sábado, 30 de marzo de 2024

Declaración trimestral: lecturas de enero a marzo de 2024

Declaración trimestral: Lecturas de enero a marzo de 2024


Voy a intentar darme un paseo por aquí aunque sea cada tres meses y reflexionar un poco sobre lo que he ido leyendo. Escribir y explicar me ayudan a entender mejor lo que leí, supongo que como a todos.

Han salido buenas lecturas, muy buenas en muchos casos, al pensar en este trimestre. Novela, ensayo, relato, libros de esos que no sabes muy bien dónde poner pero que sin duda son de los más interesantes que uno se puede encontrar.

Como se trata de ordenar mis ideas y de que quien se acerque por aquí apunte algún título recomendado, voy a evitar hacerme mala sangre (ya me la hice en el momento de la decepcionante lectura) y no hablaré mal de algunos libros fenómeno que no justifican ningún tipo de pirotecnia alrededor. Y no hablo de bestsellers con escasa calidad o de subproductos variados. A esos no suelo acercarme. O si me acerco sé lo que son y lo que se puede esperar. Hablo más bien de libros que críticos, reseñistas, comentadores en radios y en podcasts y el habitual largo etcétera recomiendan y que no tienen sustancia alguna. No hablemos de los gustos de cada cual. A mí no me gusta Antonio Lobo Antunes pero veo que es literatura de primera. Y me gustan escritores que no son los mejores prosistas del planeta. Deberíamos saber qué es un buen libro, qué es una buena novela, un relato bien construido o un ensayo que aporta algo. Creo que con cierto bagaje lector encima sabemos de sobra, leyendo un capítulo o un par de páginas cuándo un libro es banal. Decíamos que no veníamos a hacernos mala sangre.

Libros que terminé en enero pero venían casi del año pasado:

Me pasó con dos libros de Carrère. El estrecho de Bering es una buena lectura. No es un Carrère top pero se lee bien, y tiene interés por lo que cuenta, una historia de la ucronía y por lo tanto una historia de lo que no ha sucedido. Y es interesante porque Carrère parece que está tomando notas y escribiendo para sí mismo y nos va preguntando qué hubiera pasado si... enlazándolo con decenas de obras y situaciones históricas. El otro libro de Carrère que cambió conmigo de año fue V13. Son las crónicas del juicio por el atentado de la sala Bataclan de París, en noviembre de 2015. Confieso que llegué a él desde la pereza. Me parecía que sería un refrito de aprovechamiento de la editorial. Ya que Carrère había estado escribiendo para la prensa sobre el juicio, lo empaquetamos, encuadernamos y vendemos. Lo estuve viendo semanas en la biblioteca y me resistía. Y en un momento bajé la guardia y lo cogí y es un libro de primera. Son crónicas periodísticas del juicio pero todas juntas tienen una coherencia y una hondura que te va haciendo un nudo en la garganta. Seguramente fue el primer gran libro que he leído este año.


Algo divulgativo: Disfruté como un enano, algunas semanas después, de Historia de las especies invasoras, de Ángel Luis León. Mi formación académica es científica pero la Biología es una de las disciplinas de las que menos sé en el mundo. Posiblemente mi último curso reglado en Biología fue 3º de la ESO y nunca he sentido mucho interés por leer sobre ella. He leído mucho más, alejado de mi formación, sobre historia, sobre sociología, sobre cine y artes. Me encantan, eso sí, los libros de curiosidades. Y este lo es. Empieza con los hipopótamos del zoológico de Pablo Escobar, convertidos en reyes del entorno desde que se escaparon, y desde ahí va hacia arriba. Noto, cuando leo divulgación y ensayo, en general y con lo que tiene de injusta la generalización, una diferencia evidente entre el ensayo y la divulgación que viene del ámbito anglosajón y una tradición más centroeuropea y francesa, que marca más el molde en España. La diferencia se manifiesta en la calidad narrativa. En la intención de llevarte por el tema con imágenes potentes y un ritmo bien llevado. Cuando leo divulgación espero algo así. Y aquí está. Es un libro estupendo, supongo que poco conocido, y muy disfrutable para cualquiera con curiosidad. Edad de 10 a 99 años, como se suele decir.

En una línea parecida, brillante, entretenido y capaz de conducirme por el mundo de la biología, aquí especializándose en la genética y no en la zoología, Tiene la sonrisa de su madre: poder, deformación y potencial de la herencia, de Carl Zimmer es otro libro estupendo. Divertido, lleno de conocimiento y relacionando la herencia genética con todos los ámbitos en los que la herencia, desde lo más material a lo más espiritual, puede aparecer.

He leído estos meses un libro que no conocía de Carson McCullers, Reloj sin manecillas, y solo puedo decir que todo lo que se lee de Carson McCullers vale la pena. Es una novela delicada, brillante. Fue el último libro que Carson McCullers escribió y el tema central podríamos decir que es la muerte. Un farmacéutico de un pequeño pueblo sureño se enfrenta al diagnóstico de una enfermedad mortal y debe aprender a convivir con ello. Su visión del mundo cambiará (cómo no va a hacerlo) y me recordó a la película (estupenda), Living, de hace un par de años, remake de Vivir de Kurosawa.


Un gran descubrimiento: Llegué a su nombre por una recomendación vista en redes sociales, no recuerdo exactamente dónde. Algo bueno tienen también las redes, no se lo neguemos. Leí y apunté el nombre de André Dubus y viendo que lo editaba Gallo Nero y lo bonitas que eran las portadas fui a la biblioteca a por algo. Leí Vuelos separados, que fue la primera colección de relatos publicada por el autor, en 1975. Y fui a comprarla para poder releerla a no mucho tardar y subrayar y apuntar sobre ella. Hay al menos dos relatos ahí dentro a los que el calificativo de obra maestra no les queda grande. Y después pude leer Adulterio y puedo decir lo mismo. Estoy esperando la creo que inminente publicación de Encontrar una chica en América para volver a entrar en ese mundo de historias de parejas que se rompen, de tristezas íntimas y de decepciones y miedos. La obra de André Dubus, esos relatos tan estupendos, me llevaron a plantearme por qué unos autores americanos nos llegan y nos los venden como los grandes autores de su generación y otros nos acaban llegando casi cincuenta años después y son escritores de primera. Me gusta Carver, o me gustó Carver, pero me pregunto qué tenía Carver para que nos bombardearan con él y para que fuera la entrada a un canon en el que empezamos muchos a leer a finales de los noventa y primeros dosmiles y no tenían Tobias Wolff o Lorrie Moore o André Dubus o Deborah Eisenberg. Y ya sé que Lorrie Moore es muy conocida, pero no como Carver, y Tobias Wolff tuvo unas cuantas obras en España, y hasta sus cuentos completos, pero sin comparación con lo que había alrededor de Carver hace veinticinco años.


Algunos clásicos: He leído algunos clásicos. Y los he disfrutado. He vuelto a leer La casa lúgubre (anteriormente titulada como Casa desolada) y confirmo que me parece el mejor libro de Dickens. He leído, y nunca lo había hecho, Madame Bovary. Me encantó. Es absurdo que yo diga eso, ya lo sé, porque al final los clásicos son los que deben. Disfruté también la breve lectura de la edición con El crimen de la Calle Fuencarral y El crimen del cura Galeote, de Pérez Galdós. Algún día terminaré de leer, que lo cojo y suelto por temporadas, Las ilusiones perdidas, de Balzac.


Disfruté mucho, aunque: De Lake Success, de Gary Stheyngart. Lo leí con ansia. Lo devoré, como se suele decir. Es una novela muy bien armada. Una obra pop nihilista sobre yonquis del éxito y el dinero que descubren que la vida no va siempre cuesta abajo, esencialmente. El aunque, los peros, los tengo por ahí. Creo que no es para cualquiera. Pero creía que no era para mí. Lo cogí en la biblioteca sin tener muy claro por qué y lo disfruté. Pero dejo la advertencia de que no a todo el mundo le convencerá.


Libros anfibios: Tengo apuntados tres libros que me gustaron mucho, cada uno por sus motivos, y que creo que no pueden ser más distintos entre sí. Los últimos días de Roger Federer, de Geoff Dyer, toma a Federer como excusa e hilo conductor y escribe sobre el final. El final por la muerte, el final por el abandono, el final por el olvido, el final por la rendición. Es un libro corto, poético, con capítulos más cortos. Se lee a sorbitos, si puede ser al sol de invierno, con un té cargadito o un buen café en la mano. Buscaré más libros del autor, que parece tener intereses muy variados y obras sobre temas diversos. No creo que vaya a leer algo mejor este año que Las cosas que llevaban los hombres que lucharon, de Tim O´Brien. Es novela pero no es ficción pura. Tampoco es memoria ni crónica. Es un poco de todo y es una experiencia de lectura brutal sobre lo que tener 20 años y pasarte dieciocho meses en Vietnam puede suponer. ¿Cómo se vuelve de algo así? ¿Se vuelve? ¿Es posible? ¿Qué pasa con los fantasmas de los que no vuelven? Todo eso está en el libro, y la lectura tira tanto de ti como la sensación de que deberías dejar de mirar, porque resulta una experiencia violenta. En presencia de Battiato, de Eduardo Laporte, es un libro pequeño y muy bonito. Habla, no hay sorpresa, de Franco Battiato. Y habla sobre todo de lo importante que el arte puede ser en la vida de una persona. El arte, aquí la música de Battiato, acompaña, consuela, enseña, nos lleva a pensar en nuevos caminos. Soy battiatiano tardío. Llegué a él después de su muerte. Por un amigo que representa lo mismo que gente como Laporte, que se vio tan afectado y ante un vacío tan grande que tuvo que sentarse y escribir un libro. Olé por el editor que decidió ir adelante con la idea, añado.


Los viejos amigos: Quienes paseáis de vez en cuando por el blog sabéis que no me gusta decir que este es el mejor libro del mundo y callarme que es de mi amigo. Me parece poco honrado. No soy objetivo con mis amigos porque son mis amigos. Cualquiera lo entiende. Tengo la suerte, con todo, de tener pocos amigos escritores (eso ya es una suerte, cualquier escritor con muchos amigos escritores os lo podría confirmar) y de que sean muy buenos. Baste decir que no tendré más de cuatro escritores en mi agenda del móvil y dos de ellos han sido ganadores del Premio Café Gijón. Hablamos de escritores de primera, miembros de ese selecto club. Los dos han sacado libro en este trimestre.

Miguel Ángel González llegó a finales de enero con Perder el equilibrio. No es su primera novela, pero es quizá la primera de sus novelas que va a llegar a un público más grande. De momento ya está nominada al premio a la mejor novela negra del Festival Valencia Negra de este año. Perder el equilibrio es una historia de venganza. Jonás ha perdido mucho más que una pierna. Ha perdido una vida y quiere que alguien pague por ello. Y urde un plan que iremos descubriendo capítulo a capítulo, entre viajes a otros lugares y vueltas al pasado y el futuro. Seca y poética, se adapta perfectamente al molde de la novela negra pero lo enriquece. Chandler también escribía novela negra. James M. Cain. Este libro de Miguel Ángel se acerca más a Cain que a Chandler. Por si os suena menos, aprovecho para recordar que Cain es un autor enorme. La novela tiene poesía y bajeza. Vuelos transatlánticos y un plan que se va acercando a su resolución. Humor negro. Un muy buen libro.

Rafael Balanzá eligió el 29 de febrero, y apuesto a que no fue casual, para que saliera su nueva novela después de seis años. Muerte de atlante es un libro que a primera vista podría parecer también una novela negra. Pero creo que le encaja mejor la etiqueta de thriller. Balanzá se resiste siempre a los moldes y los subvierte desde dentro. Hay narración pura y thriller. Hay de hecho una historia super concentrada, doce tensas horas en el interior de un buque dedicado a la investigación en el que aparece el cadáver de una de sus tripulantes. No será, e intento no destripar demasiado, el único. No hay que averiguar quién ha sido. Lo sabemos. Hay que asistir a lo mejor y a lo peor, sobre todo a lo peor, de la condición humana. Los libros de Rafael Balanzá suelen ser profundamente humanos, y sirven para recordarnos lo peor de la especie. Algo que puede considerarse accidental pone en marcha la trama. Y hay que sobrevivir.


Lo que me dejo: apuntes sobre una serie de ensayos que estoy leyendo y que están modificando algunas de mis ideas sobre el mundo y la manera de estar en él, por grandilocuente que suene. Intentaré dedicarles un post cuando los acabe de pensar. Y la mala sangre que quería evitar al pensar en algunas lecturas fallidas, no por fallidas sino por celebradas en su insustancialidad. Hay un título, ahora vuelvo a verlo, que quizá necesite un ajuste de cuentas, pese a todo.

Seguiremos leyendo. Y comentándolo de vez en cuando.

Felices lecturas

Sr. E