Tiempos
oscuros, de John Connolly (Tusquets)
No es
esta la primera (ni la segunda ni la tercera) reseña de la serie del
detective Charlie Parker que escribo en el blog. Sus libros son, de
todas las novedades que se van editando, en el ámbito más o menos
negro de la novela más o menos negra, los que sigo con mayor
atención. John Connolly quizá es eso que llaman los críticos de la
tele un pecado culpable, pero la verdad es que no me hace sentir para
nada culpable, me hace disfrutar, me absorbe, me entretiene, y
normalmente me deja con ganas de que salga el siguiente.
Esto
ha pasado con Tiempos oscuros, aunque confieso que llevaba 3 o
4 libros de la serie en los que me parecía que Connolly había
tirado de oficio, había cumplido, pero no mucho más. Aquí el
listón ha vuelto a subir, y ha abierto tantas puertas que me imagino
que no tardaremos en tener otra. Parker, para quien no lo haya leído,
es un detective justiciero, porque como aquí se repite, la justicia
y la ley no siempre son lo mismo. Imparte su propia ley, persigue
hasta la tumba a quienes decide, hace la vista gorda con otros que
para la policía habitual son criminales, se relaciona incluso en
algo parecido a la amistad con algunos de ellos. Parker, para quien
no lo haya leído nunca, fue policía. Pero la desgracia se cruzó en
su vida y la cambió, desató la oscuridad a su alrededor y parece
que los realmente malvados, los miserables y los pirados orbitan a su
alrededor, retándolo y temiéndolo (más les vale temer a Parker). A
lo largo de muchas de estas historias nos hemos cuestionado si Parker
es alguna clase de ángel oscuro que no comprende del todo su poder
ni la naturaleza del mismo.
Lo que
hace atractivo a Parker como personaje es que se mueve entre la
sombra y la luz, como un mensaje teológico poco sutil, persigue y
caza a los malos, y entre tanto siembra el dolor entre aquellos a
quienes quiere y defiende. Tiempos oscuros enfrenta otra vez a
Parker con demonios y deidades cercanas al paganismo, como en este
caso un Rey muerto, al que sirven todos los miembros de una comunidad
del Sur de los Estados Unidos, aislada y dedicada a dictar su propia
ley desde hace décadas. Una ley que un día cruza su frontera y se
tropieza con Parker, sus amigos Louis y Angel y la cuando menos
curiosa que los tres tienen de entender el trabajo de un detective.
Desde hace algunos libros además Parker y sus acompañantes no es
que sean agentes del FBI pero casi, y al margen de que personalmente
no creo en la existencia de las fuerzas sobrenaturales (paganas o más
o menos organizadas) ni de los agentes del bien y el mal, si estos
caminaran por los Estados Unidos, nada me extrañaría menos que
enterarme de que el FBI los tiene bajo su ala, entre vigilados y
protegidos, pues si algo hemos aprendido de esta organización es que
siempre le pone una vela a Dios y otra al Diablo, nunca mejor dicho.
Las
novelas de Parker, aunque las solemos clasificar (empezando por sus
editores) en novelas negras, tienen cada vez más rasgos de libros de
terror. La trama detectivesca es la que pone en marcha la situación,
la que nos conduce al campo de batalla en el que los más viejos
poderes, los herederos de los ángeles buenos y de los ángeles
oscuros, se enfrentarán. Parker, como intermediario, como posible
agente doble, llega y los despierta. Después, cuando corresponde,
los ajusticia. La escritura de Connolly, siempre expresiva, siempre
alejada del laconismo, tiende a la expresividad del buen escritor de
terror.
Pero
las etiquetas solo son eso, etiquetas. La trama de Tiempos oscuros
se pone en marcha cuando un tal Jerome Burnel, que acaba de salir
de la cárcel tras ser detenido por posesión de pornografía
infantil, acude a buscar su ayuda. Parker y sus amigos deciden
aceptar el caso, porque creen la historia de que todo había sido una
conspiración para inculparlo, pero antes de que puedan empezar la
investigación que les ha encargado, es el propio Burnel quien
desaparece, así que empiezan su búsqueda. Esa búsqueda, la trama
detectivesca al estilo Chandler (y digo Chandler porque la escritura
en modo detective de Connolly aspira a ser la de Chandler, y porque
esa tendencia de Parker a aceptar casos desesperados y que en ningún
caso le darán gloria ni dinero es propia de Philip Marlowe) nos
lleva pronto a que Parker empiece a rondar por un lugar llamado El
Tajo (que me parece un nombre poco afortunado, por mucho que se
justifique en la traducción española diciendo que se debe a que la
región produce un gran corte o tajo en la comarca), una comunidad
cerrada, que prácticamente no obedece a las leyes y a la policía
civil del lugar, sobre la que hay sospechas de todo tipo, y desde
hace siglos, y con la que es mejor tener cuidado.
No es
el primer enfrentamiento de Parker con comunidades paganas y
misteriosas, e incluso recurre a la ayuda y consejo de un viejo
conocido de estos temas y batallas. Los del Tajo no saben con quién
han topado, pero lo descubrirán pronto. El Rey Muerto al que siguen,
esos huesos que los guían en búsqueda de más sangre, no serán
suficientes. Otra batalla más entre el Bien y el Mal, en esa larga
saga que Connolly va construyendo, entre tramas atractivas y
difíciles de abandonar. Parker sale con una nueva cicatriz, otra más
que sumar como una medalla a su oscuro historial. Y nos quedamos a la
espera de nuevas novelas, con nuevos personajes, y con los
desarrollos de nuevas líneas, como la que lleva un par de libros
asomando y que se basa en la sensibilidad hacia lo paranormal de la
hija de Parker, una de esas relaciones tormentosas en la que su ex –
mujer y ella acabaron alejándose de su lado, para protegerse.
Seguiremos
leyendo
Felices
lecturas
Sr. E
Escribo sin haber concluido la lectura y, salvo que el final sea esplendoroso y palie defectos, el libro me parece una auténtica patochada pesada, aburrida y exagerada. Charlie Parker se supone que es el protagonista y, sin embargo, queda en un segundo plano como el peor de los personajes secundarios. Son éstos (los secundarios) quienes mmantienen la trama... y de muy mala manera. Sobran largas descripciones, aburren muchas circunstancias personales y los brochazos entre esotéricos y tétricos de los que se da cuenta son absolutamente ridículos. Plomizo y aburrido a más no poder.
ResponderEliminar