jueves, 6 de junio de 2019

El Giro de Italia, de Dino Buzzati


El Giro de Italia, de Dino Buzzati (Gallo Nero)

Hay libros que te esperan para sorprenderte. Este es uno. Coincidiendo con la celebración del Giro de Italia, y coincidiendo sobre todo con la llegada de esta obra a la biblioteca en la que me lo encontré, decidí leer las crónicas sobre el Giro que Dino Buzzati dedicó a la carrera de hace exactamente 70 años. Buzzati es uno de esos poetas (en un sentido amplio, épico) que están por encima de la obra concreta, un escritor que pone alma en todo lo que he leído hasta el momento de él, aunque nunca como en su obra maestra, una de mis novelas preferidas, El desierto de los tártaros.

Me gusta el ciclismo, al menos moderadamente, y hace unos años ya que el Giro de Italia es probablemente la mejor carrera por etapas de toda la temporada, aunque el Tour siga siendo la más conocida y la Vuelta la nuestra. Quiero decir con ello que no llego a un ensayo sobre un tema que desconozca totalmente, o que no me interese. Aunque creo que daría igual, porque me gusta el ciclismo, conozco más o menos a los ciclistas más importantes de los 90 de Induráin, de la época de dominio y dopaje de Armstrong y el US Postal, y los restos que vinieron después, pero no conozco, claro, la historia del ciclismo, no más allá de escasos nombres como Merckx, Anquetil, Hinault. Como los nombres de Coppi y Bartali, los dos corredores que cruzan como líderes heroicos por todo el libro de Buzzati.

Bartali era el campeón que venía bajando su rendimiento y Coppi estaba en un ascenso imparable. Buzzati dibuja un enfrentamiento que también simboliza hasta cierto punto el cruce de la Italia que venía de la Guerra Mundial con la ascendencia de la nueva política.

Buzzati se presenta modestamente como alguien a quien le han encargado que escribas las crónicas (porque el libro es la recopilación de sus crónicas diarias durante todo el Giro para Il Corriere della Sera) y que no ha visto, o apenas, ciclismo antes de ese primer día. Pero da igual, porque sus libros están llenos de héroes, de derrota, de espera y de sinsentidos, y el ciclismo es algo así. Así que encaja perfectamente el encargo con el autor al que se lo encargaron. Y mejor os dejo simplemente algunos de los momentos que van acompañando la larga espera del enemigo en el desierto, el asalto y victoria final de Coppi, un camino en el que se ve que hay cosas que cambian poco en setenta años, como las clases sociales, el papel de los gregarios y los líderes, la extraña justicia de la carretera, el cansancio, hasta el dopaje, y la poesía de los que se quedan en el arcén viendo pasar al único ganador.


Podría ser que incluso esas fantasías le estuvieran prohibidas y que aún en sueños no deje de ser un pobre gregario; podría ser que simplemente duerma con el abandono de un animal, cansado por el largo camino recorrido y aún más por el que le queda por recorrer. Porque sabe que no tiene esperanza. Así pues, mejor que se limite a dormir, a dormir nada más; y que no sueñe nada.


Son varias las cosas, tampoco muchas, que quien escribe ha visto correr, de un modo u otro, sobre la superficie del mar o de la tierra, pero nunca a los grandes ciclistas compitiendo bajo el sol, con el número colgado a la espalda, el tubular sobre los hombros y la cara rebozada de polvo. He visto correr, por ejemplo, a los niños que llegan tarde al colegio, los rayos de la tormenta en el cielo y a la gente en dirección a los refugios antiaéreos cuando aullaban las sirenas.


¿Y las bolsas de avituallamiento? El director deportivo de cada casa las ha dejado listas con celo paterno adecuando el tipo y la cantidad de los alimentos al gusto y al físico de cada corredor: para ese, filete; para el otro, pollo hervido; para todos, azúcar en terrones, pan con mantequilla y mermelada, galletas de arroz y fruta cocida. A punto está también el instrumental del masajista: tiritas, ungüentos, linimentos, purgas de emergencia, reconstituyentes milagrosos. Y por último las “bombas”, potentes brebajes capaces de hacer brincar a un muerto como si fuera un saltimbanqui.


En cambio, en el caso de Coppi y Bartali, y sobre todo en el del segundo, el mito resiste también entre los más íntimos. No es que los consideren genios, pero no dejan de demostrarles cierta reverencia.


¿Cuántas horas habrán pasado desde que han llegado los primeros? ¿Cuántos días? ¿O meses? Es ya noche cerrada y, por detrás de la multitud, se ven brillar las luces de los cafés. Y a cada momento una nueva avalancha de gente, una colada de lava negra que acude a su encuentro, hostil y tumultuosa. ¿Dónde está el estadio?, pregunta. ¿Qué estadio?, le responden. El del Giro de Italia. Ah, el Giro de Italia … ¡qué tiempos aquellos!, y sacuden la cabeza compadeciéndose. Ni horas, ni días, ni meses: años enteros han pasado desde la llegada de los primeros. Y él está solo. Y hace frío. Y su novia ha salido a pasear con otro, o a lo mejor se ha casado ya. ¿Dónde está el estadio?, suplica. ¿El estadio?, le responden. ¿Giro de Italia? ¿Y eso qué significa?


Pero los sabios niegan con la cabeza. Eso es absurdo, dicen. O Coppi o Bartali, en los Dolomitas no hay alternativa.


Mañana, pues, con ocasión del tramo más difícil del Giro, se celebra la vista de apelación por el caso Bartali. En estos días, tras su derrota en los Dolomitas, la pasión por el campeonísimo ha recibido, por extraño que pueda parecer, un impulso enorme.


Pero ¿para qué sirven los llamados estudios clásicos si los fragmentos que de ellos nos quedan no entran a formar parte de nuestra efímera vida? Por supuesto, Fausto Coppi no posee la fría crueldad de Aquiles; es más, de los dos campeones es sin duda el más amable y cordial. No obstante, Bartali lleva en sí, como Héctor, el drama del hombre vencido por los dioses. Contra la propia Atenea tuvo que combatir el héroe troyano, cuya derrota era inevitable. Bartali hoy a un poder sobrehumano contra el que por fuerza debía perder: el poder maléfico de los años.


Por completar la mitomanía, y por reivindicar la casualidad como modo de vida, me sucedió que después de esta lectura, y en mi primera visita a la Feria del Libro de Madrid 2019, pasé por la caseta de la editorial Gallo Nero con la intención de hacerme con el libro para mi biblioteca particular, y más allá de que pudieran engañarme, si hago caso a sus palabras, me hice con el último ejemplar que quedaba a la venta en España de El Giro de Italia, al menos hasta que hagan (si la hacen) una segunda edición.

Seguiremos leyendo

Felices lecturas

Sr. E

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