Filtraciones,
de Marta Caparrós (Ed. Caballo de Troya)
Filtraciones
es el primer libro de la escritora madrileña Marta Caparrós. Iba a
añadir un tópico joven a escritora y madrileña y convertirla en la
joven escritora madrileña Marta Caparrós, pero prefiero no hacerlo.
Me explico: seguramente el 95% de las reseñas sobre el libro
empiecen por ahí. Marta Caparrós tiene mi edad, ambos pasamos ya de
los treinta, y no sé si será su caso, pero por si lo fuera y en
previsora solidaridad, yo no soporto que se hable de mí como un
joven autor, porque me da la sensación de que lo que venga detrás
ya viene devaluado, que todo va a ser un: “bueno, para ser joven no
está mal”. Y creo que un joven autor, o una joven autora como se
habrá dicho mucho de Marta Caparrós, tiene que ser sólido aparte
de su edad. Si quisiéramos tener motivos suficientes para dejar de
escribir, o casi para suicidarnos, podríamos recordar que Albert
Camus escribió El extranjero, Vargas Llosa La ciudad y los
perros, o Rodrigo Fresán Historia argentina antes
de los treinta. Perdón por la digresión, sólo quería dejar
claro que un libro debe ser juzgado por su consistencia, lo que logra
transmitir y lo bien escrito que está, nunca por la edad de quien lo
ha escrito. También, en esa línea, sobraría quizá la referencia
al sexo de la autora o su ciudad de procedencia, pero sí creo que el
hecho de que sea mujer y madrileña son datos que aportan una
información de valor. Creo que es un libro inequívocamente escrito
por una mujer, y no voy a entrar en esa estupidez de la narrativa
femenina, pero está claro que aquí sí hay una mirada femenina, y
un libro cuyo mundo es muy madrileño.
¿Qué
es Filtraciones? Filtraciones es un
libro que reúne cuatro novelas cortas. La más larga se va casi a
las cien páginas, y la más breve apenas pasa de las treinta. Es un
libro original en España, por su extensión, ya que apenas se
publican eso que los franceses llaman nouvelles y para lo que
nosotros no tenemos una palabra propia, y deben ser muy pocas las
colecciones de varias de ellas. En ese sentido creo que el hecho de
que Caballo de Troya, en aquel momento bajo la dirección de Elvira
Navarro, se decidiera por un libro de un formato tan poco común
indica que a su editora creía firmemente en él. Continúa en ese sentido esta editorial con la labor por la que viene apostando desde su fundación, la búsqueda de nuevas voces. Las cuatro novelas
cortas aquí recogidas se titulan, respectivamente: Vacaciones,
Atrevimiento, Filtraciones y Los mejores deseos.
Ya digo que la que más me ha gustado ha sido Vacaciones, la
que menos Atrevimiento, y la que me parece que tenía más
potencial aunque creo que no ha acabado de explotarlo es
Filtraciones. Por darle una medalla a todas, Los mejores
deseos ha sido la que me ha
dejado más frío.
¿Qué
nos enseña Marta Caparrós como escritora en este libro? Creo
que tiene buenas intenciones, literarias y políticas. Y esto es un
arma de doble filo. Es necesario tener buenas intenciones, por lo que
es, sin duda, una virtud. Pero no es suficiente con esas buenas
intenciones, y me queda la sensación de que en ocasiones no pasa de
ahí. Marta Caparrós tiene una escritura que en algunas páginas
consigue ser muy sutil, y tiene un muy buen ojo para fijarse en el
detalle. Los decorados y ambientes de sus historias están vivos
porque la autora sabe en qué fijarse y qué contarnos para conseguir
que resulten realistas y vívidos. Creo que no ha hecho un trabajo
tan bueno con los personajes, que a veces pecan de moverse en un
único plano, de ser demasiado esquemáticos tópicos. A veces los
personajes representan a determinados sectores, y eso les resta
profundidad y hasta credibilidad.
¿Dónde
está la política en este libro? Si uno lee la contraportada de
este libro, uno lee algo sobre el 15 – M y que aún estaba por
narrar y que ese cambio social está llegando a la narrativa
española. Y el libro tiene sin duda una intención de narrar estos
últimos años, y de narrar a una generación. Pero en el esfuerzo de
retratar a la gente de la edad de Marta, que es la gente de mi edad,
creo que acierta en algunos rasgos y creo que yerra en otros. Retrata
la preocupación de una generación por hacerse mayor sin alcanzar la
estabilidad laboral ni sentimental, pero creo que no acaba de
atreverse a cuestionar que quizá hay un error en estar buscando una
estabilidad muy parecida a la que tenían sus padres cuando
probablemente el propio mundo ha cambiado demasiado como para que
ciertas instituciones laborales y de pareja puedan ser iguales.
Atrevimiento es el relato más claramente político según lo
plantea la editorial, y lo es, pero se le descubren demasiado pronto
las cartas. Y quiero dejar claro que no se trata de que yo quiera una
literatura que huya de la realidad, que sea de evasión, que evite la
política, porque creo que la política se da cuando hay conflicto, y
como todo escritor sabe, la narración surge cuando al personaje de
la historia le surge un conflicto. Es sólo que creo que cuando
alguien se esfuerza demasiado por colar un cierto elemento en una
historia cuyo principal camino quizá es otro, acaba sonando forzado.
Y me parece que en esa historia se trata de magnificar algo que
supone un conflicto entre el personaje femenino y el masculino, que
hace que los dos acaben sonando tópicos y un poco huecos, a cámaras
de eco. Yo creo en la literatura política, y en el arte político,
desde el punto de vista de que todo es político, pero creo que el
arte y la literatura son esencialmente literatura o arte. Yo escucho
Dirty Boulevard de Lou Reed, Rockin´in the free world
de Neil Young o Pedro Navaja de Rubén Blades, y sé que hay
una visión política y crítica del mundo debajo, pero sé, sobre
todo, que son grandes canciones, y que fueron compuestas para ser
grandes canciones, no manifiestos.
En
lo literario: El primer relato, Vacaciones, es el que más
me ha gustado. ¿Por qué? Creo que la palabra es sutileza. La
historia se dibuja suavemente, nunca sale de lo personal, va del
pasado de las niñas que veraneaban en Conil al presente de una
hermana con una vida estable y aburrida y la hermana sin estabilidad
que en lo moral se sabe mirada por encima del hombro pero que a su
vez también mira ella por encima del hombro, porque ve a su hermana
mojigata y conservadora. Se ha quedado embarazada y vuelven a
aquellas mismas playas a pasar el verano. El relato es el que más se
acerca a un tratamiento personal, y el que menos impone una
dialéctica, sino que permite que la historia fluya y se filtre en la
cabeza del lector. Y por supuesto, sugiere en esa cabeza las mismas
ideas y cuestionamientos que los que tocan un modo más político,
pero lo hace de una manera mucho más acertada, más literaria. Me ha
dado la sensación de que Vacaciones, o un primer borrador de
Vacaciones, era una historia escrita en un momento distinto a
las otras tres, y que seguramente fuese el texto que antes escribió
la autora. La historia es una historia, no trata de recoger las ideas
del mundo en su interior, y funciona. Es un poco tramposa en lo
emocional, por ponerle alguna pega, pero se lee muy bien.
Decía
que Filtraciones me parecía el relato con mayor potencial
porque la historia empieza y el mundo ya está en marcha a su
alrededor. Hay españoles que emigraron fuera, están sus hijos, está
la gente de Madrid y están los barrios. Hay una sensación de que
todo se repite y de que aunque nos habíamos creído un país rico en
realidad nunca dejamos de ser un país de pobres y ahora
sencillamente somos pobres con estudios que se plantean otra vez irse
fuera a ser mano de obra barata pero cualificada. Y ahí es donde
esta historia toca con la última, Los mejores deseos, que
habla de españoles que se han ido a Berlín a buscarse una vida
mejor, y de alguna manera no saben si acabar de dar el paso de
integrarse del todo allí o dejar que la melancolía y el pasado
pesen más. Filtraciones está vivo, y como en todo relato
vivo hay un pequeño detalle que pone en riesgo una frágil
estabilidad. Porque la precariedad no está tanto en cobrar un poco
más o un poco menos o en que los contratos caduquen o se renueven
como en la sensación de inseguridad permanente, en saber
positivamente que el pequeño aleteo de una mariposa en la habitación
de al lado puede hacernos saltar por la ventana en medio de un
huracán. Me parece que Marta Caparrós construye un inicio del
relato muy prometedor, con un pequeño contratiempo casero por el que
puede filtrarse, y el verbo es el que debe ser, y está muy bien
elegido como título ese sustantivo Filtraciones, la desgracia
en un pequeño mundo que parecía sólido. El relato se va poniendo
más discursivo y categorizante según avanza, como pasaba en
Atrevimiento, y acaba desaprovechando su gran potencial,
resultando, pese a ello, una buena historia.
Referencias:
En la contraportada del libro se habla del modelo de Belén Gopegui,
a la que debo reconocer que apenas he leído, por lo que no puedo
establecer una comparación. Pero también he oído comparar a Marta
Caparrós con Elvira Navarro, que sí es una escritora a la que he
leído con atención y además fue la editora de esta obra. Si
comparo Filtraciones con La ciudad en invierno, que fue
el primer libro de Navarro y que también estaba formado por una
serie de novelas cortas o relatos largos, veo una diferencia esencial
que funciona a favor de Navarro. Marta Caparrós trata de hablarnos
desde un yo colectivo, generacional, que suena por lo general
impostado, mientras que Navarro presentaba historias pequeñas y
sutiles, con un nombre y un apellido, con el rostro y la mirada de un
personaje en particular, y que desde esa individualidad podían estar
dibujando algunos temas similares, como el desarraigo en la ciudad, o
adolescentes haciéndose mayores en esas ciudades. Creo que la
literatura debe ir claramente hacia lo universal desde lo individual,
y que casi nunca funciona en el sentido contrario.
Para
ir terminando: Una de estas nouvelles fue finalista del
Premio Encina de Plata, aunque en el libro no se cita cuál es. Por
la pequeña biografía que se aporta de la autora y en la que se cita
este dato, no parece que Marta Caparrós haya llegado a este libro
después de años de pulir el libro y pelearse en esos concursos que
son una de las canteras a las que los aspirantes a escritores pueden
asomarse en busca de experiencia y alguna pequeña rendija por la que
asomar. La lectura de Filtraciones me lleva a pensar que es la
primera obra que la autora aborda. Lo digo por algunas frases, esas
frases que el autor primerizo no sacrificaría nunca, porque resultan
brillantes, porque quieren llamar nuestra atención de lectores
diciéndonos: ¡eh, que soy la mejor frase de esta página!, pero que
un autor un poco más experimentado estaría dispuesto a arrojar a la
hoguera en la fase de revisión, porque como frase funciona pero
entorpece el párrafo y la página en la que está. Y no quiero
resultar más tópico aún, pero he olido en algunos momentos el paso
por los talleres de escritura. Que por supuesto son muy respetables,
y seguramente son un buen lugar en el que coger oficio, hacer hábito
de escritura y conocer gente interesante. Pero me parece que
uniformizan el estilo, aplanándolo. Leo a Marta Caparrós y veo sus
lecturas de Raymond Carver y esa generación y veo muy pocas más, y
seguro que tiene mucho más leído y asimilado. Me da la sensación
de que la mayoría de los escritores que pasan por los talleres de
relato acaban saliendo con un excesivo tufo a Raymond Carver. No digo
que sea ni bueno ni malo, sino que suena a algo ya escuchado. Y
haciendo mías unas palabras que le leí a Manuel Vilas, eso acaba
sonando a narrativa socialdemócrata (que es un adjetivo que estos
días se escucha mucho pero que hace unos pocos años hubiera sido
utilizado como sinónimo de timorato y biempensante por algunos de
los que se reivindican como tales, y es en ese sentido en el que se
lo cojo prestado a Manuel Vilas). Este primer libro de Marta Caparrós
me ha interesado, me ha gustado por momentos, me ha aburrido en
otros, me ha sonado a un discurso que escucho en la calle pero que ya
traigo escuchado antes de ponerme a leer y que por tanto no me aporta
demasiado como lectura, me ha mostrado a una narradora que sabe ser
eficaz y que tiene un buen oído para las inquietudes sociales y una
buena mano para componer sobre todo ambientes y momentos, pero que
quizá tiene que darle una vida más propia a sus personajes. El
libro le ha quedado a Marta Caparrós, entrando al trapo de la
narrativa política post 15 – M en la que veo que la encuadran, un
poco socialdemócrata, demasiado pactista. La literatura debe
arriesgar en lo formal, en la escritura. Debe intentar, aunque sea
una aspiración fútil, a ser novedosa, a ser única. Leí hace meses El agua que falta, de Noelia Pena, también de esta misma editorial, también de una autora joven, también etiquetada como literatura política hecha por alguien joven. Y encontré en ese libro, me gustara más o menos en general, una apuesta más fuerte por hacer algo distinto. Animo a Marta Caparrós, como si yo fuera alguien para dar consejos, desde
este rinconcito que probablemente nunca visitará, a arriesgarse un
poco más en sus siguientes aventuras narrativas, y le digo que
estaré pendiente de esas nuevas aventuras, porque en este libro he
visto más motivos para la esperanza que para la crítica, y la
seguiré leyendo.
Felices
lecturas
Sr. E
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHe aprendido muchísimo con tu reseña, y no dejo de estar de acuerdo con ciertas cosas que señalas. Da gusto tener lectores tan atentos y analíticos. Te leeré en Baile del Sol. Un saludo. Marta.
ResponderEliminarBienvenida Marta a este pequeño rincón de lectura. Gracias por la visita. Filtraciones me despertó muchas ideas, y quise ordenarlas un poco aquí. Espero que hayas entendido las imágenes que uso como lo que son, idioteces ilustradas. Si quieres comentar algo más en profundidad no dudes en mandarme un email.
EliminarQuedo a la espera de tus próximos pasos literarios.
P.S: Me quedé con las ganas de traerme Filtraciones firmado de la FdL, pero me fue imposible pasarme la tarde que te pusieron.