Recomendaciones de libros para el verano
¿Y quién soy yo para andar proponiendo listas de libros para leer en verano? Eso me gustaría saber. He decidido hacerlo porque en las últimas semanas son bastantes las personas, ya sean amigos, familia, compañeros de trabajo, que me han pedido que les recomiende uno o dos libros para el verano. Me lo han pedido lectores irredentos y esas personas que sólo suelen leer en vacaciones, y que en verano disfrutan de la mayoría de sus horas de lectura anuales. Me parece una responsabilidad que alguien que lee habitualmente me pida que le recomiende un libro. Pero me parece casi más responsabilidad que lo haga alguien que lee poco a lo largo del año, pues un porcentaje muy alto de sus lecturas de 2.016 dependerá de mi consejo. Para unos y para otros, he decidido sistematizar un poco algunos libros que todos pueden disfrutar en verano. Los he clasificado de manera arbitraria en categorías y subcategorías que se ajustan, aproximadamente, a lo que algunas de esas personas me han pedido al explicarme lo que les gustaría leer. Otras categorías simplemente me apetecía hacerlas así.
Novelas del siglo XIX que fueron escritas en el XX a.k.a. Novelones de alta calidad literaria para no soltarlos en todo el verano: Trilogía de Deptford, de Robertson Davies (Libros del Asteroide), Sombras sobre el Hudson, de Isaac Bashevis Singer (Zeta Bolsillo), El mago, de John Fowles (Anagrama), Las aventuras de Augie March, de Saul Bellow (DeBolsillo). Son libros que yo he disfrutado en distintos momentos vacacionales de los últimos años, cuando podía cogerlos y no soltarlos en horas. Bashevis Singer y Bellow son Premios Nobel, y creo que son de los Nobel más narrativos y accesibles que se pueden leer. Robertson Davies es una especie de Dickens canadiense que también estuvo muy cerca de ganar el Nobel en los años 90. El libro de Fowles hay que leerlo para poder describirlo. Las cuatro son grandes novelas y las cuatro son novelas que tratan de recoger el mundo en su interior, son novelas totales, aspiran a ser todo eso que en el siglo XIX definieron los grandes maestros que debía hacer una novela.
Bestsellers para leer sin prejuicios, dejarse sorprender y disfrutar: Cementerio de animales, de Stephen King (DeBolsillo), Los atormentados, de John Connolly (Tusquets), American gods, de Neil Gaiman (Roca), El poder del perro, de Don Winslow (DeBolsillo). Tengo bastante claro cuál creo que es el mejor libro de Gaiman y cuáles son los mejores de la serie del detective Charlie Parker de John Connolly. Creo que nadie duda de que El poder del perro parece escrito por un autor diferente al de los demás libros de Don Winslow. Eso hace que me parezca relevante destacar que he elegido Cementerio de animales como podría haber elegido otros 5 – 6 libros de King, y probablemente no crea que es su mejor novela, o sí, pero sí estoy convencido de que en una encuesta a 10 lectores más o menos frecuentes de Stephen King a los que se les pidiera un título que recomendar a un lector para empezar con su obra, ninguna respuesta se hubiera repetido más de dos veces.
Fascinantes novelas contemporáneas que todos deberían leer para entender el mundo un poco más o para entenderlo un poco menos: Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño (Anagrama), Escenas de una vida de provincias, de J. M. Coetzee (Mondadori), cualquiera de DeLillo (Austral y Seix Barral), tal vez empezar por Ruido de fondo, cualquiera de Philip Roth (Debolsillo y Mondadori), tal vez empezar por Pastoral Americana, La información, de Martin Amis (Anagrama). Los buenos libros de Amis y casi todos los de Philip Roth y de DeLillo nos explican el complicado mundo en el que vivimos. Un mundo mutante, egoísta, caprichoso, que se ha transformado mucho en los últimos 50 años y que sigue en permanente cambio. Cuanto más se lee a Coetzee menos se entiende uno a sí mismo. Pero es una manera de no entenderse que de alguna manera lo acerca a algo esencial de su interior, sea lo que sea. A Bolaño hay que leerlo.
Clásicos poco leídos: El desierto de los tártaros, de Dino Buzzatti (Ed. Gadir y Ed. Alianza), El maestro y Margarita, de Mijail Bulgakov (Alianza). El desierto de los tártaros me parece uno de los grandes libros del siglo XX, y sigue siendo una obra que sólo conocemos unos pocos iniciados en ella, todos ellos fanáticos de la misma, profetas de la maravillosa experiencia que supone. El maestro y Margarita es una novela muy divertida, por un lado. Y tiene muchas lecturas derivadas de muchos de sus pasajes, por otro. Y creo que muchas veces no pasa de un título en una lista de novelas rusas del siglo XX o de obras que hicieron que el stalinismo le complicara la vida a sus autores, cuando es, sobre todo, un gran libro.
Una lectura de moda que merezca la pena: Crónicas del desamor, de Elena Ferrante (Lumen), Canadá, de Richard Ford (Anagrama). El concepto de moda es difuso, lo sé, pero bueno, se habla mucho de ambos autores dentro de los autores literarios a los que los buenos lectores respetan y admiran. ¿No?
Un libro de un autor joven: Todos los miedos, de Miguel Angel González (Siruela), El estado natural de las cosas, de Alejandro Morellón (Caballo de Troya). Es difícil lo de autor joven. Me da la sensación de que si me piden un autor joven me piden que sea poco conocido y que el libro sea de los últimos meses. ¿Valdría entonces citar a Sara Mesa o a Elvira Navarro, aunque ambas tengan más visibilidad o algunos de sus libros más años? Por si es válido, no dejaré de recomendar Cuatro por cuatro y Mala letra de Sara Mesa y La ciudad en invierno y La trabajadora, de Elvira Navarro. Centrándome en los dos títulos iniciales, me indigna que se esté hablando tan poco de Todos los miedos, que es una novela sensacional, potente y muy inquietante, como me ha destacado toda la gente que ha hecho caso de mis recomendaciones y la ha leído. Me canso de leer artículos sobre jóvenes promesas que han escrito algo que no está mal pero … y que no se esté dando mucha más visibilidad a uno de los mejores libros de este año me parece grave. El libro de Alejandro Morellón debo reconocer que me pilla un poco justo como para recomendarlo, porque lo pedí por correo y me acaba de llegar prácticamente, y llevo sólo 4 de los 7 relatos que lo componen leídos, y antes de avanzar quiero releer el cuarto, pero lo doy ya por recomendable porque he descubierto a un autor valiente, con un mundo estético propio que se atreve a desarrollar hasta el fondo en sus perturbadoras narraciones, y sólo por eso merece la pena que los lectores de verano se interesen en él.
Libro de cuentos para disfrutar de principio a fin: Final del juego, de Julio Cortazar (Punto de Lectura), Pájaros de América, de Lorrie Moore (Salamandra), Aquí empieza nuestra historia, de Tobias Wolff (Alfaguara), La geometría del amor, de John Cheever (Emecé). Los libros de Cheever y de Wolff juegan con ventaja ya que son antologías. Aún así no es fácil que un libro de relatos mantenga un nivel cercano al 10 en todos y cada uno de sus relatos, y todos estos lo logran sobradamente, cada uno a su manera. Advertencia: Final del juego puede impulsar a aquel que lo lea a pensar que escribir cuentos es fácil, porque todo encaja tan maravillosamente y parece tan sencillo que es engañoso. Ahora bien, el imprudente que se lance a escribir bajo la sombra de Cortázar irá descubriendo poco a poco las infinitas dificultades que debe ir resolviendo para que la sencillez aparente reluzca y todo parezca tan natural. Todo parece un juego, como el título advierte, pero no hay nada tan serio como el juego, como decía el filósofo.
Libro de cuentos que darán grandes satisfacciones en algunas páginas y en otras menos, pero que aportarán mucho a quien los lea, al menos un punto de vista distinto sobre la existencia: Extinción o Entrevistas breves con hombres repulsivos, de David Foster Wallace (DeBolsillo), Cuentos completos, de Fogwill (Alfaguara), El cerebro musical, de César Aira (Mondadori). No son libros para cualquier paladar, pero también hay whiskys y platos de cocina con ciertos matices que no todo el mundo sabe valorar. Aquí, entre páginas a veces irregulares, hay verdaderas joyas para rastrear y releer obsesivamente.
Un libro para obsesionarse y a partir del cual pensar en fundar una religión: La novela luminosa, de Mario Levrero (DeBolsillo). Después de algunos años en casi desaparición, parece que DeBolsillo la está recuperando. Y otros muchos más libros de Levrero.
Para ver el mundo de otra manera: Relatos completos, de Franz Kafka (Valdemar), La vida, instrucciones de uso, de Georges Perec (Anagrama), Diarios de las estrellas, de Stanislaw Lem (Alianza).
Algo distinto para probar: El cuarteto de Red Riding: 1974, 1977, 1980, 1983, de David Peace (Alba Editorial). Me atrevería a decir que David Peace es incluso mejor que Ellroy y que el mundo de violencia latente y a la vez poética que describe está aún más enloquecido que el de Ellroy. Me he atrevido a decirlo. Dicho queda.
Espero que alguno de estos libros os dé grandes satisfacciones durante las vacaciones.
Felices lecturas
Sr. E
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