jueves, 20 de junio de 2019

Algunos libros de la Feria del Libro 2019, paseos variados, apresurados y con niños


Algunos libros de la Feria del Libro 2019

Este año no he tenido libro nuevo y me he librado de firmar en la Feria, a donde creo que me había tocado acudir durante los últimos tres años. Firmar en la Feria tiene algo de bonito y de incómodo a la vez, así que no ir tiene un punto de alivio importante. En esta Feria 2019 me he podido concentrar en pasear como lector, y ya sabemos lo que es la Feria, ya sabemos que es algo ajeno a la literatura, a veces hasta a la venta de libros con un poco de sentido, muchas veces es un lugar en el que los youtubers o personajes que no logro descifrar quiénes son reúnen a su alrededor grandes colas, de esas que salen del paseo donde están las casetas y dan la vuelta a la esquina, mientras autores serios, buenos, pasan las horas con un botellín de agua y el boli en la mano esperando que llegue la hora de marchar. El domingo 9 estuve por allí y Sara Mesa, una de las mejores escritoras de España, veía cómo se acercaban pocos lectores, sin prisas ni demasiada frecuencia, mientras en otra librería decenas de personas esperaban a que empezara a firmar una tal Charuca. Dejo todo eso al margen, porque ya lo sabemos, y es parte (aunque sea la parte malsana) del encanto de la Feria.
Me centro en los libros. No todos los que voy a comentar me los he comprado, por supuesto, porque los libros alimentan el espíritu, pero también necesitamos el dinero para alimentar el cuerpo, y los libros ocupan mucho sitio y los compro con precaución, y siempre recurro a la biblioteca pública como lugar preferente de suministro de lecturas.
El primer fin de semana me fijé en:
Editorial Hoja de Lata: Illska, La Maldad, ya hice reseña de este libro que leí con prisa y sin pausa y que aún me está produciendo ardor de estómago. Una pasada, una pasada incómoda, añado. Un libro diferente, impactante, que se recuerda.
Libros del Asteroide: A finales del año pasado me impresionó bastante La casa de los lamentos: Crónica de un juicio por asesinato, de Helen Garner (Libros del KO). Me resultó un libro apasionante y que construía, sobre una de esas historias que parecen de las de película de sobremesa de domingo en la televisión, una novela de no – ficción que no incurría (no demasiado, al menos) en amarillismos. Asteroide ha publicado ahora una selección de crónicas de la autora titulada Historias reales, que hablan de toda clase de temas, cercanos a la vida y a la muerte, parece que con inteligencia y buen estilo. Siguiendo con la no – ficción, Nada más real que un cuerpo: Un asesinato y unas memorias, de Alexandria Marzano – Lesnevich, parece un libro terrible pero que puede merecer la pena leer. Y termino con otro cuaderno personal, Maniobras de evasión de Pedro Mairal. No me han gustado especialmente las novelas que Asteroide ha editado de Mairal y que tan buenas críticas han tenido (La uruguaya y Una noche con Sabrina Love), me parecieron libros que sí, estaban bien, pero sin más. Abrí este libro con ejercicios de estilo, que algo así parecen, en la caseta de la editorial, y sí noté que me apetecía seguir leyéndolo. Apuntado lo dejo.
Gallo Nero: El Giro de Italia, de Dino Buzzati. Una joyita, ya lo comenté hace un par de semanas.
No hace falta tener interés ni conocimientos de ciclismo para disfrutarlo. Buzzati no lo tenía cuando lo mandaron a escribir estas crónicas e hizo un libro maravilloso. Algo parecido pasará con Los indómitos de la montaña, del mismo Buzzati, que sí fue toda su vida un apasionado del montañismo. Y cambiando de escritor y deporte, El profesional, de W.C. Heinz, y saltando ahora de editorial, El combate, de Norman Mailer, este de la editorial Contra.
Alianza: Es un lujo el fondo con el que acuden a la Feria estos editores (algo que no hacen otras muchas editoriales, y que creo que es el sentido de un acontecimiento así, poder ir a por libros que normalmente es más difícil encontrar). Los libros (libritos) de Peter Handke valen pocos euros y es verdad que tienen pocas páginas pero dejan huella. Me vale lo mismo con los de Albert Camus o J.D. Salinger. Por poner títulos y que no sean los de siempre: Desgracia impeorable o Ensayo sobre el jukebox de Handke, La caída de Albert Camus, Levantad carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción, de Salinger. Celebro también que hayan reeditado La saga / fuga de J.B. de Gonzalo Torrente Ballester, un clásico que releeré este verano (si no se me cruzan otras cien lecturas por delante). Enlanzando con Buzzati, quien no haya leído El desierto de los tártaros que no deje pasar la oportunidad de tenerlo, leerlo y releerlo.
Para niños: El origen de las especies, de Charles Darwin, por Sabina Radeva, en Harper Collins. Mi hijo mayor es un biólogo aficionado de alto nivel y decidimos que era el momento de darle un poco de base teórica a sus conocimientos, y este libro, precioso, muy bien ilustrado y que maneja perfectamente el equilibrio (tan difícil) entre rigor y divulgación para niños, es estupendo. Un acierto.
El segundo fin de semana acudí con menos tiempo y me concentré en buscar:
Svetlana Aleksiévich: Cuando le dieron el Premio Nobel en 2015 todos mis prejuicios se activaron. Pensé, me temo, que habían ido a buscar a la periodista más desconocida del país más exótico que se les había ocurrido, en este caso de Bielorrusia. Pese a esas ideas preconcebidas, cogí de la biblioteca y leí El fin del Homo sovieticus (Acantilado), y me pareció un libro muy interesante, un artefacto narrativo (aunque quizá no sea especialmente narrativo) muy potente, explosivo, en el que la autora jugaba a desaparecer de manera casi total y dar la única voz a los protagonistas, a esos restos del “Homo sovieticus” que añoraban unos tiempos que para el resto de la humanidad no parecían precisamente envidiables. Incluso aquellos que no los añoraban tenían recuerdos de ellos, y los contaban, como si se tratara de un documental en el que iban pasando uno tras otro ante la cámara e iban recordando sus años de juventud. Con el éxito de la serie de televisión Chernobyl (que no he visto, pero de la que he oído contar todas las maravillas imaginables, todas esas maravillas que se repiten mensualmente sobre al menos dos o tres series) me apeteció leer su libro Voces de Chernobyl, en el que parece que se inspira la serie. Fue un deseo compartido por muchos lectores, ya que el libro estaba agotado en la caseta de la editorial y en todas las librerías en las que pregunté. Me quedé con Últimos testigos: los niños de la Segunda Guerra Mundial, que repite el esquema y la operativa de El fin del Homo Sovieticus y me está gustando mucho.
Fulgencio Pimentel: Fascinado como me encuentro con Dovlátov desde el principio de este año, decidí ir engordando mi biblioteca del autor con los que para mí son hasta ahora (de las que yo he leído hasta ahora) sus dos mejores obras: Retiro y La maleta. Pude hablar con el editor (o uno de ellos) y me anunció que la intención es ir editando todas las obras de Dovlátov, que la siguiente sea seguramente Los nuestros y no tardarán mucho en editar ambién La zona. Me alegro. Y vuelvo a recomendarlo. Ya que estaba allí, estuve ojeando otros libros de la editorial y me fijé en El libro del agua, unas memorias de Edvard Limónov, que estuvo firmando todo el fin de semana. Limónov no me interesa como escritor, y en las entrevistas parece un personaje en el peor sentido del término, y creo que todo lo que quería saber sobre él ya lo leí en el libro de Emmanuel Carrère (Limónov, Anagrama).
Astiberri: El invierno del dibujante, de Paco Roca, habla de una época de un gris con un tono bastante oscuro y de un puñado de pioneros, los dibujantes de cómic ligados (en mayor o menor medida) a la editorial Bruguera. Mercenarios a sueldo que escribían sin parar y que crearon a algunos de los personajes más populares del tebeo español de las décadas de los 50, 60 y 70. Hay impagos, trampas, cuestiones personales, creatividad y ternura. Es muy divertido, y descubrí una novela gráfica de aventuras del propio Roca (y Guillermo Corral), que no conocía y que tiene muy buena pinta y me recordó a Tintín por su línea de dibujo y ambientación. Se llama (y el título también suena al personaje de Hergé) El tesoro del cisne negro.
El último fin de semana de la Feria busqué algunos regalos para despedirme por este año:
Shirley Jackson: Es una de esas escritoras rescatadas de décadas de desmemoria (aunque nunca completa, pues algunos de sus cuentos o novelas nunca han dejado de aparecer en antologías y muchos autores muy populares siempre la han reivindicado como una importante influencia). El año pasado me compré y leí Cuentos escogidos (Minúscula), y este año he completado con Deja que te cuente (Minúscula), un libro que reúne más relatos, inéditos o poco conocidos, ensayos y simples notas. Los dos están muy bien, aunque siempre recomendaría empezar a leer a la autora por el volumen de Cuentos escogidos.
Sergio del Molino: No me posee la mitomanía, pero en los últimos años he ido leyendo más o menos todo lo que ha publicado Sergio del Molino, sigo sus columnas en prensa, escucho su Biblioterapia y sigo el programa de La Cultureta en el que es colaborador. Me apetecía acercarme a saludarlo, ya que vi que iba a estar firmando, y aproveché para comprar La memoria de los peces, que ya leí de la biblioteca, que probablemente no es su mejor libro, pero que no tenía, y es, sin duda, una novela con encanto, una de esas obras menores (quizá) que se te quedan en la memoria lectora.
Gadir: Un amor, de Dino Buzzati. Buzzati, aparte de novelista y periodista, fue desarrollando en la década de los sesenta su faceta como dibujante. Gadir tiene editado este libro, que es una rareza, una novela gráfica que recrea, en un prostíbulo y con músicos de rock, el mito de Orfeo y Eurídice.
Para niños: Tenemos en casa y le hemos sacado mucho partido a una vieja edición de los Cuentos por teléfono, de Gianni Rodari. Rodari es una maravilla para los niños, imaginativo, un poco loco, y eterno. Y sus cuentos, muy divertidos, fomentan valores contrarios al materialismo y al consumo desbocado y lo hacen sin caer en lo obvio, sin resultar pedagógicos ni pesados. Simplemente muestran un mundo inocente y lleno de juegos, mejor que el nuestro. Paseando por la Feria nos encontramos con que Blackie Books había recopilado varios de sus libros de cuentos en un único volumen, Libro de la fantasía: los mejores cuentos. Creo que cualquier niño será siempre un poco más feliz con buenos cuentos a mano, y estos son estupendos.
Hoja de Lata: Una historia popular del fútbol, de Mickaël Correia. Hace años que me despegué del fútbol como un interés prioritario. Creo que incluso podría decir que como un interés. Veo, sin embargo, todo lo que mueve, en cuanto a temas materiales (dinero, corrupción) y sentimentales (pasiones). Creo realmente que sirve y se utiliza como narcotizante. Me da rabia que sea así, que mucha gente que debería estar protestando y preocupada por muchas circunstancias de su vida solo lo esté por el resultado de su equipo de fútbol el domingo que viene o por el siguiente galáctico que será fichado. Y me interesa también cómo ha cambiado la relación de la intelectualidad y la izquierda con el fútbol en las últimas tres décadas (más o menos, creo que Vázquez Montalbán tuvo mucho que ver en que ahora no haya escritor que no presuma de equipo de fútbol preferido). Y pensé que este libro trataría, al menos parcialmente, algunos de esos temas, y por eso decidí cerrar con él esta Feria del Libro 2019.

Seguiremos leyendo

Felices lecturas

Sr. E



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