lunes, 27 de noviembre de 2017

Off - side, de Gonzalo Torrente Ballester

Off – side, de Gonzalo Torrente Ballester (Punto de Lectura)

De los autores de narrativa española que han llegado a los libros de secundaria (por poner la frontera del reconocimiento en algún sitio) siempre digo que los tres que más me interesan son (y se verá que su grado de reconocimiento actual es muy dispar): Juan Marsé, Max Aub y Gonzalo Torrente Ballester. La mayor cara de extrañeza me suele llegar cuando nombro a Torrente Ballester. Creo que está por un lado bastante olvidado (teniendo en cuenta que fue un autor bastante popular a nivel de calle en los años 70 y 80) y por otro suena a autor viejo, caducado (quizá en cierta medida por culpa de su imagen, con esas gafas y ese aspecto de profesor antiguo de instituto, que es lo que era).

Gonzalo Torrente Ballester es, sin embargo, y a lo que llevo leído de su obra, uno de los autores más modernos de su generación y momento. Hace casi una década ya leí La saga / fuga de J.B. y es una novela amplísima y tan potente que creo que sigue siendo una de las cimas de la narrativa española del siglo XX. Es un proyecto de relectura que acude a mí con frecuencia, y que abordaré en algún momento. La muerte del decano es una novela de campus que siendo menor no debe tener envidia de las novelas de campus de por ejemplo Saul Bellow (también menores en su narrativa). Yo no soy yo, evidentemente y Tal vez nos lleve el viento al infinito son dos novelas que aunque suenan a veces a pastiche (porque van detrás de las nuevas corrientes de la literatura que estaban afianzándose en aquellos años) resultan originales dentro de la producción novelística española del momento. Decía César Aira en su Continuación de ideas diversas, comentado hace poco en este blog, que quizá hablamos del pastiche como un defecto cuando quizá la novela es, esencialmente, pastiche.

Fragmentos del Apocalipsis es un libro original, poético y brutal, al que no le queda grande la palabra único. No he leído la producción más realista de Torrente Ballester (Los gozos y las sombras, esencialmente), ni me atrae demasiado. Off – side es otra novela con aires de pastiche, que seguramente ha quedado un poco oscurecida por La colmena de Cela, con la que comparte técnicas de construcción y que ha quedado canonizada, se sigue estudiando con cierta profundidad y leyendo en los institutos (quizá en la misma medida que Camilo José Cela ha quedado en el santuario de las letras de esa generación, dejando fuera a otros como Torrente Ballester).

No es el momento de hablar de Cela, pero todos mis acercamientos a su obra han acabado en bostezo. Suena arcaico, deudor de obras extranjeras, cambiante, oportunista, y con una prosa recargada con palabras extrañas que parecen no tener otro objetivo que dificultar la propia lectura. La obra de Torrente Ballester, compuesta con una ambición más literaria que personal (el caso de Cela parece el contrario) ha envejecido menos. Dibuja, a mi entender, mucho mejor una época.

Off – side, y ya vamos a la novela, nos retrata de un modo que bebe sin mucho disimulo de Manhattan Transfer (y que por eso me ha llevado a pensar en la comparación con La colmena, bastante evidente) el Madrid de los años 60. Un Madrid particular, entre la canalla y el pequeño arte, en el que una trama central (la aparición de un cuadro de Goya, aparentemente verdadero, en los puestos del Rastro) nos permite ir recorriendo un pequeño mundo de aristas, escritores (la mayoría menores y frustrados), pillos, empresarios, prostitutas, y nos va enseñando cómo han ido adaptándose a los tiempos que aún descienden de la Guerra Civil, de la que los hechos están separados treinta años pero cuyos favores y malas acciones aún colean.

La modernidad no llega a España, nos retrata la novela, en una forma narrativamente moderna, que sirve para reforzar esa sensación de atraso en los hechos narrados. El ambiente es provinciano, casi pueblerino, de pillos, mentirosos, engañabobos. Todos aquellos que intentan encontrar su oportunidad en la debilidad de los otros. Son, esencialmente, se crean más o menos, hayan prosperado dentro del régimen de Franco o no, seres grises los que pueblan las páginas de Off – Side. Aunque dejaba a la novela fuera del realismo, en el sentido de que huye de lo peor de esta tradición literaria que con tanta frecuencia ha conducido al costumbrismo a la literatura española, es obvio que retrata (y es parte esencial de su fuerza) la realidad de aquel Madrid de los 60. Creo que a 50 años vista, son las obras (literarias, cinematográficas) que no tenían quizá una vocación pedagógica ni de denuncia, sino de dar testimonio de lo que pasaba, las que mejor nos pueden servir para conocerlo (pienso por ejemplo en esa trilogía de Fernando Fernán Gómez formada por La vida por delante, La vida alrededor y El mundo sigue).

Imaginemos que de verdad apareciera, un domingo cualquiera, un grabado de Goya en el Rastro. ¿Quiénes se movilizarían? La marchante en cuyas manos hubiera caído, que lo vería como una gran oportunidad, y querría creer que es verdadero. El tipo al que usan como cebo, que va y pregunta y paga por un cuadrito pequeño mucho más de lo que vale. El que presume de haber dibujado esa falsificación tan buena que puede pasar por una obra de Goya. Los empresarios afectos a la dictadura que invierten en arte, un poco por colocar el dinero sucio y un poco por sentirse menos miserables, por llamarse mecenas. Esos mismos mecenas están cercanos al mundo del teatro madrileño, y a algunos escritores.

Toda la novela tiene un cierto aire de teatro vodevilesco. Gran parte de su agilidad narrativa (porque son más de 600 páginas que se leen con avidez) se construye en base a diálogos que beben del habla popular pero sin llegar a la imitación que satura el oído lector. Los personajes parecen actores que van recibiendo las instrucciones de entrar y salir de escena, recitar su papel y esperar a la siguiente acción. Los personajes se expresan, como marcan los cánones de la novela, a través de sus acciones y sus palabras, no tanto por las descripciones del narrador, que es un narrador que va y viene, que se disuelve lo máximo posible.

Las historias se van cruzando de un modo divertido, intrigante, entre lo cómico y lo dramático. Supongo que como se suele decir la verdadera protagonista es la ciudad de Madrid. La inteligencia narrativa de Torrente Ballester es de primera, y vuelvo a afirmar que Off – side es una novela mucho más interesante (y menos ensimismada) que La colmena, siendo como son, sin disimulo, herederas del Manhattan Transfer de Dos Passos (hecho que habla del atraso en las vanguardias artísticas españolas, herederas de una novela que tenía 40 años en aquel momento). Torrente Ballester no era un novelista que hubiera inventado nada, ni lo pretendía, pero sí era un buen artesano, un narrador de primera, con amplias lecturas bien digeridas.

Merece la pena entrar en este libro y merece la pena entrar en la obra de este autor, quizá a reivindicar. Esta edición es de Punto de Lectura de hace unos años y estuvieron disponibles en ese momento sus obras más conocidas en formato de bolsillo. Ahora mismo es bastante más difícil acceder a sus obras, quitando las que han cruzado la frontera del canon académico y tienen ediciones de Austral o Alianza. A los lectores nos merecería la pena que alguien tuviera sus obras accesibles en cualquier librería, donde quizá pudiéramos tropezar con ellas y sentirnos llamados a su lectura.

Felices lecturas


Sr. E

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