Mis cuentos pendientes de 2.015.
Terminada la temporada 2.015 de lectura, creo que debo calificarla de
muy buena. Debo reconocer, también, que por suerte, no recuerdo
ningún año lector que no me haya descubierto nuevas voces ni me
haya dejado indiferente con sus historias. Supongo que por eso
leemos, esperando que el próximo año nos traiga lecturas tan buenas
como el que se cierra (o incluso mejores). Y por eso es importante y
siempre recomiendo abandonar pronto los libros que no nos estén
aportando nada.
El esfuerzo de reducir un año de experiencias lectoras a una lista
de títulos puede ser un poco fútil, no lo niego, pero creo que nos
aporta lo que siempre nos aporta elegir, filtrar, jerarquizar.
Hacemos una reflexión final sobre lo vivido en el año, recordamos
buenas sensaciones y deslumbramientos; también decepciones, claro.
Agradezco, llegados a este momento, haber ido tomando breves notas de
lectura durante todos los meses del año, al ir acabando cada
lectura.
Elegir siempre es difícil, y elegir siempre resulta injusto, pues
siempre se quedan fuera libros que nos han gustado, pero creo que
merece la pena hacerlo y tratar de limitar el número de libros a
destacar. Hay libros a los que he vuelto en 2.015 que siempre
estarían entre mis 10 mejores lecturas de cualquier año, por lo que
no los considero de cara a esta lista, que formo únicamente con
libros que he leído (o que he leído completamente en algunos casos)
por primera vez. Este año he releído con gusto y provecho mi
edición de Cuentos completos de Kafka, La novela luminosa
de Mario Levrero, La velocidad de las cosas de Rodrigo Fresán,
la Trilogía antiejemplar de Rafael Balanzá, American Gods
de Neil Gaiman, algunos textos breves de Foster Wallace, un par de
novelas de Houellebecq o El desierto de los tártaros, de Dino
Buzzatti, por ejemplo.
Según termino mis lecturas, tomo unas anotaciones sobre el libro, y
dejo marcados según un código de colores aquellos que me han
parecido especialmente destacables. Llegados a estas alturas del año,
esos títulos destacados (los que se habían adueñado totalmente de
mi cabeza durante su lectura) eran un total de 16. Para mi lista –
resumen he elegido sólo 10 libros, como la más tópica de las
listas de final de año. En mis lecturas de este año veo algunas
tendencias y novedades en mis lecturas. He leído mucho relato, como
siempre. Aparte de algunas colecciones que me han interesado
especialmente (La habitación de Nona, de Cristina Fernández
Cubas, Frente al espejo de una mujer, de Ismail Kadaré, El
umbral de la noche, de Stephen King, Canción muda, de
David Albahari, Los siete mensajeros y otros relatos, de Dino
Buzzati), he leído algunas selecciones temáticas de relatos (Aguas
negras: antología del relato fantástico, de Alberto Manguel, en
Alianza, o Felices pesadillas, selección de terror de
Valdemar) de un muy buen nivel medio, y capaces de encontrarle nuevos
ángulos a géneros que consideramos ya conocidos, y también he
leído los Cuentos completos de algunos autores (Graham
Greene, J. G. Ballard), que me han parecido una manera muy
interesante de abarcar la evolución narrativa de un mismo escritor,
y una forma de lectura que repetiré en 2.016 (tal vez volver a leer
los Cuentos completos de Borges, o leer todos los libros de
relatos de Bolaño otra vez, o las selecciones de Fogwill o Tobias
Wolff de Alfaguara, todos ellos libros de los que nunca me despego
demasiado, tal vez releer a Poe, a quien creo que no leo desde los 15
años, de momento ya me compré los Cuentos completos de
Bernard Malamud, debería ser el primero, para evitar ir acumulando
libros de manera innecesaria en casa).
Entre mis lecturas preferidas hay dos autores de los que he elegido
un libro suyo entre mis mejores lecturas desde 2.012, cuando los
probé por primera vez (Don DeLillo y J. G. Ballard), y a los que
seguiré leyendo. Después de algunos intentos, he llegado a
disfrutar realmente de dos autores llamemos difíciles pero muy
valorables una vez he entrado en su mundo: En el culo del mundo
de Antonio Lobo Antunes y Señales que precederán el fin del
mundo, de Yuri Herrera. Hay más autores españoles de lo que
esperaba, y teniendo en cuenta que leo bastante más literatura
anglosajona y en general extranjera que española, me sorprende ver
tantos libros españoles entre los mejores que he leído, lo que
supongo que significa que precisamente por no acercarme demasiado a
ella, selecciono mucho más lo que voy a leer. Destaco especialmente
como descubrimiento a dos autores a los que he llegado supongo que
venciendo prejuicios y a los que quiero seguir leyendo: Gonzalo
Torrente Ballester y Max Aub, quienes creo que están bastante
olvidados de una forma bastante injusta.
No suelo leer demasiado ensayo, pero este año sí lo he hecho, tanto
de temática sociológico – económica (Indies, hipsters,
gafapastas, historia de una dominación cultural, de Víctor
Lenore, La era del vacío: ensayos sobre el individualismo
contemporáneo, de Gilles Lipovetsky, Chavs, la demonización
de la clase obrera, de Owen Jones) como más cercana a la
literatura y su práctica (Presencias reales, de George
Steiner, Los mecanismos de la ficción, de James Woods, Sobre
literatura, de Umberto Eco, Mientras escribo, de Stephen
King, El escritor y sus fantasmas, de Ernesto Sábato).
Veo libros que no acaban de estar en géneros definidos, una
literatura que siempre me ha interesado y por dónde creo que crecerá
el futuro, por las difusas fronteras entre la narrativa, las formas
memorialísticas y el ensayo, y dentro de la literatura de género
negro a la que soy bastante aficionado, el descubrimiento más
destacado fue Cold cold ground, de Adrian McKinty, un libro
ambientado en el Ulster en la época del IRA. Este año no he leído
ningún Ellroy ni a ningún peso pesado. Un par de Connollys, algún
Simenon, autores que siempre me gustan. En ciencia ficción, dos
buenos libros de Philip K. Dick (El hombre en el castillo y
Fluyan mis lágrimas, dijo el policía), de quien hablé hace
poco. He leído más clásicos y más rusos (Almas muertas, de
Nicolai Gógol, El maestro y Margarita, de Mijail Bulgakov)
que en otras ocasiones, y quiero seguir con la tendencia.
1. El día del Watusi, de Francisco
Casavella, Ediciones Destino: Leí El día del Watusi en
marzo. Mi mes de marzo sólo tiene apuntadas dos novelas, y seguro
que leí más cosas, pero El día del Watusi es una de esas
lecturas que absorbe toda la luz a su alrededor. Estoy por decir algo
así como que es la mejor novela española de las dos últimas
décadas. O de las tres últimas. No sé. No lo he leído todo en
esos años, obviamente. Pero tampoco los que sí han elegido las
mejores novelas de esa época. ¿Por qué me gustó? Porque tiene
fuerza, autenticidad, chulería, potencia literaria, buen oído con
el lenguaje, estilo, ambición. El día del Watusi es una
novela de mil páginas de la que han dicho que resulta
desequilibrada. Y muy probablemente lo sea, pero ese no puede ser su
defecto. Su principal defecto es que no tenga otras doscientas o
trescientas maravillosas páginas de desequilibrios. Porque retrata
un mundo desequilibrado y la novela no puede estar perfectamente
medida para hacerlo. El día del Watusi se publicó
originalmente a partir de 2.002 como una trilogía. Tres novelas que
giran principalmente, a mi entender, alrededor de la creación del
mito. La novela está poblada de vividores que se creen sus mentiras
y que venden motos sin parar. Y Casavella lee en las entrañas de
Barcelona toda esas mentiras del pasado que construyeron su presente.
Y quien dice Barcelona dice también España. Y quien dice mentiras
dice política, y podríamos hablar de la cultura oficial, y puede
leerse el trasfondo de todo eso que se llama la transición. La
novela no tiene ni una página de desperdicio. Todo el mundo debería
leerla. Dicen que quienes la leen se convierten al casavellismo. No
me extraña que con un libro así escrito, así de ambicioso y así
de crítico, Casavella no fuera el más popular de ninguna fiesta.
Porque estuvo cerca de los del Kronen pero no fue de ellos. Ni por
supuesto hubo un rincón para él en la oficialidad de la narrativa
española. Sólo tuvo algo de reconocimiento cuando ganó el Nadal
con Lo que sé de los vampiros (otra excelente novela, por
cierto, aunque no tanto, mucho más medida, pero una de las pocas
novelas históricas, si lo es, que me han gustado), poco antes de
morir demasiado joven. Lo peor de este libro es pensar que Casavella
no vaya a poder escribir nunca otra obra así. Cómo destaca un libro
así entre el conformismo dominante en la narrativa española.
2. Diarios de las estrellas, de Stanislaw
Lem, Alianza Editorial: Lem es uno de los principales escritores
de ciencia ficción del siglo XX. Con la particularidad de haberlo
sido desde detrás del telón de acero. Un autor del que Philip K.
Dick llegó a decir que no existía, con todo lo que eso supone.
Diarios de las estrellas relata los distintos viajes de Ijon
Tichy en el tiempo y el espacio. Lem se sitúa en la gran tradición
de la sátira desde la fantasía. Llevando a Tichy a otros mundos,
aprovecha para criticar todo lo criticable de ese ser humano que
habita y destroza la Tierra. Los textos del libro son relatos, se
ajustan razonablemente a los parámetros de la ciencia ficción, pero
sobre todo son reflexiones culturales y filosóficas de altísimo
nivel. Lem disecciona el alma humana con un fino bisturí, y completa
un libro divertidísimo, brillante, imposible de olvidar, adictivo.
Destaco especialmente su modernidad, su frescura, su visión crítica
del postfranquismo que se estaba forjando en 1969 en España. Destaco
que sea un libro de un importante autor español del siglo XX que
ofrece una visión de la literatura mucho más contemporánea (mucho
más en la línea de lo que se hace en el mundo) que lo que sigue
considerando la literatura española a seguir, conformista,
complaciente, que toma sus referencias en ella misma y así nos va.
4. Cuentos completos, de J. G. Ballard, RBA:
Me lo compré el Día del Libro y me ha acompañado como lectura
espaciada y continua prácticamente desde aquel día hasta el final
del año.
En Ballard, y se ve perfectamente en sus relatos, tenemos la
combinación de un profeta crítico con un prosista magnífico. La
mayoría de escritores que me interesan son autores que siempre dan
vueltas alrededor de unos pocos temas que se repiten. A lo largo de
estos 95 relatos podemos ver la evolución y las circunvoluciones de
un autor que siempre tenía algo importante de lo que advertirnos y
una manera interesante de decírnoslo.
5. La piel,
de Curzio Malaparte, Edición de Círculo de Lectores: Malaparte
pertenecía a ese mundo intelectual que se generó entreguerras.
Soldado raso en la primera, ideólogo del primer fascismo italiano,
creador de revistas, eso que hoy en día se llama agitador cultural
(un término bastante más descafeinado, por suerte en muchos
aspectos), oficial en la segunda guerra mundial, encarcelado, cayó
en una deriva ideológica que lo llevó hacia el maoísmo. Y entre
medias escribió algunos libros magníficos por lo que cuentan. Desde
luego éste lo es. Un libro de una densidad increíble, en el que
cada línea transmite una gran cantidad de información y matices.
Uno de esos a los que uno se traslada a vivir mientras lo está
leyendo.
http://cuentospendientessre.blogspot.com.es/2015/12/cuentos-pendientes-de-diciembre.html
6. Experiencia, de Martin Amis, Anagrama:
Martin Amis escribió la que me parece una de las mejores novelas
contemporáneas, La información. He leído otras novelas
suyas muy buenas (Dinero, por ejemplo) aunque no de tanto
nivel. Y he leído otros libros suyos que me han parecido
insuficientes, siempre medidos desde el patrón de La información.
Desde el mes de junio mediré sus libros (me han hablado muy bien de
Campos de Londres, y está pendiente) en comparación con La
información y también con este magnífico libro, Experiencia.
Experiencia es un libro de memorias, o algo así. Amis no es
seguramente el mejor escritor de su generación, aunque parece que él
lo cree (no sé muy bien quién es el mejor escritor de su
generación, la verdad, pero tengo claro que la anterior, la de los
Roth o DeLillo les gana en fuerza y profundidad), pero sin duda es un
gran prosista. Una página cualquiera de uno cualquiera de los libros
de Amis que he leído tiene una calidad prosística muy alta. Amis es
un estilista, y lo sabe, y reivindica a los estilistas, sitúandose
en la estela de los Bellow (aunque considero que Bellow es un autor
menos brillante pero mucho más fluido narrativamente que él) o
Nabokov. Experiencia, las memorias de un hombre que apenas
pasaba de los cincuenta años en el momento de escribirlas, nos
regala imágenes y escenas dotadas de una gran viveza gracias a esa
excelente prosa. Amis va repasando su experiencia vital, y la
literaria, muy difícilmente desligables, desde su juventud de
estudiante, hijo del novelista Kingsley Amis, casado en segundas
nupcias con otra escritora. Habla de sus maestros, y de su padre.
Habla de cómo escribió su primera novela, y de cómo se casó, de
cómo tuvo hijos y su dentadura se fue pudriendo. Habla de muertes y
reconstrucciones mandibulares. Habla de libros que triunfaron y
amigos con los que se peleó. Habla de escritores a los que siempre
admiró. De malentendidos y penas. De más libros. De Londres y Nueva
York. De la relación con su padre. Del alcohol y la marihuana. De
las modas. De las vacaciones en España. De los viajes. Del oscuro
mundo de los agentes literarios. De la envidia. De la camaradería.
De las ganas de seguir escribiendo. De la presión que supone creerse
el mejor escritor del mundo. De lo que pasa cuando posiblemente,
siendo un excelente escritor, no se es Bellow o Nabokov, como uno
querría.
7. Libra, de Don DeLillo, Ediciones Austral:
Este ha sido mi principal DeLillo del año. Una de sus cuatro grandes
novelas. La gran novela sobre la mentira y la teoría de la
conspiración por excelencia, la del asesinato de JFK. Igual que
decía de El día del Watusi (quizá
no sea casual que las dos únicas novelas sobre las que tengo
anotaciones en el mes de marzo sean aquella y esta),
creo que es una novela que se construye sobre la propia idea de la
creación del mito. Y que no nos permite olvidar que al principio del
mito, de cualquiera, con connotaciones religiosas o no, estuvo la
mentira. No me extrañaría nada que Casavella hubiera sido un atento
lector de Libra y de Submundo, quizá las dos novelas
en las que el universo de DeLillo se deja fascinar más (y fascina
más a sus lectores) por todo lo que no nos cuentan, por la penumbra,
ya que DeLillo trabaja mucho más con la sombra que con la luz. Como
ya dije en su momento, todo DeLillo es recomendable, es un autor al
que cualquier lector dispuesto a dejarse deslumbrar por la gran
literatura debería acercarse, aunque quizá Libra, como
Submundo, no sean las más adecuadas como primer acercamiento.
http://cuentospendientessre.blogspot.com.es/2015/10/el-planeta-delillo-iii.html
8. Felices pesadillas, relatos de terror de
la Editorial Valdemar: Felices pesadillas es uno de los
libros más conocidos de la que probablemente sea la editorial de
referencia del género de terror y fantástico en España, Valdemar.
El lector que se acerca a colecciones como El club Diógenes o Gótica
sabe qué puede esperar, casi siempre libros de calidad. Felices
pesadillas, publicado por primera vez en 2.003, recoge en casi
mil páginas 40 relatos de 40 autores diferentes, la mayoría
anglosajones, elegidos entre lo mejor del catálogo de los primeros
15 años de la editorial. La mayoría de los relatos se encuadran en
la línea del relato gótico del siglo XIX, estén escritos en ese
momento o después. Están los autores clásicos esperables. Y he
leído con gusto a autores cuyos relatos no conocía, aunque sí sus
novelas más populares (R. L. Stevenson, Bram Stoker, la editorial
Valdemar tiene también algunas colecciones de relatos completas muy
interesantes, estén más o menos cercanos al género). He leído
autores de relatos clásicos a los que no había leído desde hacía
mucho tiempo (E.T.A. Hoffman, Maupassant; aunque su cuento creo que
es de los que menos se acerca al concepto de terror; Poe, de quien no
recordaba lo bueno que me ha parecido en esta lectura Los hechos
en el caso del Señor Valdemar). He leído un conocido cuento de
fantasmas de Dickens (El guardavías) y uno de Wilkie Collins
que es sobre todo un relato de misterio. Hay un relato clásico muy
famoso: La pata de mono, de W.W. Jacobs, de quien muchas veces
he oído decir que era un mal autor al que le salió una vez una
historia redonda, ésta, que sin duda lo es. Uno de los cuentos que
más extrañan en la selección es Ante la ley, de Kafka. Yo
personalmente siento terror ante la burocracia y sus errores y
sinsentidos, y supongo que por ahí va la idea. Están, aparte de los
relatos que se salen más de lo canónico, todos los temas esperables
en una selección de relatos de terror. De ellos, como bloque
temático, quizá los que más me han gustado son los que se acercan
al mundo vampírico. Pero lo mejor de estas antologías es que
también nos dejan a los lectores una puerta abierta a autores que no
conocíamos, en mi caso M. R. James o Le Fanu, aunque según parece
son autores que los buenos conocedores del gótico del XIX tienen
entre los básicos. Sigo sin verle la gracia a Lovecraft, con perdón
de su legión de adoradores. Me gustó mucho el relato de género de
Balzac, escritor realista donde los haya, y de los autores más
recientes el más interesante sin duda es el relato de Richard
Matheson, Grillos, que me decidió a buscar una selección de
sus cuentos, también en Valdemar.
9. Mientras escribo, de Stephen King, Editorial
DeBolsillo: Dentro de la serie de libros sobre literatura y el
ejercicio de la escritura, tanto teóricos como centrados en el
oficio y vida del escritor que he leído este año, puesto a elegir
uno, elijo éste. Porque me parece el más sincero y el más
accesible. Porque es divertido y podrían leerlo los alumnos de
secundaria. Porque de él podrían aprender muchos escritores que
miran a Stephen King por encima del hombro. King nos muestra lo que
sabe del oficio, sin dejarse nada escondido. Y lo hace con buen
oficio, sin tratar de impresionar a nadie, como sus obras de ficción,
repitiendo mil veces que lo principal es leer y escribir. Tiene
consejos útiles y tiene posibles relecturas. Es una lectura ágil y
con interés para escritores, para aspirantes a escritores y en
general para lectores, sean seguidores del autor o no.
10. Fabulosas narraciones por historias, de Antonio
Orejudo, Tusquets: Me gustó mucho esta novela escrita en 1.996
por su falta de ubicación dentro del canon de los principales caminos de la literatura española. Leí este libro y pensé
eso que no deberíamos pensar pero que no puedo evitar pensar muchas
veces cuando alguna obra me está gustando así: no parece española.
Antonio Orejudo se parece a Rafael Reig, sus Fabulosas narraciones
me recuerdan al Manual de literatura caníbal, y ahí acaban
las referencias que encuentro entre sus contemporáneos. Orejudo se
muestra aquí como un autor ambicioso, un lector potente que ha
decidido revolver cánones y convenciones, dispuesto a provocar con
su primera novela, siendo un desconocido. El hecho de que una novela
se reedite más de una década después de su primera edición es
síntoma suficiente del interés de quienes la leyeron en su momento.
Muchos de los cuales dejaron rastros y recomendaciones que llevaron a
otros a buscarla, para encontrar durante un tiempo muchas
dificultades para dar con ella. Ahora incluso está en bolsillo.
Todos los lectores de esta novela con los que me he encontrado
coinciden en que es un libro que no deja indiferente. Y en general
gusta bastante. Fabulosas narraciones por historias nos acerca
a aquello que se llama la edad de plata de la cultura española. En
un paisaje por el que transitan como personajes Lorca, Buñuel, Juan
Ramón Jiménez y tantos otros, sigue las aventuras de tres
aspirantes a literatos en la famosa Residencia de Estudiantes. Es un
libro divertido, ácido, crítico con lo que era, es y será, me
temo, el mundillo literario. Vemos cómo se limosnan recomendaciones,
cómo se alaban medianías, cómo se asiste a conferencias de unos
para fastidiar a otros, cómo el artista debe vencer la incomprensión
social. Y vemos cómo algunos enloquecen ante la falta de
reconocimiento. La literatura desemboca en el terrorismo menos veces
de las que cabría esperar, viendo libros como éste. Le aplaudo a
esta obra por ser atrevida, faltona, por meterse con santones de la
literatura española a los que los novelistas actuales siguen citando
en sus oraciones cada vez que presentan una nueva novela. Echo de
menos esa mala leche en mucha de la literatura contemporánea
española. Echo de menos que los profesores de instituto dejen de
citar todos las mismas novelas del siglo XIX como las cimas
insuperables de la literatura española. El ritmo es muy ágil, el
lenguaje está muy pulido, la estructura encaja perfectamente, y
durante toda su lectura no nos abandonará una sonrisa. Muy
recomendable.
Espero que os animéis a leer alguno de estos libros durante el
próximo año.
Os deseo un feliz 2016 lleno de buenas lecturas.
Volveremos a encontrarnos en enero.
Sr. E
Hola. La verdad es me gusto recorrer tu Blog, yo también leo, es más soy casi megalomano con esas cosas de saber todo. Para serte sincero no he leido ninguno de los libros que hay en la lista pero si quizás lo haga en el futuro. En especial por lo Max Aub; Curzio Malaparte; Antonio Orejudo; Don De Lillo. Un abrazo. Si te interesa podes visitar mi Blog en Tumblr: Qazpa Quizas. La invitación esta hecha. :)
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