sábado, 12 de enero de 2019

Tiempos oscuros, de John Connolly


Tiempos oscuros, de John Connolly (Tusquets)

No es esta la primera (ni la segunda ni la tercera) reseña de la serie del detective Charlie Parker que escribo en el blog. Sus libros son, de todas las novedades que se van editando, en el ámbito más o menos negro de la novela más o menos negra, los que sigo con mayor atención. John Connolly quizá es eso que llaman los críticos de la tele un pecado culpable, pero la verdad es que no me hace sentir para nada culpable, me hace disfrutar, me absorbe, me entretiene, y normalmente me deja con ganas de que salga el siguiente.

Esto ha pasado con Tiempos oscuros, aunque confieso que llevaba 3 o 4 libros de la serie en los que me parecía que Connolly había tirado de oficio, había cumplido, pero no mucho más. Aquí el listón ha vuelto a subir, y ha abierto tantas puertas que me imagino que no tardaremos en tener otra. Parker, para quien no lo haya leído, es un detective justiciero, porque como aquí se repite, la justicia y la ley no siempre son lo mismo. Imparte su propia ley, persigue hasta la tumba a quienes decide, hace la vista gorda con otros que para la policía habitual son criminales, se relaciona incluso en algo parecido a la amistad con algunos de ellos. Parker, para quien no lo haya leído nunca, fue policía. Pero la desgracia se cruzó en su vida y la cambió, desató la oscuridad a su alrededor y parece que los realmente malvados, los miserables y los pirados orbitan a su alrededor, retándolo y temiéndolo (más les vale temer a Parker). A lo largo de muchas de estas historias nos hemos cuestionado si Parker es alguna clase de ángel oscuro que no comprende del todo su poder ni la naturaleza del mismo.

Lo que hace atractivo a Parker como personaje es que se mueve entre la sombra y la luz, como un mensaje teológico poco sutil, persigue y caza a los malos, y entre tanto siembra el dolor entre aquellos a quienes quiere y defiende. Tiempos oscuros enfrenta otra vez a Parker con demonios y deidades cercanas al paganismo, como en este caso un Rey muerto, al que sirven todos los miembros de una comunidad del Sur de los Estados Unidos, aislada y dedicada a dictar su propia ley desde hace décadas. Una ley que un día cruza su frontera y se tropieza con Parker, sus amigos Louis y Angel y la cuando menos curiosa que los tres tienen de entender el trabajo de un detective. Desde hace algunos libros además Parker y sus acompañantes no es que sean agentes del FBI pero casi, y al margen de que personalmente no creo en la existencia de las fuerzas sobrenaturales (paganas o más o menos organizadas) ni de los agentes del bien y el mal, si estos caminaran por los Estados Unidos, nada me extrañaría menos que enterarme de que el FBI los tiene bajo su ala, entre vigilados y protegidos, pues si algo hemos aprendido de esta organización es que siempre le pone una vela a Dios y otra al Diablo, nunca mejor dicho.

Las novelas de Parker, aunque las solemos clasificar (empezando por sus editores) en novelas negras, tienen cada vez más rasgos de libros de terror. La trama detectivesca es la que pone en marcha la situación, la que nos conduce al campo de batalla en el que los más viejos poderes, los herederos de los ángeles buenos y de los ángeles oscuros, se enfrentarán. Parker, como intermediario, como posible agente doble, llega y los despierta. Después, cuando corresponde, los ajusticia. La escritura de Connolly, siempre expresiva, siempre alejada del laconismo, tiende a la expresividad del buen escritor de terror.

Pero las etiquetas solo son eso, etiquetas. La trama de Tiempos oscuros se pone en marcha cuando un tal Jerome Burnel, que acaba de salir de la cárcel tras ser detenido por posesión de pornografía infantil, acude a buscar su ayuda. Parker y sus amigos deciden aceptar el caso, porque creen la historia de que todo había sido una conspiración para inculparlo, pero antes de que puedan empezar la investigación que les ha encargado, es el propio Burnel quien desaparece, así que empiezan su búsqueda. Esa búsqueda, la trama detectivesca al estilo Chandler (y digo Chandler porque la escritura en modo detective de Connolly aspira a ser la de Chandler, y porque esa tendencia de Parker a aceptar casos desesperados y que en ningún caso le darán gloria ni dinero es propia de Philip Marlowe) nos lleva pronto a que Parker empiece a rondar por un lugar llamado El Tajo (que me parece un nombre poco afortunado, por mucho que se justifique en la traducción española diciendo que se debe a que la región produce un gran corte o tajo en la comarca), una comunidad cerrada, que prácticamente no obedece a las leyes y a la policía civil del lugar, sobre la que hay sospechas de todo tipo, y desde hace siglos, y con la que es mejor tener cuidado.

No es el primer enfrentamiento de Parker con comunidades paganas y misteriosas, e incluso recurre a la ayuda y consejo de un viejo conocido de estos temas y batallas. Los del Tajo no saben con quién han topado, pero lo descubrirán pronto. El Rey Muerto al que siguen, esos huesos que los guían en búsqueda de más sangre, no serán suficientes. Otra batalla más entre el Bien y el Mal, en esa larga saga que Connolly va construyendo, entre tramas atractivas y difíciles de abandonar. Parker sale con una nueva cicatriz, otra más que sumar como una medalla a su oscuro historial. Y nos quedamos a la espera de nuevas novelas, con nuevos personajes, y con los desarrollos de nuevas líneas, como la que lleva un par de libros asomando y que se basa en la sensibilidad hacia lo paranormal de la hija de Parker, una de esas relaciones tormentosas en la que su ex – mujer y ella acabaron alejándose de su lado, para protegerse.

Seguiremos leyendo

Felices lecturas

Sr. E



1 comentario:

  1. Escribo sin haber concluido la lectura y, salvo que el final sea esplendoroso y palie defectos, el libro me parece una auténtica patochada pesada, aburrida y exagerada. Charlie Parker se supone que es el protagonista y, sin embargo, queda en un segundo plano como el peor de los personajes secundarios. Son éstos (los secundarios) quienes mmantienen la trama... y de muy mala manera. Sobran largas descripciones, aburren muchas circunstancias personales y los brochazos entre esotéricos y tétricos de los que se da cuenta son absolutamente ridículos. Plomizo y aburrido a más no poder.

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