viernes, 20 de marzo de 2020

Cuentos para una cuarentena (Los cuentos pendientes de mis cuentos pendientes)

Lecturas para una cuarentena (Los cuentos pendientes de mis cuentos pendientes)



No había escrito en el blog en todo lo que llevamos de 2020. La verdad es que no he encontrado el momento. Algunos lectores (increíble, pero así ha sido) me han escrito a la dirección de correo asociada al blog para preguntar si pasaba algo.

No pasaba nada en particular, pasaba la vida. Al final tienes demasiados compromisos, con el trabajo, la familia, tus ganas de escribir y la búsqueda de tiempo, y la propia lectura, además de otros intereses y aficiones.

El blog ha estado en marcha de forma regular durante casi cinco años, y me alegra pensar que habrá ayudado a contagiar mi entusiasmo por algún libro (por tantos libros, pues casi siempre se ha escrito aquí para celebrar, y hasta los comentarios más críticos han sido siempre debidamente contextualizados y ofrecidos bajo la milenaria tradición del palo y la zanahoria, y con mucha más zanahoria que palo; mis verdaderas fobias me las guardo) a un cierto número de lectores.

Leer para explicar un libro a otros es enriquecedor, porque te ayuda a profundizar, te obliga a ello, y seguramente no sea hoy mejor explicador y reseñador de libros que en 2015, pero sí soy mejor lector.
Por esas dos cuestiones, me alegro de lo que en el blog queda.
Por las cuestiones prácticas, era el momento de dejar de hacerlo. No deja de ser una forma de condicionar tu selección de lecturas, y lo que es enriquecedor como lector también te esclaviza, pues lees ciertos libros (los que reseñarás) pendiente de con qué detalle llamar la atención o cómo contarlo.
Ni entramos en el número de lectores del blog. Algunos fieles, otros anónimos, pero nunca demasiados. No se justifica mi trabajo leyendo con cuidado un cierto número de libros al mes, y las horas escribiendo las reseñas (que siempre he intentado que se leyeran bien, lo que exige un tiempo de escritura y corrección, y que he alejado de la versión exprés de la reseña, de igual manera que siempre, consciente de mis manías y limitaciones como lector, he tratado de huir del me gusta / no me gusta, explicando qué me gusta y qué no me gusta en base a razones de escritura, un reseñismo tranquilo, digamos, con filias personales, claro, pero con razones detrás, para que otros lectores puedan sumarse a esas filias, o discutírmelas, quizá en línea con el modelo de blogs que sigo con atención y de los que siempre aprendo, como el de David Pérez Vega, http://desdelaciudadsincines.blogspot.com/ ) si ese tiempo me puede venir mejor en otros menesteres.

Y ahí queda la explicación de por qué este silencio.

Y un sentimiento de melancolía por el abandono del blog y complicaciones personales me habían llevado a no tener ni el tiempo ni el ánimo para escribir esta despedida.

Había pensado cerrar el blog con una recopilación de recopilaciones, de los libros que ya había elegido como destacados en estos años. Y como estos días, con el encierro, he recibido mensajes de muchos amigos y conocidos pidiéndome recomendaciones de lecturas (igual que yo les he pedido a otros amigos series que puedan hacernos más llevadera la situación), he pensado (sí, como otro miembro de la cultura que decide poner su granito de arena) que tal vez no estaba de más hacer esa selección (la selección de selecciones) de lecturas que a alguien le puedan servir. A mí mismo me han entrado ganas de relecturas.

Dejo aquí 10 lecturas con una breve explicación de por qué pueden ser buenas lecturas en estos tiempos extraños. No hay un orden jerárquico, los he ido seleccionando en orden cronológico de lectura.

1. Cuentos completos, de J. G. Ballard, RBA (creo que ahora la edición la tiene Alianza): Me pasé 2015 leyendo este libro, cuento a cuento desde que me lo compré en el Día del Libro de aquel año. Si este momento tan extraño, que creo que ninguno preveíamos (y no digo hace dos semanas, quiero decir que no creo que ninguno de nosotros pensáramos hace un año que viviríamos una situación así) merece un adjetivo, es ballardiano. Todas las contradicciones y miedos del mundo globalizado, competitivo y capitalista, sus monstruos y sus guerras posmodernas. El pánico. Todo eso está en estos 95 cuentos.

2. Diarios de las estrellas, de Stanislaw Lem, Alianza Editorial: Copio lo que ya dije en 2015: Diarios de las estrellas relata los distintos viajes de Ijon Tichy en el tiempo y el espacio. Lem se sitúa en la gran tradición de la sátira desde la fantasía. Llevando a Tichy a otros mundos, aprovecha para criticar todo lo criticable de ese ser humano que habita y destroza la Tierra. Los textos del libro son relatos, se ajustan razonablemente a los parámetros de la ciencia ficción, pero sobre todo son reflexiones culturales y filosóficas de altísimo nivel. Lem disecciona el alma humana con un fino bisturí, y completa un libro divertidísimo, brillante, imposible de olvidar, adictivo.
Tal vez no es una mala idea viajar a la vez que se reflexiona sobre la vida, la muerte, la trascendencia, y el sentido (si lo tiene) de todo ello.

3. La piel, de Curzio Malaparte, Edición de Círculo de Lectores (está en Galaxia Gutenberg): La piel habla del fin de la 2ª Guerra Mundial y la reconstrucción (física, económica, moral) de un país, Italia, y lo hace desde la idiosincrasia de una ciudad tan particular como Nápoles, milenaria, indomable, siempre derrotada pero siempre buscando maneras de resucitar. Malaparte fue un personaje dudoso (como poco): soldado raso en la primera, ideólogo del primer fascismo italiano, creador de revistas, eso que hoy en día se llama agitador cultural (un término bastante más descafeinado, por suerte en muchos aspectos), oficial en la segunda guerra mundial, encarcelado, su camino ideológico lo llevó hacia el maoísmo. Pero es sobre todo un escritor con dos obras que hablan del horror y lo humano, Kaputt, y este. Es un libro de una densidad increíble, en el que cada línea transmite una gran cantidad de información y matices. Uno de esos a los que uno se traslada a vivir mientras lo está leyendo.

4. Fabulosas narraciones por historias, de Antonio Orejudo, Tusquets: Es un libro muy divertido, que siempre es algo difícil de conseguir que un libro sea. Me gustó mucho esta novela escrita en 1.996 por su falta de ubicación dentro del canon de los principales caminos de la literatura española. Leí este libro y pensé eso que no deberíamos pensar pero que no puedo evitar pensar muchas veces cuando alguna obra me está gustando así: no parece española. Orejudo es un autor ambicioso, un lector potente que ha decidido revolver cánones y convenciones, dispuesto a provocar con su primera novela (que fue esta), siendo un desconocido. Todos los lectores de esta novela con los que me he encontrado coinciden en que es un libro que no deja indiferente. Y en general gusta bastante. Fabulosas narraciones por historias nos acerca a aquello que se llama la edad de plata de la cultura española. En un paisaje por el que transitan como personajes Lorca, Buñuel, Juan Ramón Jiménez y tantos otros, sigue las aventuras de tres aspirantes a literatos en la famosa Residencia de Estudiantes. Es un libro divertido, ácido, crítico con lo que era, es y será, me temo, el mundillo literario. La literatura desemboca en el terrorismo menos veces de las que cabría esperar, viendo libros como éste. Le aplaudo a esta obra por ser atrevida, faltona, por meterse con santones de la literatura española a los que los novelistas actuales siguen citando en sus oraciones cada vez que presentan una nueva novela. Echo de menos esa mala leche en mucha de la literatura contemporánea española. Echo de menos que los profesores de instituto dejen de citar todos ellos las mismas novelas del siglo XIX como las cimas insuperables de la literatura española. El ritmo es muy ágil, el lenguaje está muy pulido, la estructura encaja perfectamente, y durante toda su lectura no nos abandonará la sonrisa.

5. Todos los miedos, de Miguel Ángel González (Siruela): Todos tenemos miedo en estos días, ¿no? Por nosotros, pero creo que más por los que nos rodean y aquellos a quienes queremos. Este libro habla de ese miedo a que todo se joda. Que algunos tenemos, de manera inevitable, casi siempre, no solo cuando nos toca estar rodeados por el terror (lo cual no sé si es una ventaja para una situación así, o al contrario, la desventaja que nos faltaba). Miguel Ángel es mi amigo y eso hace (en mi manera de entender las cosas) que quede feo que recomiende este libro. Pero cuando leí este libro no era tan amigo, y cuando escribí la reseña tampoco, así que supongo que algo que puedo llamar honestidad intelectual me permite recomendarlo. Recupero un poco del texto que en 2016 presentaba el libro a los lectores del blog. ¿Tenemos más miedos de los que podemos permitirnos? ¿Tememos por encima de nuestras posibilidades? Si fuéramos a lo esencial, tenemos miedo, por encima de todo, a la idea de la muerte y a que le hagan daño a nuestros seres queridos. Todos los miedos se compone de dos novelas cortas en apariencia independientes que se suman y complementan. La primera de ellas, ¿Quién teme al lobo feroz?, nos lleva a la violencia arbitraria contra una familia que no podrá recuperarse nunca. La segunda, Lo que sé del olvido, nos mete en la cabeza de un hombre desahuciado. El estilo está hecho de breves pinceladas que nos van envolviendo entre el malestar y la crudeza sin perder la intención estética.
Yo ya la he releído en estos primeros días de cuarentena, aunque no es para agarrarla cualquier noche.

6. Sombras sobre el Hudson, de Isaac Bashevis Singer (Zeta Bolsillo, ahora está en DeBolsillo): Sombras sobre el Hudson es una novela del siglo XIX escrita en la década de los 50. Narrativa tradicional rusa mezclada con la tradición oral judía para dar como resultado una novela absorbente, larga, compleja, llena de subtramas, llena de vida. Si has pensado que en estos días te apetecería coger uno de esos novelones clásicos que es difícil soltar, Drácula, El Conde de Montecristo, Los miserables, algo así, esta puede ser muy buena opción.
Tampoco serían nunca una mala opción los Cuentos (Lumen) del mismo autor.

7. Los pobres, de William T. Vollmann (Debate): Es este un libro poderoso y que también he recordado intensamente en estos días. Siempre hay alguien que está peor de lo que podamos estar nosotros, y siempre hay alguien que queda más lejos de ninguna protección y tenemos que tener previsto que muchos dramas que ya existían antes del virus no mejoran por eso, solamente han perdido (aún más) el interés de los medios. Y no perdamos de vista que cuando se salga de esta (porque se saldrá, por supuesto), mucha gente lo hará en peores condiciones materiales de las que entró. Una idea recurrente en Los pobres es el momento en que Vollmann mira hacia dentro y dice que al lado de todos esos pobres a los que está conociendo él es, qué duda cabe, un rico. Y el lector, casi seguro, también. Hay otros mucho más ricos, claro, y ni los muy ricos ni los simplemente más ricos que los pobres hacen demasiado. Vollmann no es un ensayista al uso, aquí no hay una tesis, aunque subyace, está centrado en narrar, su mirada y su prosa marcan el ritmo. No lo hace nunca pensando que está contando la realidad completa, compleja e inabarcable. Lo hace reduciendo su mirada a casos concretos. Les pregunta a los pobres por qué creen que son pobres, qué les hizo ser pobres, qué diferencia a los pobres de los ricos y qué solución hay al tema de la pobreza. Se detiene mucho en la autopercepción que tienen de su pobreza o no, que es un asunto fundamental. Los pobres con los que habla son en muchos casos fatalistas. Las cosas, para ellos, son así, y no tienen perspectivas de cambiar.
Esperemos que se equivoquen.

8. Solenoide, de Mircea Cartarescu (Impedimenta): ¿Por qué no protegernos con un libro ensoñador, con fantasía fantásticamente escrita? Para Cartarescu, y en este libro más aún, lo principal es el peso del mundo y el lugar y la labor del creador. Cómo tratar de hacer algo creativo con ese mundo esencialmente hostil, gris, feo en contra. Desde la relativamente segura perdurabilidad (con todo lo relativa y segura que esta pueda ser) de la obra escrita de Mircea Cartarescu, este transmite al lector un mensaje esencial: el creador lo es si está suficientemente convencido de lo necesario (y esto puede ser algo únicamente personal) de su obra. Quedan fuera por lo tanto las novelas asépticas escritas con el único fin de entretener. Cartarescu aquí juega a suplantar su posibilidad y escribir desde el negativo de lo que realmente ha sido su única novela. Es por lo tanto una novela que debería valer para juzgar la valía (o no valía) de Mircea Cartarescu, escritor. Tenemos aquí, casi mil páginas de una prosa potente y poética (dos puntos que son muy difíciles de equilibrar) y que trata de meter el mundo entero entre sus líneas. Tenemos insectos, colegialas, profesores arrepentidos, frustraciones, luchas de poder, el cambio político en Rumanía al fondo, el absurdo de la creación artística, sueños, más insectos, alucinaciones, una casa en forma de barco y un misterioso inventor, la noche, los madrugones, el cielo sucio de Bucarest, el paso del tiempo y el peso de la muerte amenazando. Tenemos una historia de amor que se va afianzando. Tenemos muchas preguntas que empiezan con Por qué y muy pocas respuestas. Tenemos el enfrentamiento de alguien ante el espejo de lo que podía haber pasado. Todo eso (y más).

9. Némesis, de Philip Roth (DeBolsillo): Siempre es un buen momento para leer a Philip Roth. Siempre se disfruta y aprende leyéndolo. Incluso cuando no sea su mejor novela (y esta no lo es). Pero es la última que escribió, la que leí cuando murió, porque era la última que me quedaba por leer de su obra, y es una novela que habla de la expansión de la polio por el mundo suburbial de la ciudad de Newark, en la que Roth se crió, cuando él era un preadolescente, en el verano de 1944. Podremos reconocer, en esta novela, la ansiedad, el temor a ser el próximo contagiado, los rumores, el sentimiento de culpabilidad de quien cree haber expandido el brote, el señalamiento social. Y podremos ver cómo se sale de algo así. Seguro que alguien que ahora tiene esos 10 o 12 años estará sintiendo tantas cosas tan rápido que no es capaz de comprenderlas. Aquel Roth asustado acabó tardando seis décadas en cribar los sentimientos de la epidemia de polio y escribiéndolo en la que fue su última novela.

10. Cuentos, de John Cheever (Mondadori): Podría ponerme un poco cursi y decir que ningún sentimiento humano es ajeno a John Cheever. Lo dejo dicho. También, copiando lo que escribí hace unos meses sobre esta colección (de sus falsos completos), diré que: En un mundo triste y en gran medida en derrumbe, con trabajos precarios, relaciones que se rompen continuamente, calles agresivas, muchos gritos y discursos que promueven el odio desde la política y muchos medios de comunicación, los cuentos de John Cheever nunca pasarán de moda. Mientras exista la soledad, mientras la conozcamos, mientras mantengamos la mínima empatía para detectar los problemas y las dificultades por las que están pasando otras personas, los cuentos de Cheever serán a la vez diagnóstico y medicina. Los pequeños dramas, los secretos, la melancolía, serán siempre su territorio. Esa mirada acuosa es ideal para mecernos en una lectura en un buen sillón, junto al calor del hogar, mientras ahí fuera hace mucho frío y el viento y la lluvia rugen y nos recuerdan que todo es tan endeble que no deberíamos darlo nunca por seguro.

Por si alguien quiere pasar por encima de mi criterio de selección (o simplemente completarlo), pongo aquí las selecciones completas de cada año en que el blog ha estado en marcha:

Tal vez la semana que viene haya alguna selección de libros para encierros. No lo sé aún. Veremos.

Seguiremos leyendo, eso sí.

Felices lecturas

Sr. E

4 comentarios:

  1. Me alegra mucho poder volver a leerte y muchas gracias por las recomendaciones. Se ven lecturas poderosas.

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    1. Espero que alguna sea una buena compañía en las próximas semanas. O cuando decidas ponerte con ella.
      Gracias por la visita.

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  2. Espero que no cierres, porque me han gustado tus recomendaciones. Me ha encantado tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece (es Relatos y Más, es que aparecen dos en el perfil).
    Un abrazo.

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  3. Hola Rocío, bienvenida por estos lares.
    La decisión de despedir el blog no tiene ya mucha vuelta atrás, pero gracias por las palabras. Hay mucho escrito, pasa, visita y sírvete. Espero que saques alguna nueva idea de lectura.
    Y pronto me pasaré por tu blog a hacerle una visitar.
    Saludos cuentistas.

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