Off
– side, de Gonzalo Torrente Ballester (Punto de Lectura)
De los autores de narrativa española que han llegado a los libros de
secundaria (por poner la frontera del reconocimiento en algún sitio)
siempre digo que los tres que más me interesan son (y se verá que
su grado de reconocimiento actual es muy dispar): Juan Marsé, Max
Aub y Gonzalo Torrente Ballester. La mayor cara de extrañeza me
suele llegar cuando nombro a Torrente Ballester. Creo que está por
un lado bastante olvidado (teniendo en cuenta que fue un autor
bastante popular a nivel de calle en los años 70 y 80) y por otro
suena a autor viejo, caducado (quizá en cierta medida por culpa de
su imagen, con esas gafas y ese aspecto de profesor antiguo de
instituto, que es lo que era).
Gonzalo Torrente Ballester es, sin embargo, y a lo que llevo leído
de su obra, uno de los autores más modernos de su generación y
momento. Hace casi una década ya leí La saga / fuga de J.B.
y es una novela amplísima y tan potente que creo que sigue siendo
una de las cimas de la narrativa española del siglo XX. Es un
proyecto de relectura que acude a mí con frecuencia, y que abordaré
en algún momento. La muerte del decano es una novela de
campus que siendo menor no debe tener envidia de las novelas de
campus de por ejemplo Saul Bellow (también menores en su narrativa).
Yo no soy yo, evidentemente y Tal vez nos lleve el viento
al infinito son dos novelas que aunque suenan a veces a pastiche
(porque van detrás de las nuevas corrientes de la literatura que
estaban afianzándose en aquellos años) resultan originales dentro
de la producción novelística española del momento. Decía César
Aira en su Continuación de ideas diversas, comentado hace
poco en este blog, que quizá hablamos del pastiche como un defecto
cuando quizá la novela es, esencialmente, pastiche.
Fragmentos del Apocalipsis es un libro original, poético y
brutal, al que no le queda grande la palabra único. No he leído la
producción más realista de Torrente Ballester (Los gozos y las
sombras, esencialmente), ni me atrae demasiado. Off – side
es otra novela con aires de pastiche, que seguramente ha quedado un
poco oscurecida por La colmena de Cela, con la que comparte
técnicas de construcción y que ha quedado canonizada, se sigue
estudiando con cierta profundidad y leyendo en los institutos (quizá
en la misma medida que Camilo José Cela ha quedado en el santuario
de las letras de esa generación, dejando fuera a otros como Torrente
Ballester).
No es el momento de hablar de Cela, pero todos mis acercamientos a su
obra han acabado en bostezo. Suena arcaico, deudor de obras
extranjeras, cambiante, oportunista, y con una prosa recargada con
palabras extrañas que parecen no tener otro objetivo que dificultar
la propia lectura. La obra de Torrente Ballester, compuesta con una
ambición más literaria que personal (el caso de Cela parece el
contrario) ha envejecido menos. Dibuja, a mi entender, mucho mejor
una época.
Off – side, y ya vamos a la novela, nos retrata de un modo
que bebe sin mucho disimulo de Manhattan Transfer (y que por
eso me ha llevado a pensar en la comparación con La colmena,
bastante evidente) el Madrid de los años 60. Un Madrid particular,
entre la canalla y el pequeño arte, en el que una trama central (la
aparición de un cuadro de Goya, aparentemente verdadero, en los
puestos del Rastro) nos permite ir recorriendo un pequeño mundo de
aristas, escritores (la mayoría menores y frustrados), pillos,
empresarios, prostitutas, y nos va enseñando cómo han ido
adaptándose a los tiempos que aún descienden de la Guerra Civil, de
la que los hechos están separados treinta años pero cuyos favores y
malas acciones aún colean.
La modernidad no llega a España, nos retrata la novela, en una forma
narrativamente moderna, que sirve para reforzar esa sensación de
atraso en los hechos narrados. El ambiente es provinciano, casi
pueblerino, de pillos, mentirosos, engañabobos. Todos aquellos que
intentan encontrar su oportunidad en la debilidad de los otros. Son,
esencialmente, se crean más o menos, hayan prosperado dentro del
régimen de Franco o no, seres grises los que pueblan las páginas de
Off – Side. Aunque dejaba a la novela fuera del realismo, en
el sentido de que huye de lo peor de esta tradición literaria que
con tanta frecuencia ha conducido al costumbrismo a la literatura
española, es obvio que retrata (y es parte esencial de su fuerza) la
realidad de aquel Madrid de los 60. Creo que a 50 años vista, son
las obras (literarias, cinematográficas) que no tenían quizá una
vocación pedagógica ni de denuncia, sino de dar testimonio de lo
que pasaba, las que mejor nos pueden servir para conocerlo (pienso
por ejemplo en esa trilogía de Fernando Fernán Gómez formada por
La vida por delante, La vida alrededor y El mundo sigue).
Imaginemos que de verdad apareciera, un domingo cualquiera, un
grabado de Goya en el Rastro. ¿Quiénes se movilizarían? La
marchante en cuyas manos hubiera caído, que lo vería como una gran
oportunidad, y querría creer que es verdadero. El tipo al que usan
como cebo, que va y pregunta y paga por un cuadrito pequeño mucho
más de lo que vale. El que presume de haber dibujado esa
falsificación tan buena que puede pasar por una obra de Goya. Los
empresarios afectos a la dictadura que invierten en arte, un poco por
colocar el dinero sucio y un poco por sentirse menos miserables, por
llamarse mecenas. Esos mismos mecenas están cercanos al mundo del
teatro madrileño, y a algunos escritores.
Toda la novela tiene un cierto aire de teatro vodevilesco. Gran parte
de su agilidad narrativa (porque son más de 600 páginas que se leen
con avidez) se construye en base a diálogos que beben del habla
popular pero sin llegar a la imitación que satura el oído lector.
Los personajes parecen actores que van recibiendo las instrucciones
de entrar y salir de escena, recitar su papel y esperar a la
siguiente acción. Los personajes se expresan, como marcan los
cánones de la novela, a través de sus acciones y sus palabras, no
tanto por las descripciones del narrador, que es un narrador que va y
viene, que se disuelve lo máximo posible.
Las historias se van cruzando de un modo divertido, intrigante, entre
lo cómico y lo dramático. Supongo que como se suele decir la
verdadera protagonista es la ciudad de Madrid. La inteligencia
narrativa de Torrente Ballester es de primera, y vuelvo a afirmar que
Off – side es una novela mucho más interesante (y menos ensimismada) que La
colmena, siendo como son, sin disimulo, herederas del Manhattan
Transfer de Dos Passos (hecho que habla del atraso en las
vanguardias artísticas españolas, herederas de una novela que tenía
40 años en aquel momento). Torrente Ballester no era un novelista
que hubiera inventado nada, ni lo pretendía, pero sí era un buen
artesano, un narrador de primera, con amplias lecturas bien
digeridas.
Merece la pena entrar en este libro y merece la pena entrar en la
obra de este autor, quizá a reivindicar. Esta edición es de Punto
de Lectura de hace unos años y estuvieron disponibles en ese momento sus obras
más conocidas en formato de bolsillo. Ahora mismo es bastante
más difícil acceder a sus obras, quitando las que han cruzado la
frontera del canon académico y tienen ediciones de Austral o
Alianza. A los lectores nos merecería la pena que alguien
tuviera sus obras accesibles en cualquier librería, donde quizá pudiéramos tropezar con ellas y sentirnos llamados a su lectura.
Felices lecturas
Sr. E
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