Estabulario,
de Sergi Puertas (Impedimenta)
Un
amigo me regaló este libro a principios de verano y me dijo: A ti,
que te gusta Ballard, te gustará. Lo dejé en una estantería y no
encontré el momento de cogerlo hasta finales de agosto. No vi solo a
Ballard, aunque estaba su sombra. Pero sí, tenía razón, me gustó.
Mucho. Como cuentista, y antes que como cuentista (o a la vez o en
paralelo, porque en la lectura y escritura de cuentos es muy difícil
distinguir al huevo de su gallina, y cuanto más lees más quieres
escribir, y cuanto más metido estás en la escritura de relatos más
lectura necesitas para ampliar horizontes y darte cuenta de todo lo
que te falta por aprender) como lector, acabas valorando por encima
de otras características la personalidad y la originalidad.
No sé
(aunque lo sospecho) si los talleres literarios, su proliferación,
los intercambios entre profesores y alumnos, los alumnos que acaban
siendo profesores, los profesores que venden sus libros a sus propios
alumnos, una cierta endogamia y circuitos cerrados, no tienen mucho
que ver con la proliferación en la última década de libros de
cuentos que utilizan recurrentemente ciertos trucos y artefactos,
combinan las mismas estructuras, nos demuestran una y otra vez que
sus autores se han estudiado bien la lección y han sacado provecho
de los cursos de escritura creativa y han logrado, en definitiva,
libros correctos y planos.
Frente
a eso, un libro como Estabulario es una gozada. Los seis cuentos que
Sergi Puertas nos ofrece en esta colección son extremos, a ratos
desequilibrados, aceleran, frenan, son muy personales, dan un poco de
miedo y un poco de asco. En algunas páginas nos impresiona y
descoloca, mientras que en otras se repite o trata de forzar algunos
giros que no le quedan redondos. Hasta en algún cuento ha llegado a
aburrirme. Pero, ¿y qué? Gracias por este libro vivo y escrito con
pasión. Una verdadera apuesta de autor.
¿Hay
Ballard aquí? Con Ballard empieza a pasar como con todos los grandes
autores, es difícil saber cuándo su influencia es directa o
simplemente está en el aire (como lo está, por ejemplo, la de
Kafka, la de Philip K. Dick, la de Sigmund Freud; da igual no
haberlos leído directamente, pesa su influencia). Quienes dicen que
este libro suena a Ballard supongo que se refieren a esos futuros
cercanos y distópicos, a llevar al extremo más desagradable la
realidad a base de pequeñas variaciones. Veo, sin embargo, más que
a Ballard a su versión domesticada, la serie Black Mirror, al fondo
de Estabulario. Y aparte de Ballard también está presente (aunque
se diga menos) Don DeLillo. Porque el futuro no se entiende sin
Ballard ni DeLillo. El futuro que ellos dibujaron para que se parezca
cada vez más a nuestro presente. Y nosotros nos estamos empeñando
en parecernos cada vez más a lo que ellos imaginaron.
Me
gusta más Estabulario cuando se acerca más a Ballard y menos cuando
se queda en un buen guión para un buen capítulo de Black Mirror
(una serie que por cierto, hay que ver cómo ha bajado de nivel en
sus dos últimas temporadas). Me gusta mucho Estabulario en cualquier
caso. Cualquiera de sus seis cuentos me parece digno de mención, de
especial atención y de lectura. Todos consiguen removerme durante la
mayoría de sus páginas, haciéndome sentir incómodo. Sergi Puertas
tiene una capacidad muy difícil (algo que está en la órbita de
Philip K. Dick, de A. G. Porta y de Roberto Bolaño, autores con los
que quizá se relacione menos en cuanto a estilo pero en los que se
hermana aquí) de ejercer, que es la de escribir ciencia – ficción,
que más o menos suene a tal y un verdadero aficionado (y yo no lo
soy, a mí me gustan las obras que se separan del género como tal)
al género pueda reconocer y asumir, y hacerlo desde la precariedad.
Precariedad vital, emocional y laboral. Las tres patas sobre las que
deben apoyar el taburete las generaciones a las que les ha pillado la
crisis que empezó (o explotó) en 2008. Una combinación peligrosa
que conduce a la inmadurez y la falta de compromisos, a la combustión
de las ilusiones prometidas. Los personajes del libro de Puertas,
entre visiones retrofuturistas, son comerciales que deben cerrar con
urgencia una venta para que no los echen, son trabajadores temporales
que han hipotecado su tiempo y su dignidad, están gordos, no
entienden su entorno, son adictos, tienen familiares enfermos que
dependen económica y afectivamente de ellos. Están entrampados en
el presente y sin futuro.
Hablaba
en el párrafo anterior de retrofuturismo porque el futuro de
Estabulario es un futuro que ya conocemos, que hemos visto y
leído en muchos libros. Tenemos a Ballard y tenemos a Stanislaw Lem
(al que veo un claro homenaje en el robot de cocina del último
cuento, Estabulario). Tenemos mucha televisión, mucha más de
la que hoy en día ya damos por sentada que la gente ve. Tenemos
publicidad para satisfacer nuestros deseos y hacernos tener nuevas
ansias. Hay personas que no quieren salir de su casa. Hay flujos de
tiempo circulares, idas y vueltas al espacio, bucles, fantasmas,
robots. Miedo. Pero sobre todo hay fragilidad. ¿Es acaso la
fragilidad la más humana de las características? Me atrevería a
decir que esa es una de las tesis de Sergi Puertas.
Creo
que es mejor no desvelar demasiado sobre la trama concreta de los
relatos. Son seis y algunos de ellos no se entienden hasta que no se
han terminado de leer (y de algunos me imagino que mi interpretación
será distinta a la de otros, al menos en muchos aspectos) y se
piensan un poco. Sergi Puertas debió pasarlo bien apretándole las
tuercas a sus personajes y a las situaciones, como un niño cruel que
monta robots a partir de tuercas y mecanismos. El estilo está
inflamado y es incendiario. Las historias llegan a ser hasta
desagradables. Pero el voyeur enfermizo y el lector de paladar fino,
cualquiera de los dos, no podrán soltar el libro. Obesidad
Mórbida Modular me descolocó mucho. Me hizo darme cuenta de que
estaba entrando en un libro diferente. Manos libres, el
segundo, y quizá el que menos me ha gustado de todos ellos, me hizo
sospechar que el libro se me cayera de las manos (cosa que me pasa a
veces con libros de cuentos, el primero me impresiona y luego todo va
bajando), pero Pegar como texto sin formato, el tercero, me
hizo ver que estaba equivocado. Torremolinos, el cuarto, es el
relato más parecido a una trama (de las lineales) de Black
Mirror. Quizá es el menos sorprendente de todo el libro, pero
funciona a la perfección. Nuestra canción, al contrario, une
muy bien fondo y forma, haciendo que una serie de notas en apariencia
dispersas acaben sonando ante el lector como una estructura que va y
viene al estribillo, al modo de los temas pop. Estabulario,
por último, es, este sí, el más realmente ballardiano de los
relatos del libro, y logra el siempre difícil objetivo de terminar
en alto. Y lo hace con nota.
Retomo
mi idea inicial. Me he alegrado mucho de encontrarme con este libro
de Sergi Puertas. Le agradezco su fuerte apuesta, que destaca mucho
en el mar del conformismo que es la literatura española. Y espero
con curiosidad cuáles puedan ser sus siguientes libros para seguir
leyéndolo.
Seguiremos
leyendo
Felices
lecturas
Sr. E
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