentos desde 1980, y cuando publicó Parientes pobres del diablo en 2.006 salía de 12 años de silencio en el género, desde que en 1.994 apareciera Con Agatha en Estambul.

La habitación de Nona recupera motivos y tonos habituales en la narrativa de Cristina Fernández Cubas. Los que la hayan leído con anterioridad reconocerán rápidamente el estilo y las obsesiones de la escritora, y quienes la lean por primera vez se sentirán pronto en casa. El libro está compuesto por 6 relatos, algunos de los cuales se acercan más a la longitud y desarrollo de una nouvelle que de un cuento, y en los que lo fantástico, en la mayoría de los casos, aparece como una segunda piel de la realidad. La sintaxis de Fernández Cubas es elástica y musical y se adapta bien en cada momento a lo que está contando, y el lector aficionado al género reconocerá distintos motivos clásicos de la narrativa fantástica en estos relatos, a los que la autora dota de su toque personal. 

“y enseguida, nada más fijarme en sus caras, comprendí de golpe varias cosas. Que Nona no era francesa, en primer lugar. Y, sobre todo, que la palabra <<especial>> no significaba forzosamente algo muy bueno”. pg. 17

El libro tiene como cita inicial la siguiente frase de Albert Einstein: “La realidad es simplemente una ilusión, aunque muy persistente”. Es una idea que sobrevuela todas sus páginas, y como ya he dicho, prácticamente toda la obra de Fernández Cubas (he leído toda su narrativa breve). Esta idea, así como otra cita que se le atribuye a Einstein en el relato La nueva vida y que habla de la coincidencia de presente, pasado y futuro son dos ideas que se repiten casi con las mismas palabras en otros puntos del libro. La autora traza una muy débil frontera entre lo que es y lo que aparece, lo imaginario y lo real. El estilo es lírico y clásico, y siempre le he encontrado muchas similitudes a las historias de esta autora con las Historias fantásticas de Bioy Casares, que no es, ni mucho menos, el único modelo, pues la escritura de Fernández Cubas, por su desarrollo y por el largo tiempo que se toma para elaborar cada uno de sus libros, como si los estuviera destilando, hace pensar en una autora que ha bebido de toda la tradición que viene desde Poe hasta encontrar su propia fórmula.

“Alicia respiró hondo. No sería un robo, sólo un préstamo. Nadie la había visto subir. La casa no tenía portera ni se habían cruzado con nigún vecino. Y, además, ¿quién creería a la vieja?” pg. 54

Los seis relatos que componen La habitación de Nona son: La habitación de Nona, Hablar con viejas, Interno con figura, El final de Barbro, La nueva vida y Días entre los Wasi – Wano. Los que más se acercan al fantástico clásico son los dos primeros y La nueva vida. La habitación de Nona nos cuenta, desde la perspectiva de su hermana, la vida de Nona, una niña especial, y la autora juega con los múltiples sentidos de la palabra especial, así como con la fuerza de la imaginación, hasta el punto de cuestionar la existencia real de la narradora. Hablar con viejas es un relato que parte de una situación de actualidad como es la posibilidad de que a una chica joven vayan a desahuciarla hasta acabar en lo más parecido a un relato de terror que encontraremos en el volumen, siendo una vieja en apariencia inocente con la que la joven entablará conversación el medio elegido para ese salto. Interno con figura nos sitúa en un museo frente a un cuadro titulado Interno con figura en el que una mujer está interesada observando cómo un grupo de niños ve dicho cuadro (que de hecho también es la imagen que aparece en la portada del libro). En ese cuadro hay un niño que parece estar escondiéndose, y la mujer que analiza a los niños que están viendo el cuadro empieza a fantasear sobre los motivos que pueden llevar a una de esas niñas que miran el cuadro a tener miedo de sus padres. El final de Barbro es un relato de ambiente familiar. De familia que se desintegra, o al menos se desestabiliza ante la aparición de un nuevo miembro, la Barbro del título, la nueva mujer del padre, ante cuya presencia las tres hijas se pondrán a la defensiva. La nueva vida es probablemente, junto a Interno con figura, el cuento en el que la protagonista está más cerca de la autora, y de las circunstancias por las que Cristina Fernández Cubas ha pasado en los últimos años. Una mujer que se ha quedado viuda después de muchos años de relación viene de Barcelona a pasar unos días a Madrid y se plantea que debe iniciar su nueva vida, aunque no sabe cómo podrá hacerlo. Esas ganas de afrontar el futuro acabarán llevándola a un viaje al pasado, en la línea de la frase de Einstein que sitúa en el mismo plano de la realidad al pasado, al presente y al futuro, entrelazados.

“Y nos quedamos de piedra, sin poder hablar. De piedra y sin palabras. Porque las piedras no hablan ni sienten ni tienen emociones. Las piedras son sustancias minerales de consistencia dura y compacta”. pg. 89

La habitación de Nona, Hablar con viejas y La nueva vida son los tres relatos que siguen de una manera más clásica los parámetros de la literatura fantástica. La última historia, Días entre los Wasi – Wano, es por longitud prácticamente una nouvelle, como dirían los franceses. No es demasiado frecuente esta longitud de en torno a 50 – 60 páginas en la narrativa breve española, y todos los autores que la practican coinciden en su dificultad. Es, sin embargo, una distancia en la que Fernández Cubas se desenvuelve perfectamente, como se veía en Parientes pobres del diablo, un libro de sólo tres historias, todas ellas de estas características, y tal vez Días entre los Wasi – Wano sea el mejor relato del libro. Aquí lo fantástico viene del interior de la mente de la niña narradora, y no hay trastornos que lo justifiquen. Se trata del puro poder de la imaginación. Es un relato que nada más iniciarlo llevó mi memoria lectora a recordar La fiebre azul, primer relato de Parientes pobres del diablo. Una casi adolescente y su hermano pequeño son enviados a pasar el verano con su tío, que les contará mil historias sobre la tribu de los Wasi – Wano, una tribu que quizá ni existe (o sí, pero no de la manera habitual en la que existen las tribus), y que les servirá de gancho para aprender que existen otros caminos en la vida aparte de los más trillados, pero que ningún camino lo es sólo de rosas. Fernández Cubas, como en muchas de sus historias, nos retrotrae a la infancia y a su desbordada imaginación, dejándonos al final de sus páginas un regusto melancólico por la capacidad para intercalar lo extraordinario entre lo rutinario que hemos perdido.

“De todos los epítetos con los que la familia despachaba con regularidad su alegre existencia, Viva la Virgen era el que más me intrigaba y gustaba al mismo tiempo. Los imaginaba en la intimidad de su hogar, en el comedor, en la cocina, en el dormitorio, cogiendo hatos de ropa, sábanas, manteles, alzándolos al aire y dejándolos caer al grito de ¡Viva la Virgen! Con las cacerolas y sartenes pasaban aún mejor. ¡Viva la virgen!” pg. 138

Siempre he emparentado el acercamiento al fantástico de esta escritora, que muchas veces se aprovecha de la mirada de los niños y adolescentes, tan impresionables y sugestionables, con las primeras historias de Adelaida García Morales, una autora que empezó a publicar en fechas cercanas a Fernández Cubas, que tuvo bastante más éxito que ella (gracias sobre todo a la adaptación de Víctor Erice de la película El sur) y que pasó pronto a una segunda línea. El prestigio de Fernández Cubas, por el contrario, ha tenido un crecimiento bastante más lento, pero siempre constante, y cada uno de sus nuevos libros parece situarla en un nuevo punto máximo de su trayectoria. En la solapa de presentación de la autora, se cita una frase del profesor Pozuelo Yvancos referida a Cristina Fernández Cubas: “la mejor cuentista de la literatura española”. ¿Lo es? Siempre parece muy atrevido entregar títulos como ése, pero si nos sentimos en la obligación de entregarlo, desde luego es una buena candidata.

“Y hago lo único que puedo hacer. Escribo un cuento”. pg. 77

Más reseñas el próximo lunes

Sr. E

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