sábado, 25 de junio de 2016

Breve historia de siete asesinatos, de Marlon James

Breve historia de siete asesinatos, de Marlon James (Ed. Malpaso)

Breve historia de siete asesinatos no es la primera novela del autor jamaicano Marlon James, aunque para el mercado español lo es, desde luego. Y menuda novela. Creo que podemos decir sin exagerar demasiado que es uno de los libros que ha marcado lo que llevamos de 2.016. Y no es para menos. No he oído ni leído a nadie que la haya leído y no se haya mostrado entusiasmado. Breve historia de siete asesinatos es la novela que ganó el último Premio Booker, el de 2.015, y es una ambiciosa obra que trata de explicar un país, Jamaica. Mi opinión es que sin duda será uno de los libros más importantes de los que se publiquen este año en España. Y ya sé que será una de esas lecturas que marcarán mi año lector. Y hay que felicitar a la editorial, primero porque ha sido un gran acierto llegar hasta él antes que otras editoriales más potentes, lo que me imagino que se habrá traducido en una importante inversión económica, que también se ve en una cuidada edición y una muy buena traducción.

Jamaica: marihuana, reggae, problemas coloniales y postcoloniales, violencia, comida con un toque dulzón, velocistas que ganan oros olímpicos, músicos que critican a otros músicos de mayor éxito, políticos corruptos, políticos que juegan a brujos y alimentan ciertas conspiraciones, conciertos por la paz, rastafarismo, prostitución, policía corrupta, músicos célebres en todo el mundo que ven en Jamaica un lugar del moda al que acercarse para volver a parecer auténticos, la CIA, cómo no la CIA, mil voces que se van entrelazando, el gueto, el Cantante, que claro, quién si no, es Bob Marley. Y muchas cosas más.

Breve historia de siete asesinatos podría haberse titulado Siete historias largas de un asesinato que no salió bien. Pero el título no sería tan potente, no tendría el mismo ritmo. ¿Cuál es ese asesinato? El de Bob Marley en 1.976. Un asesinato que no acabó con su vida pero estuvo muy cerca. Siete tipos del gueto aparecieron armados y se pusieron a disparar. La mayoría, según la construcción de la novela, no sabían ni por qué iban a matarlo, pero sentían que debían matar a Marley. Marley, el Cantante, estaba empezando a volverse alguien muy incómodo. Era amigo de unos y de otros, y los otros y los unos sospechaban que en realidad sólo era amigo de sí mismo y sólo miraba por la construcción de su personaje. Estaba situándose en medio de algo, quería la paz, promovía ideales que realmente no interesaban a nadie, le daba la espalda al gueto. Mejor cargárselo y dejar claro quiénes mandaban, quiénes habían mandado siempre y quiénes seguirían mandando en el futuro.

¿Es una novela sobre Bob Marley? Recuerdo que cuando presentó El fondo del cielo, Rodrigo Fresán dijo que no era una novela de ciencia – ficción sino una novela con ciencia – ficción. Diría que Breve historia de siete asesinatos es una novela con Bob Marley. La figura del Cantante sirve como uno de los esqueletos sobre los que colgar la estructura de la novela. Es, y eso es indudable, uno de los personajes más conocidos internacionalmente, por no decir el que más, de aquel país, y en ese sentido es un gancho narrativo que facilita el acercarse a la novela. Supongo que dependiendo del grado de familiaridad de cada lector con sus canciones, se verán más o menos matices. Yo, personalmente, tengo una educación sentimental próxima a sus canciones. Aquel recopilatorio llamado Legend sonaba con mucha frecuencia en mi casa cuando yo era un niño. Y cuando era un adolescente de quince o dieciséis años me enamoré de una chica que lo idolatraba y volví a caer en su música. Esta novela también habla de música, de la idea de reggae que Bob Marley llevó por el mundo, de lo que otros músicos como Jimmy Cliff y sobre todo Peter Tosh pensaban de Marley, al que veían demasiado dulcificado. La verdadera música jamaicana, dicen y piensan muchos de los personajes de la novela, es música del gueto, y en el gueto uno no se preocupa tanto de Babilonia o de las grandes cuestiones filosóficas. Y desde luego en el gueto hay armas y hay violencia y eso se tiene que ver en las canciones. Los personajes más duros ven a los rastafaris como una especie de pijos que han cogido esas ideas y se han convertido en los payasos tolerados por el primer mundo, los inofensivos jamaicanos que cantan una nueva música agradable que celebra la paz y el amor.

¿De qué va la novela? Creo que la novela, esencialmente, trata de la violencia y el destino. Las decenas de capítulos, cada uno escrito por una voz distinta, por un personaje que aporta su punto de vista y su granito de arena, trazan al final una moraleja nada moralizante, que viene a ser que, como decía Rubén Blades en Pedro Navaja, “cuando lo marca el destino no lo cambia ni el más bravo, si naciste pá martillo, del cielo te caen los clavos”, es decir, que alguien que nació en la violencia del gueto da igual cómo y para dónde se mueve, será esencialmente un tipo violento al que la violencia, como una maldición, perseguirá. Ese es el tema constante, el que fluye bajo tierra como una corriente subterránea que se filtra en determinados puntos hacia la superficie. En la superficie la novela trata del Cantante, de la situación política y social en la Jamaica de los setenta, y en la Jamaica de antes y después, del rastafarismo, de los cambios sociales del mundo postcolonial, de las potencias que siempre quieren estar metiendo mano en todos los conflictos, de la droga, de la música, del gueto, de las peleas entre bandos. La novela trata todos esos temas y trata también el tema de la construcción de los mitos colectivos. Poco a poco va deconstruyendo cómo se ha forjado el mito del Cantante, sus pequeñas mentiras y sus pequeñas verdades, mezcladas hasta que se ha podido hacer de él un apóstol que sirva lo mismo para una causa que para la contraria, y que si en algún momento estorba, puede eliminarse. Aunque claro, no es tan fácil.

¿Por qué destaca la novela? Diría que por su discurso más que por su trama. Y la trama es interesante, sin duda, nos lleva de viaje por un país exótico en una época decisiva para la conformación de su futuro tras la independencia de 1.962. Pero creo que el libro se vuelve por momentos adictivos por la combinación de voces que van apareciendo y desapareciendo, mostrando un pequeño trozo del mosaico general y volviendo a sus asuntos, normalmente turbios, después de aportarnos su parte. Ese discurso serpenteante que se va construyendo con tantas aportaciones se revela como indispensable para el tipo de historia que nos está contando. He leído a algunas personas diciendo que la novela es difícil de seguir porque los personajes hablan a veces en dialectos del gueto que cuesta seguir. Al revés, creo que es uno de los puntos que más enriquece la novela. Y ahí se nota la labor de dos buenos traductores, Wendy Guerra y Javier Calvo, que han tratado de mantener las diferencias idiomáticas que todos entendemos que va a haber entre un capo del gueto de Kingston y un periodista musical de Nueva York. Diferencias lógicas que en muchas novelas se dejan de lado en nombre de un castellano neutro, que se entienda bien, cuando lo que se está haciendo es en muchos casos quitarle valor a la narración.

¿Es o no es una novela negra? Supongo que lo es, en el sentido de esa novela negra, que es la que a mí me interesa, que quiere reflejar una realidad violenta e incómoda. Pero no es una novela en la cual haya un gran misterio que se irá mostrando. Ni casi un pequeño misterio que ir mostrando. Las cartas están sobre la mesa casi desde el principio y es cuestión de cómo se van barajando una y otra vez. Es una novela que no huye del conflicto político. Ni de la crítica contra los Estados Unidos que no dudan en tener Kingston lleno de agentes de inteligencia que no se sabe muy bien a favor de quién se mueven, generalmente porque nunca saben a favor de qué se mueven, sino que se dedican a crear el caos, igual que durante toda la década lo habían hecho en Argentina, en Uruguay y en tantos sitios. Agitan el espantajo del peligro comunista y dejan que el caos corra. Y piensan que en el río revuelto siempre ganan los mismos pescadores, ellos. Y es verdad que a veces se les va de las manos, pero entonces se van del país y lo dejan que todo acabe a su aire.

¿A qué se parece Breve historia de siete asesinatos? La novela a la que más la he oído comparar es Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño. Entiendo que por la gran cantidad de voces que entran, salen, aportan un poquito y desaparecen. Tiene algo de eso, pero creo que la comparación con Los detectives salvajes le queda un poco grande. Lo digo desde el punto de vista de alguien que diría lo mismo de prácticamente cualquier novela de los últimos treinta años a la que se comparara con Los detectives salvajes. A mí me ha recordado, por la trama y el dibujo del submundo político que hace, a El poder del perro, de Don Winslow. Y aclaro que para mí esa es una gran novela. No sé cómo Winslow consiguió escribir esa novela viendo otras de sus obras, pero esa sin duda es una gran novela a reivindicar, en la que además de seguir una trama muy bien urdida y adictiva, vamos viendo cómo eran y siguen siendo los jueguecitos de la CIA en Centroamérica, cómo la droga influye en lo más feo de la política y viceversa. También he pensado, leyendo este libro de Marlon James, en David Peace y su Cuarteto del Red Riding, y también en su novela Tokyo, año cero. Por el uso poético de la violencia. Aunque creo que Peace es mucho mejor novelista. Peace, aunque sea un autor poco conocido y aunque en teoría se dedique a la narrativa de género (aunque por lo que he podido leer hasta ahora de él me atrevería a decir que es un género en sí mismo) es uno de los mejores novelistas el mundo. Hablando de poesía y violencia, la referencia a Ellroy es obligada. Claro que Ellroy está mucho más loco y es más extremo. James creo que puede tenerlo como referente pero construye una novela mucho más fácil de digerir. Lo cual no apunto, ni mucho menos, como algo criticable.

¿Es recomendable? Sin duda. Cuando dentro de diez años se mire a 2.015 y 2.016, creo que Breve historia de siete asesinatos, de Marlon James, será uno de esos escasos 5 – 6 libros que se siguen viendo con nitidez después de ese plazo de tiempo y reposo. Muy recomendable. También como novelón de verano, de esos que uno coge en la siesta y no suelta hasta la hora de salir de cañas al anochecer.

Felices lecturas

Sr. E

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