domingo, 19 de junio de 2016

Filtraciones, de Marta Caparrós

Filtraciones, de Marta Caparrós (Ed. Caballo de Troya)

Filtraciones es el primer libro de la escritora madrileña Marta Caparrós. Iba a añadir un tópico joven a escritora y madrileña y convertirla en la joven escritora madrileña Marta Caparrós, pero prefiero no hacerlo. Me explico: seguramente el 95% de las reseñas sobre el libro empiecen por ahí. Marta Caparrós tiene mi edad, ambos pasamos ya de los treinta, y no sé si será su caso, pero por si lo fuera y en previsora solidaridad, yo no soporto que se hable de mí como un joven autor, porque me da la sensación de que lo que venga detrás ya viene devaluado, que todo va a ser un: “bueno, para ser joven no está mal”. Y creo que un joven autor, o una joven autora como se habrá dicho mucho de Marta Caparrós, tiene que ser sólido aparte de su edad. Si quisiéramos tener motivos suficientes para dejar de escribir, o casi para suicidarnos, podríamos recordar que Albert Camus escribió El extranjero, Vargas Llosa La ciudad y los perros, o Rodrigo Fresán Historia argentina antes de los treinta. Perdón por la digresión, sólo quería dejar claro que un libro debe ser juzgado por su consistencia, lo que logra transmitir y lo bien escrito que está, nunca por la edad de quien lo ha escrito. También, en esa línea, sobraría quizá la referencia al sexo de la autora o su ciudad de procedencia, pero sí creo que el hecho de que sea mujer y madrileña son datos que aportan una información de valor. Creo que es un libro inequívocamente escrito por una mujer, y no voy a entrar en esa estupidez de la narrativa femenina, pero está claro que aquí sí hay una mirada femenina, y un libro cuyo mundo es muy madrileño.

¿Qué es Filtraciones? Filtraciones es un libro que reúne cuatro novelas cortas. La más larga se va casi a las cien páginas, y la más breve apenas pasa de las treinta. Es un libro original en España, por su extensión, ya que apenas se publican eso que los franceses llaman nouvelles y para lo que nosotros no tenemos una palabra propia, y deben ser muy pocas las colecciones de varias de ellas. En ese sentido creo que el hecho de que Caballo de Troya, en aquel momento bajo la dirección de Elvira Navarro, se decidiera por un libro de un formato tan poco común indica que a su editora creía firmemente en él. Continúa en ese sentido esta editorial con la labor por la que viene apostando desde su fundación, la búsqueda de nuevas voces. Las cuatro novelas cortas aquí recogidas se titulan, respectivamente: Vacaciones, Atrevimiento, Filtraciones y Los mejores deseos. Ya digo que la que más me ha gustado ha sido Vacaciones, la que menos Atrevimiento, y la que me parece que tenía más potencial aunque creo que no ha acabado de explotarlo es Filtraciones. Por darle una medalla a todas, Los mejores deseos ha sido la que me ha dejado más frío.

¿Qué nos enseña Marta Caparrós como escritora en este libro? Creo que tiene buenas intenciones, literarias y políticas. Y esto es un arma de doble filo. Es necesario tener buenas intenciones, por lo que es, sin duda, una virtud. Pero no es suficiente con esas buenas intenciones, y me queda la sensación de que en ocasiones no pasa de ahí. Marta Caparrós tiene una escritura que en algunas páginas consigue ser muy sutil, y tiene un muy buen ojo para fijarse en el detalle. Los decorados y ambientes de sus historias están vivos porque la autora sabe en qué fijarse y qué contarnos para conseguir que resulten realistas y vívidos. Creo que no ha hecho un trabajo tan bueno con los personajes, que a veces pecan de moverse en un único plano, de ser demasiado esquemáticos tópicos. A veces los personajes representan a determinados sectores, y eso les resta profundidad y hasta credibilidad.

¿Dónde está la política en este libro? Si uno lee la contraportada de este libro, uno lee algo sobre el 15 – M y que aún estaba por narrar y que ese cambio social está llegando a la narrativa española. Y el libro tiene sin duda una intención de narrar estos últimos años, y de narrar a una generación. Pero en el esfuerzo de retratar a la gente de la edad de Marta, que es la gente de mi edad, creo que acierta en algunos rasgos y creo que yerra en otros. Retrata la preocupación de una generación por hacerse mayor sin alcanzar la estabilidad laboral ni sentimental, pero creo que no acaba de atreverse a cuestionar que quizá hay un error en estar buscando una estabilidad muy parecida a la que tenían sus padres cuando probablemente el propio mundo ha cambiado demasiado como para que ciertas instituciones laborales y de pareja puedan ser iguales. Atrevimiento es el relato más claramente político según lo plantea la editorial, y lo es, pero se le descubren demasiado pronto las cartas. Y quiero dejar claro que no se trata de que yo quiera una literatura que huya de la realidad, que sea de evasión, que evite la política, porque creo que la política se da cuando hay conflicto, y como todo escritor sabe, la narración surge cuando al personaje de la historia le surge un conflicto. Es sólo que creo que cuando alguien se esfuerza demasiado por colar un cierto elemento en una historia cuyo principal camino quizá es otro, acaba sonando forzado. Y me parece que en esa historia se trata de magnificar algo que supone un conflicto entre el personaje femenino y el masculino, que hace que los dos acaben sonando tópicos y un poco huecos, a cámaras de eco. Yo creo en la literatura política, y en el arte político, desde el punto de vista de que todo es político, pero creo que el arte y la literatura son esencialmente literatura o arte. Yo escucho Dirty Boulevard de Lou Reed, Rockin´in the free world de Neil Young o Pedro Navaja de Rubén Blades, y sé que hay una visión política y crítica del mundo debajo, pero sé, sobre todo, que son grandes canciones, y que fueron compuestas para ser grandes canciones, no manifiestos.

En lo literario: El primer relato, Vacaciones, es el que más me ha gustado. ¿Por qué? Creo que la palabra es sutileza. La historia se dibuja suavemente, nunca sale de lo personal, va del pasado de las niñas que veraneaban en Conil al presente de una hermana con una vida estable y aburrida y la hermana sin estabilidad que en lo moral se sabe mirada por encima del hombro pero que a su vez también mira ella por encima del hombro, porque ve a su hermana mojigata y conservadora. Se ha quedado embarazada y vuelven a aquellas mismas playas a pasar el verano. El relato es el que más se acerca a un tratamiento personal, y el que menos impone una dialéctica, sino que permite que la historia fluya y se filtre en la cabeza del lector. Y por supuesto, sugiere en esa cabeza las mismas ideas y cuestionamientos que los que tocan un modo más político, pero lo hace de una manera mucho más acertada, más literaria. Me ha dado la sensación de que Vacaciones, o un primer borrador de Vacaciones, era una historia escrita en un momento distinto a las otras tres, y que seguramente fuese el texto que antes escribió la autora. La historia es una historia, no trata de recoger las ideas del mundo en su interior, y funciona. Es un poco tramposa en lo emocional, por ponerle alguna pega, pero se lee muy bien. 

Decía que Filtraciones me parecía el relato con mayor potencial porque la historia empieza y el mundo ya está en marcha a su alrededor. Hay españoles que emigraron fuera, están sus hijos, está la gente de Madrid y están los barrios. Hay una sensación de que todo se repite y de que aunque nos habíamos creído un país rico en realidad nunca dejamos de ser un país de pobres y ahora sencillamente somos pobres con estudios que se plantean otra vez irse fuera a ser mano de obra barata pero cualificada. Y ahí es donde esta historia toca con la última, Los mejores deseos, que habla de españoles que se han ido a Berlín a buscarse una vida mejor, y de alguna manera no saben si acabar de dar el paso de integrarse del todo allí o dejar que la melancolía y el pasado pesen más. Filtraciones está vivo, y como en todo relato vivo hay un pequeño detalle que pone en riesgo una frágil estabilidad. Porque la precariedad no está tanto en cobrar un poco más o un poco menos o en que los contratos caduquen o se renueven como en la sensación de inseguridad permanente, en saber positivamente que el pequeño aleteo de una mariposa en la habitación de al lado puede hacernos saltar por la ventana en medio de un huracán. Me parece que Marta Caparrós construye un inicio del relato muy prometedor, con un pequeño contratiempo casero por el que puede filtrarse, y el verbo es el que debe ser, y está muy bien elegido como título ese sustantivo Filtraciones, la desgracia en un pequeño mundo que parecía sólido. El relato se va poniendo más discursivo y categorizante según avanza, como pasaba en Atrevimiento, y acaba desaprovechando su gran potencial, resultando, pese a ello, una buena historia.

Referencias: En la contraportada del libro se habla del modelo de Belén Gopegui, a la que debo reconocer que apenas he leído, por lo que no puedo establecer una comparación. Pero también he oído comparar a Marta Caparrós con Elvira Navarro, que sí es una escritora a la que he leído con atención y además fue la editora de esta obra. Si comparo Filtraciones con La ciudad en invierno, que fue el primer libro de Navarro y que también estaba formado por una serie de novelas cortas o relatos largos, veo una diferencia esencial que funciona a favor de Navarro. Marta Caparrós trata de hablarnos desde un yo colectivo, generacional, que suena por lo general impostado, mientras que Navarro presentaba historias pequeñas y sutiles, con un nombre y un apellido, con el rostro y la mirada de un personaje en particular, y que desde esa individualidad podían estar dibujando algunos temas similares, como el desarraigo en la ciudad, o adolescentes haciéndose mayores en esas ciudades. Creo que la literatura debe ir claramente hacia lo universal desde lo individual, y que casi nunca funciona en el sentido contrario.

Para ir terminando: Una de estas nouvelles fue finalista del Premio Encina de Plata, aunque en el libro no se cita cuál es. Por la pequeña biografía que se aporta de la autora y en la que se cita este dato, no parece que Marta Caparrós haya llegado a este libro después de años de pulir el libro y pelearse en esos concursos que son una de las canteras a las que los aspirantes a escritores pueden asomarse en busca de experiencia y alguna pequeña rendija por la que asomar. La lectura de Filtraciones me lleva a pensar que es la primera obra que la autora aborda. Lo digo por algunas frases, esas frases que el autor primerizo no sacrificaría nunca, porque resultan brillantes, porque quieren llamar nuestra atención de lectores diciéndonos: ¡eh, que soy la mejor frase de esta página!, pero que un autor un poco más experimentado estaría dispuesto a arrojar a la hoguera en la fase de revisión, porque como frase funciona pero entorpece el párrafo y la página en la que está. Y no quiero resultar más tópico aún, pero he olido en algunos momentos el paso por los talleres de escritura. Que por supuesto son muy respetables, y seguramente son un buen lugar en el que coger oficio, hacer hábito de escritura y conocer gente interesante. Pero me parece que uniformizan el estilo, aplanándolo. Leo a Marta Caparrós y veo sus lecturas de Raymond Carver y esa generación y veo muy pocas más, y seguro que tiene mucho más leído y asimilado. Me da la sensación de que la mayoría de los escritores que pasan por los talleres de relato acaban saliendo con un excesivo tufo a Raymond Carver. No digo que sea ni bueno ni malo, sino que suena a algo ya escuchado. Y haciendo mías unas palabras que le leí a Manuel Vilas, eso acaba sonando a narrativa socialdemócrata (que es un adjetivo que estos días se escucha mucho pero que hace unos pocos años hubiera sido utilizado como sinónimo de timorato y biempensante por algunos de los que se reivindican como tales, y es en ese sentido en el que se lo cojo prestado a Manuel Vilas). Este primer libro de Marta Caparrós me ha interesado, me ha gustado por momentos, me ha aburrido en otros, me ha sonado a un discurso que escucho en la calle pero que ya traigo escuchado antes de ponerme a leer y que por tanto no me aporta demasiado como lectura, me ha mostrado a una narradora que sabe ser eficaz y que tiene un buen oído para las inquietudes sociales y una buena mano para componer sobre todo ambientes y momentos, pero que quizá tiene que darle una vida más propia a sus personajes. El libro le ha quedado a Marta Caparrós, entrando al trapo de la narrativa política post 15 – M en la que veo que la encuadran, un poco socialdemócrata, demasiado pactista. La literatura debe arriesgar en lo formal, en la escritura. Debe intentar, aunque sea una aspiración fútil, a ser novedosa, a ser única. Leí hace meses El agua que falta, de Noelia Pena, también de esta misma editorial, también de una autora joven, también etiquetada como literatura política hecha por alguien joven. Y encontré en ese libro, me gustara más o menos en general, una apuesta más fuerte por hacer algo distinto. Animo a Marta Caparrós, como si yo fuera alguien para dar consejos, desde este rinconcito que probablemente nunca visitará, a arriesgarse un poco más en sus siguientes aventuras narrativas, y le digo que estaré pendiente de esas nuevas aventuras, porque en este libro he visto más motivos para la esperanza que para la crítica, y la seguiré leyendo.

Felices lecturas
Sr. E

3 comentarios:

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  2. He aprendido muchísimo con tu reseña, y no dejo de estar de acuerdo con ciertas cosas que señalas. Da gusto tener lectores tan atentos y analíticos. Te leeré en Baile del Sol. Un saludo. Marta.

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    1. Bienvenida Marta a este pequeño rincón de lectura. Gracias por la visita. Filtraciones me despertó muchas ideas, y quise ordenarlas un poco aquí. Espero que hayas entendido las imágenes que uso como lo que son, idioteces ilustradas. Si quieres comentar algo más en profundidad no dudes en mandarme un email.
      Quedo a la espera de tus próximos pasos literarios.
      P.S: Me quedé con las ganas de traerme Filtraciones firmado de la FdL, pero me fue imposible pasarme la tarde que te pusieron.

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