Breve
historia de siete asesinatos,
de Marlon James (Ed. Malpaso)
Breve historia de siete asesinatos
no es la primera novela del autor jamaicano Marlon James, aunque para el
mercado español lo es, desde luego. Y menuda novela. Creo que podemos decir sin
exagerar demasiado que es uno de los libros que ha marcado lo que llevamos de
2.016. Y no es para menos. No he oído ni leído a nadie que la haya leído y no
se haya mostrado entusiasmado. Breve
historia de siete asesinatos es la novela que ganó el último Premio Booker,
el de 2.015, y es una ambiciosa obra que trata de explicar un país, Jamaica. Mi
opinión es que sin duda será uno de los libros más importantes de los que se
publiquen este año en España. Y ya sé que será una de esas lecturas que
marcarán mi año lector. Y hay que felicitar a la editorial, primero porque ha
sido un gran acierto llegar hasta él antes que otras editoriales más potentes,
lo que me imagino que se habrá traducido en una importante inversión económica,
que también se ve en una cuidada edición y una muy buena traducción.
Jamaica:
marihuana, reggae, problemas coloniales y postcoloniales, violencia, comida con
un toque dulzón, velocistas que ganan oros olímpicos, músicos que critican a
otros músicos de mayor éxito, políticos corruptos, políticos que juegan a
brujos y alimentan ciertas conspiraciones, conciertos por la paz, rastafarismo,
prostitución, policía corrupta, músicos célebres en todo el mundo que ven en
Jamaica un lugar del moda al que acercarse para volver a parecer auténticos, la
CIA, cómo no la CIA, mil voces que se van entrelazando, el gueto, el Cantante,
que claro, quién si no, es Bob Marley. Y muchas cosas más.
Breve
historia de siete asesinatos
podría
haberse titulado Siete historias largas
de un asesinato que no salió bien. Pero el título no sería tan potente, no
tendría el mismo ritmo. ¿Cuál es ese asesinato? El de Bob Marley en 1.976. Un
asesinato que no acabó con su vida pero estuvo muy cerca. Siete tipos del gueto
aparecieron armados y se pusieron a disparar. La mayoría, según la construcción
de la novela, no sabían ni por qué iban a matarlo, pero sentían que debían
matar a Marley. Marley, el Cantante, estaba empezando a volverse alguien muy
incómodo. Era amigo de unos y de otros, y los otros y los unos sospechaban que en
realidad sólo era amigo de sí mismo y sólo miraba por la construcción de su
personaje. Estaba situándose en medio de algo, quería la paz, promovía ideales
que realmente no interesaban a nadie, le daba la espalda al gueto. Mejor cargárselo
y dejar claro quiénes mandaban, quiénes habían mandado siempre y quiénes seguirían
mandando en el futuro.
¿Es una novela sobre Bob Marley?
Recuerdo que cuando presentó El fondo del
cielo, Rodrigo Fresán dijo que no era una novela de ciencia – ficción sino
una novela con ciencia – ficción. Diría que Breve
historia de siete asesinatos es una novela con Bob Marley. La figura del
Cantante sirve como uno de los esqueletos sobre los que colgar la estructura de
la novela. Es, y eso es indudable, uno de los personajes más conocidos
internacionalmente, por no decir el que más, de aquel país, y en ese sentido es
un gancho narrativo que facilita el acercarse a la novela. Supongo que
dependiendo del grado de familiaridad de cada lector con sus canciones, se
verán más o menos matices. Yo, personalmente, tengo una educación sentimental
próxima a sus canciones. Aquel recopilatorio llamado Legend sonaba con mucha frecuencia en mi casa cuando yo era un
niño. Y cuando era un adolescente de quince o dieciséis años me enamoré de una
chica que lo idolatraba y volví a caer en su música. Esta novela también habla
de música, de la idea de reggae que Bob Marley llevó por el mundo, de lo que
otros músicos como Jimmy Cliff y sobre todo Peter Tosh pensaban de Marley, al
que veían demasiado dulcificado. La verdadera música jamaicana, dicen y piensan
muchos de los personajes de la novela, es música del gueto, y en el gueto uno
no se preocupa tanto de Babilonia o de las grandes cuestiones filosóficas. Y
desde luego en el gueto hay armas y hay violencia y eso se tiene que ver en las
canciones. Los personajes más duros ven a los rastafaris como una especie de
pijos que han cogido esas ideas y se han convertido en los payasos tolerados
por el primer mundo, los inofensivos jamaicanos que cantan una nueva música
agradable que celebra la paz y el amor.
¿De qué va la novela?
Creo que la novela, esencialmente, trata de la violencia y el destino. Las
decenas de capítulos, cada uno escrito por una voz distinta, por un personaje
que aporta su punto de vista y su granito de arena, trazan al final una
moraleja nada moralizante, que viene a ser que, como decía Rubén Blades en Pedro Navaja, “cuando lo marca el destino no lo cambia ni el más bravo, si naciste pá
martillo, del cielo te caen los clavos”, es decir, que alguien que nació en
la violencia del gueto da igual cómo y para dónde se mueve, será esencialmente
un tipo violento al que la violencia, como una maldición, perseguirá. Ese es el
tema constante, el que fluye bajo tierra como una corriente subterránea que se
filtra en determinados puntos hacia la superficie. En la superficie la novela
trata del Cantante, de la situación política y social en la Jamaica de los
setenta, y en la Jamaica de antes y después, del rastafarismo, de los cambios
sociales del mundo postcolonial, de las potencias que siempre quieren estar
metiendo mano en todos los conflictos, de la droga, de la música, del gueto, de
las peleas entre bandos. La novela trata todos esos temas y trata también el
tema de la construcción de los mitos colectivos. Poco a poco va deconstruyendo
cómo se ha forjado el mito del Cantante, sus pequeñas mentiras y sus pequeñas
verdades, mezcladas hasta que se ha podido hacer de él un apóstol que sirva lo
mismo para una causa que para la contraria, y que si en algún momento estorba,
puede eliminarse. Aunque claro, no es tan fácil.
¿Por qué destaca la novela?
Diría que por su discurso más que por su trama. Y la trama es interesante, sin
duda, nos lleva de viaje por un país exótico en una época decisiva para la
conformación de su futuro tras la independencia de 1.962. Pero creo que el
libro se vuelve por momentos adictivos por la combinación de voces que van
apareciendo y desapareciendo, mostrando un pequeño trozo del mosaico general y
volviendo a sus asuntos, normalmente turbios, después de aportarnos su parte.
Ese discurso serpenteante que se va construyendo con tantas aportaciones se
revela como indispensable para el tipo de historia que nos está contando. He
leído a algunas personas diciendo que la novela es difícil de seguir porque los
personajes hablan a veces en dialectos del gueto que cuesta seguir. Al revés,
creo que es uno de los puntos que más enriquece la novela. Y ahí se nota la
labor de dos buenos traductores, Wendy Guerra y Javier Calvo, que han tratado
de mantener las diferencias idiomáticas que todos entendemos que va a haber
entre un capo del gueto de Kingston y un periodista musical de Nueva York.
Diferencias lógicas que en muchas novelas se dejan de lado en nombre de un
castellano neutro, que se entienda bien, cuando lo que se está haciendo es en
muchos casos quitarle valor a la narración.
¿Es o no es una novela negra?
Supongo que lo es, en el sentido de esa novela negra, que es la que a mí me
interesa, que quiere reflejar una realidad violenta e incómoda. Pero no es una
novela en la cual haya un gran misterio que se irá mostrando. Ni casi un
pequeño misterio que ir mostrando. Las cartas están sobre la mesa casi desde el
principio y es cuestión de cómo se van barajando una y otra vez. Es una novela
que no huye del conflicto político. Ni de la crítica contra los Estados Unidos
que no dudan en tener Kingston lleno de agentes de inteligencia que no se sabe
muy bien a favor de quién se mueven, generalmente porque nunca saben a favor de
qué se mueven, sino que se dedican a crear el caos, igual que durante toda la
década lo habían hecho en Argentina, en Uruguay y en tantos sitios. Agitan el
espantajo del peligro comunista y dejan que el caos corra. Y piensan que en el
río revuelto siempre ganan los mismos pescadores, ellos. Y es verdad que a
veces se les va de las manos, pero entonces se van del país y lo dejan que todo
acabe a su aire.
¿A qué se parece Breve historia de siete asesinatos?
La novela a la que más la he oído comparar es Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño. Entiendo que por la
gran cantidad de voces que entran, salen, aportan un poquito y desaparecen.
Tiene algo de eso, pero creo que la comparación con Los detectives salvajes le queda un poco grande. Lo digo desde el
punto de vista de alguien que diría lo mismo de prácticamente cualquier novela
de los últimos treinta años a la que se comparara con Los detectives salvajes. A mí me ha recordado, por la trama y el
dibujo del submundo político que hace, a El
poder del perro, de Don Winslow. Y aclaro que para mí esa es una gran
novela. No sé cómo Winslow consiguió escribir esa novela viendo otras de sus
obras, pero esa sin duda es una gran novela a reivindicar, en la que además de
seguir una trama muy bien urdida y adictiva, vamos viendo cómo eran y siguen
siendo los jueguecitos de la CIA en Centroamérica, cómo la droga influye en lo
más feo de la política y viceversa. También he pensado, leyendo este libro de
Marlon James, en David Peace y su Cuarteto
del Red Riding, y también en su novela Tokyo,
año cero. Por el uso poético de la violencia. Aunque creo que Peace es
mucho mejor novelista. Peace, aunque sea un autor poco conocido y aunque en
teoría se dedique a la narrativa de género (aunque por lo que he podido leer
hasta ahora de él me atrevería a decir que es un género en sí mismo) es uno de
los mejores novelistas el mundo. Hablando de poesía y violencia, la referencia
a Ellroy es obligada. Claro que Ellroy está mucho más loco y es más extremo.
James creo que puede tenerlo como referente pero construye una novela mucho más
fácil de digerir. Lo cual no apunto, ni mucho menos, como algo criticable.
¿Es recomendable?
Sin duda. Cuando dentro de diez años se mire a 2.015 y 2.016, creo que Breve historia de siete asesinatos, de
Marlon James, será uno de esos escasos 5 – 6 libros que se siguen viendo con
nitidez después de ese plazo de tiempo y reposo. Muy recomendable. También como
novelón de verano, de esos que uno coge en la siesta y no suelta hasta la hora
de salir de cañas al anochecer.
Felices
lecturas
Sr.
E
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