Algunos
libros de la Feria del Libro 2019
Este
año no he tenido libro nuevo y me he librado de firmar en la Feria,
a donde creo que me había tocado acudir durante los últimos tres
años. Firmar en la Feria tiene algo de bonito y de incómodo a la
vez, así que no ir tiene un punto de alivio importante. En esta
Feria 2019 me he podido concentrar en pasear como lector, y ya
sabemos lo que es la Feria, ya sabemos que es algo ajeno a la
literatura, a veces hasta a la venta de libros con un poco de
sentido, muchas veces es un lugar en el que los youtubers o
personajes que no logro descifrar quiénes son reúnen a su alrededor
grandes colas, de esas que salen del paseo donde están las casetas y
dan la vuelta a la esquina, mientras autores serios, buenos, pasan
las horas con un botellín de agua y el boli en la mano esperando que
llegue la hora de marchar. El domingo 9 estuve por allí y Sara Mesa,
una de las mejores escritoras de España, veía cómo se acercaban
pocos lectores, sin prisas ni demasiada frecuencia, mientras en otra
librería decenas de personas esperaban a que empezara a firmar una
tal Charuca. Dejo todo eso al margen, porque ya lo sabemos, y es
parte (aunque sea la parte malsana) del encanto de la Feria.
Me
centro en los libros. No todos los que voy a comentar me los he
comprado, por supuesto, porque los libros alimentan el espíritu,
pero también necesitamos el dinero para alimentar el cuerpo, y los
libros ocupan mucho sitio y los compro con precaución, y siempre
recurro a la biblioteca pública como lugar preferente de suministro
de lecturas.
El
primer fin de semana me fijé en:
Editorial
Hoja de Lata: Illska,
La Maldad, ya hice
reseña de este libro que leí con prisa y sin pausa y que aún me
está produciendo ardor de estómago. Una pasada, una pasada
incómoda, añado. Un libro diferente, impactante, que se recuerda.
Libros
del Asteroide: A
finales del año pasado me impresionó bastante La
casa de los lamentos:
Crónica de un
juicio por asesinato,
de Helen Garner (Libros del KO). Me resultó un libro apasionante y
que construía, sobre una de esas historias que parecen de las de
película de sobremesa de domingo en la televisión, una novela de no
– ficción que no incurría (no demasiado, al menos) en
amarillismos. Asteroide ha publicado ahora una selección de crónicas
de la autora titulada Historias
reales, que hablan
de toda clase de temas, cercanos a la vida y a la muerte, parece que
con inteligencia y buen estilo. Siguiendo con la no – ficción,
Nada más real que
un cuerpo: Un asesinato y unas memorias,
de Alexandria Marzano – Lesnevich, parece un libro terrible pero
que puede merecer la pena leer. Y termino con otro cuaderno personal,
Maniobras de evasión
de Pedro Mairal. No me han gustado especialmente las novelas que
Asteroide
ha editado de Mairal y que tan buenas críticas han tenido (La
uruguaya y Una
noche con Sabrina Love),
me parecieron libros que sí, estaban bien, pero sin más. Abrí este
libro con ejercicios de estilo, que algo así parecen, en la caseta
de la editorial, y sí noté que me apetecía seguir leyéndolo.
Apuntado lo dejo.
Gallo
Nero: El
Giro de Italia, de
Dino Buzzati. Una joyita, ya lo comenté hace un par de semanas.
No hace falta tener interés ni
conocimientos de ciclismo para disfrutarlo. Buzzati no lo tenía
cuando lo mandaron a escribir estas crónicas e hizo un libro
maravilloso. Algo parecido pasará con Los indómitos de la montaña,
del mismo Buzzati, que sí fue toda su vida un apasionado del
montañismo. Y cambiando de escritor y deporte, El
profesional, de
W.C. Heinz, y saltando ahora de editorial, El
combate, de Norman
Mailer, este de la editorial Contra.
Alianza:
Es un lujo el fondo con el que acuden a la Feria estos editores (algo
que no hacen otras muchas editoriales, y que creo que es el sentido
de un acontecimiento así, poder ir a por libros que normalmente es
más difícil encontrar). Los libros (libritos) de Peter Handke valen
pocos euros y es verdad que tienen pocas páginas pero dejan huella.
Me vale lo mismo con los de Albert Camus o J.D. Salinger. Por poner
títulos y que no sean los de siempre: Desgracia
impeorable o
Ensayo sobre el
jukebox de Handke,
La caída
de Albert Camus, Levantad
carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción,
de Salinger. Celebro también que hayan reeditado La
saga / fuga de J.B.
de Gonzalo Torrente Ballester, un clásico que releeré este verano
(si no se me cruzan otras cien lecturas por delante). Enlanzando con
Buzzati, quien no haya leído El
desierto de los tártaros
que no deje pasar la oportunidad de tenerlo, leerlo y releerlo.
Para
niños: El
origen de las especies, de Charles Darwin,
por Sabina Radeva, en Harper Collins. Mi hijo mayor es un biólogo
aficionado de alto nivel y decidimos que era el momento de darle un
poco de base teórica a sus conocimientos, y este libro, precioso,
muy bien ilustrado y que maneja perfectamente el equilibrio (tan
difícil) entre rigor y divulgación para niños, es estupendo. Un
acierto.
El
segundo fin de semana acudí con menos tiempo y me concentré en
buscar:
Svetlana
Aleksiévich: Cuando
le dieron el Premio Nobel en 2015 todos mis prejuicios se activaron.
Pensé, me temo, que habían ido a buscar a la periodista más
desconocida del país más exótico que se les había ocurrido, en
este caso de Bielorrusia. Pese a esas ideas preconcebidas, cogí de
la biblioteca y leí El
fin del Homo sovieticus
(Acantilado),
y me pareció un libro muy interesante, un artefacto narrativo
(aunque quizá no sea especialmente narrativo) muy potente,
explosivo, en el que la autora jugaba a desaparecer de manera casi
total y dar la única voz a los protagonistas, a esos restos del
“Homo sovieticus” que añoraban unos tiempos que para el resto de
la humanidad no parecían precisamente envidiables. Incluso aquellos
que no los añoraban tenían recuerdos de ellos, y los contaban, como
si se tratara de un documental en el que iban pasando uno tras otro
ante la cámara e iban recordando sus años de juventud. Con el éxito
de la serie de televisión Chernobyl
(que no he visto, pero de la que he oído contar todas las maravillas
imaginables, todas esas maravillas que se repiten mensualmente sobre
al menos dos o tres series) me apeteció leer su libro Voces
de Chernobyl, en
el que parece que se inspira la serie. Fue un deseo compartido por
muchos lectores, ya que el libro estaba agotado en la caseta de la
editorial y en todas las librerías en las que pregunté. Me quedé
con Últimos
testigos: los niños de la Segunda Guerra Mundial,
que repite el esquema y la operativa de El
fin del Homo Sovieticus
y me está gustando mucho.
Fulgencio
Pimentel: Fascinado
como me encuentro con Dovlátov
desde el principio de este año, decidí ir engordando mi biblioteca
del autor con los que para mí son hasta ahora (de las que yo he
leído hasta ahora) sus dos mejores obras: Retiro
y La maleta.
Pude hablar con el editor (o uno de ellos) y me anunció que la
intención es ir editando todas las obras de Dovlátov, que la
siguiente sea seguramente Los nuestros y no tardarán mucho en editar
ambién La zona. Me alegro. Y vuelvo a recomendarlo. Ya que estaba
allí, estuve ojeando otros libros de la editorial y me fijé en El
libro del agua,
unas memorias de Edvard Limónov, que estuvo firmando todo el fin de
semana. Limónov no me interesa como escritor, y en las entrevistas
parece un personaje en el peor sentido del término, y creo que todo
lo que quería saber sobre él ya lo leí en el libro de Emmanuel
Carrère (Limónov,
Anagrama).
Astiberri:
El invierno del
dibujante, de Paco
Roca, habla de una época de un gris con un tono bastante oscuro y de
un puñado de pioneros, los dibujantes de cómic ligados (en mayor o
menor medida) a la editorial Bruguera. Mercenarios a sueldo que
escribían sin parar y que crearon a algunos de los personajes más
populares del tebeo español de las décadas de los 50, 60 y 70. Hay
impagos, trampas, cuestiones personales, creatividad y ternura. Es
muy divertido, y descubrí una novela gráfica de aventuras del
propio Roca (y Guillermo Corral), que no conocía y que tiene muy
buena pinta y me recordó a Tintín por su línea de dibujo y
ambientación. Se llama (y el título también suena al personaje de
Hergé) El tesoro
del cisne negro.
El
último fin de semana de la Feria busqué algunos regalos para
despedirme por este año:
Shirley
Jackson: Es una de
esas escritoras rescatadas de décadas de desmemoria (aunque nunca
completa, pues algunos de sus cuentos o novelas nunca han dejado de
aparecer en antologías y muchos autores muy populares siempre la han
reivindicado como una importante influencia). El año pasado me
compré y leí Cuentos
escogidos
(Minúscula), y este año he completado con Deja
que te cuente
(Minúscula), un libro que reúne más relatos, inéditos o poco
conocidos, ensayos y simples notas. Los dos están muy bien, aunque
siempre recomendaría empezar a leer a la autora por el volumen de
Cuentos escogidos.
Sergio
del Molino: No me
posee la mitomanía, pero en los últimos años he ido leyendo más o
menos todo lo que ha publicado Sergio del Molino, sigo sus columnas
en prensa, escucho su Biblioterapia
y sigo el programa de La
Cultureta en el que es
colaborador. Me apetecía acercarme a saludarlo, ya que vi que iba a
estar firmando, y aproveché para comprar La
memoria de los peces,
que ya leí de la biblioteca, que probablemente no es su mejor libro,
pero que no tenía, y es, sin duda, una novela con encanto, una de
esas obras menores (quizá) que se te quedan en la memoria lectora.
Gadir:
Un amor,
de Dino Buzzati. Buzzati, aparte de novelista y periodista, fue
desarrollando en la década de los sesenta su faceta como dibujante.
Gadir tiene editado este libro, que es una rareza, una novela gráfica
que recrea, en un prostíbulo y con músicos de rock, el mito de
Orfeo y Eurídice.
Para
niños: Tenemos en
casa y le hemos sacado mucho partido a una vieja edición de los
Cuentos por teléfono,
de Gianni Rodari. Rodari es una maravilla para los niños,
imaginativo, un poco loco, y eterno. Y sus cuentos, muy divertidos,
fomentan valores contrarios al materialismo y al consumo desbocado y
lo hacen sin caer en lo obvio, sin resultar pedagógicos ni pesados.
Simplemente muestran un mundo inocente y lleno de juegos, mejor que
el nuestro. Paseando por la Feria nos encontramos con que Blackie
Books había
recopilado varios de sus libros de cuentos en un único volumen,
Libro de la
fantasía: los mejores cuentos.
Creo que cualquier niño será siempre un poco más feliz con buenos
cuentos a mano, y estos son estupendos.
Hoja
de Lata: Una
historia popular del fútbol,
de Mickaël Correia. Hace años que me despegué del fútbol como un
interés prioritario. Creo que incluso podría decir que como un
interés. Veo, sin embargo, todo lo que mueve, en cuanto a temas
materiales (dinero, corrupción) y sentimentales (pasiones). Creo
realmente que sirve y se utiliza como narcotizante. Me da rabia que
sea así, que mucha gente que debería estar protestando y preocupada
por muchas circunstancias de su vida solo lo esté por el resultado
de su equipo de fútbol el domingo que viene o por el siguiente
galáctico que será fichado. Y me interesa también cómo ha
cambiado la relación de la intelectualidad y la izquierda con el
fútbol en las últimas tres décadas (más o menos, creo que Vázquez
Montalbán tuvo mucho que ver en que ahora no haya escritor que no
presuma de equipo de fútbol preferido). Y pensé que este libro
trataría, al menos parcialmente, algunos de esos temas, y por eso
decidí cerrar con él esta Feria del Libro 2019.
Seguiremos
leyendo
Felices
lecturas
Sr.
E
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