Vampiros,
Antología, VV.AA. (Editorial Atalanta)
Hay
editoriales que se vuelven reconocibles con los títulos que van
editando. Por sus temas, por su pequeña familia de autores, por la
época en la que se mueven sus novelas, por un diseño propio y una
manera de editar reconocible. Anagrama fue un sello muy
reconocible en los años 80 y 90, que tal vez se ha desdibujado un
poco. Hoy en día creo que Sexto Piso y su apuesta por los
autores posmodernos lo es, la pequeña Pálido Fuego también,
y también lo son, sin querer dar una lista cerrada, Valdemar
y sus cuidadas ediciones de clásicos góticos, la pasión de
Acantilado por la narrativa centroeuropea, el buen ojo de
Libros del Asteroide para rescatar autores anglosajones,
Capitán Swing con sus obras críticas, Malpaso y sus
juegos de colores. Atalanta, en muchos aspectos heredera de
los libros más personales de su editor (Jacobo Fitz – James
Stewart) en Siruela, también lo es.
Los
libros de Atalanta son grandes, bonitos (y por lo tanto
caros), recogen en su catálogo libros olvidados, autores
secundarios, temas que son literarios pero se cruzan en muchas
ocasiones con la antropología y la filosofía, no en vano tienen
tratados específicos de temas. Van un poco más allá de los libros,
en general. Vampiros, actualiza la edición de los años 90 de
la antología que apareció en Siruela, y recoge 19 relatos
(algunos son prácticamente novelas) de vampiros, todos ellos
clásicos en su tratamiento del mito (algo que entre tanto mito
descafeinado que se ha ido imponiendo visualmente en los últimos
años se agradece), y escritos entre las primeras décadas del siglo
XIX y la segunda mitad del XX.
Vampiros
es un libro de ficción pero es casi una obra de consulta sobre el
mito vampírico. El prólogo del editor es una lectura obligada, y
las ilustraciones, recreaciones históricas del mito del no –
muerto, muy valiosas. Atalanta tiene en su
catálogo una también mítica antología de relato fantástico en
general, esta de vampiros, y una dedicada especialmente a las
historias de dobles, otro de los temas más recurrentes en la
literatura fantástica universal.
Vampiros
nos enseña, casi en orden cronológico, la construcción del mundo
literario del vampiro. Desde el prólogo, Jacobo Fitz – James ya
nos dice que se pueden rastrear las primeras apariciones de los
vampiros, no con ese nombre, en la historia del arte y la literatura,
pero el libro nace en el mundo romántico, alemán, anglosajón,
francés, en el mito gótico. Los primeros relatos, si uno los lee,
parecen hoy en día demasiado artificiales, pero no olvidemos que son
los autores que están construyendo lo que no existía. Está
naciendo una figura central de la literatura y arte popular de los
siguientes doscientos años ante nuestros ojos. Con sus tópicos,
pero esos tópicos no eran tales cuando los primeros, E.T.A. Hoffman,
Polidori, Tieck y Poe. Esos primeros vampiros no son nada
glamourosos, son seres malditos, condenados, enfermos y que vagan
transmitiendo su maldición.
No soy
un experto en literatura fantástica en general ni en la vampírica
en particular, y de esos relatos iniciales conocía el de Hoffmann y
Berenice, de Poe, que releí el año pasado con muchos de sus
relatos. Las primeras historias de vampiros se caracterizan porque no
hablan específicamente de vampiros, al revés: son muy sutiles,
porque hacen eso que Piglia y Hemingway avisaban que ocurre en los
mejores cuentos, que hay una historia que se cuenta de manera
explícita, a plena vista, y otra oculta, que se va desarrollando por
detrás del telón.
Nos
encontramos con un texto de Baudelaire: Las metamorfosis del
vampiro, y con uno de los relatos más famosos de Horacio
Quiroga: El almohadón de plumas. Y dos novelas cortas
fantásticas (en todos los sentidos, que aquí se acaban
confundiendo). La primera, muy recomendable, y editada aparte por
Alianza (un libro de bolsillo que leí hace años): La
familia del vurdalak, de Alexéi Tolstói, primo lejano de León,
lo que debió hacerle sombra toda su vida. La otra, Carmilla,
de Joseph Sheridan Le Fanu (que también tiene edición de bolsillo
en Alianza). Esta novela fue en su momento un libro publicado
por entregas en diarios, con gran éxito. Los textos de Le Fanu y el
de M. R. James (El conde Magnus) son de los más redondos del
libro, lo que los convierte en algunos de los mejores textos de
vampiros de la historia. No en vano son dos autores, que pese a tener
una obra relativamente breve, están en cualquier relación de
autores fundamentales del género fantástico, auténticos maestros
del gótico.
Quizá
la primera novela adulta que leí y me fascinó fue Drácula,
que es el referente principal en la cultura popular de la figura del
vampiro (aunque mil veces deformada en el cine y la televisión). La
antología incorpora un relato de Bram Stoker, El invitado de
Drácula, que es un capítulo inicial de la novela que finalmente
Stoker descartó y reescribió. Una delicia.
Los
tres últimos relatos nos llevan a la parte más contemporánea de la
antología. El de Robert Aickman, Páginas del diario de una
joven, que es el que cierra el libro, siendo el más reciente (de
mediados de los 70), camina sin embargo hacia atrás y está escrito
en un estilo muy clásico, de doncellas vampirizadas que no
comprenden qué les está sucediendo exactamente. Aickman es un
escritor muy interesante, del que la propia Atalanta tiene
colecciones de relatos publicadas, que querría leer detenidamente.
Los tratamientos más duros y crudos están quizá en el los relatos
de August Derleth y Richard Matheson. Son, respectivamente, La
nieve que arrastra el viento, de Derleth, y Bebe mi sangre,
un retorcido juego de metanarrativa, infancias perturbadas y
vamprios, de Matheson. No he leído aún demasiados relatos de
Matheson, pero me parece un buen escritor, cuyos cuentos se
caracterizan por no acercarse nunca de frente a los temas, sino
siempre desde un lugar tangente.
Un
libro para tener en casa y leer a sorbitos, o para estudiar con
profundidad en una biblioteca pública. Un mito a revisar, el de los
vampiros.
Seguiremos
leyendo.
Felices
lecturas
Sr. E
No hay comentarios:
Publicar un comentario