El caso
Maurizius, de Jakob Wassermann (Acantilado)
Después
de terminar la lectura de El caso Maurizius, tras una semana
con el libro encima a todas horas, hice uno de esos ejercicios
estériles: me acerqué a la solapa que la editorial había preparado
para hablarme del libro que ya había leído. Me encontré con que
nos contaban (y eso será verdad en un grado variable y nunca
conocible, porque las referencias a los prestigios pretéritos y las
llamadas del tipo recuperamos un clásico olvidado, una voz
ineludible, son baratas y difíciles de contrastar) que en su época
(años 20 y 30 del siglo XX, aproximadamente) Wassermann había sido
comparado con Dostoievski, y le encuentro una parte de razón a tal
comparativa, por esa profundidad psicológica en el retrato que ambos
manejan, porque muchos de los personajes de El caso Maurizius
cargan con un sentimiento de culpa que condiciona en gran medida su
manera de actuar y los problemas en los que se van metiendo, y
también, en gran medida, porque ninguno de los dos huye de la
estructura y el tono del culebrón, no temen ser exagerados en la
exposición de sentimientos, no huyen de las damas que se desmayan ni
sienten que deban rebajar el tono para sonar creíbles. Quizá todo
era mucho más melodramático hace cien años y hace ciento
cincuenta, o tal vez simplemente no necesitaban la verosimilitud para
sentir que lo que estaban contando era verdadero.
Porque
El caso Maurizius es una novela llena de verdad. O de vida, no
lo sé muy bien. La trama puede ser enrevesada de resumir sin
desvelarla, pero en realidad da lugar a una lectura bastante lineal y
sencilla, capaz pese a esa linealidad y sencillez de levantar un
mundo propio muy potente poblado por unos personajes complejos y que
se presentan al principio casi como arquetipos (el padre autoritario
que nunca se equivoca y jamás cambiará de opinión, el adolescente
soñador, la abuela déspota, el profesor inteligente pero poco
práctico, el hombre viejo que no ha perdido la fe si no en la
justicia, al menos en algo parecido a la justicia) pero que van
evolucionando.
La
persona que leyó de la biblioteca (y no creería que fuera a ser un
libro muy popular, pero hace cosa de un año que me enteré de su
existencia y lo llevaba apuntado y siempre que lo he buscado ya
estaba prestado) El caso Maurizius antes que yo se había ido
haciendo un esquema con los nombres de los personajes y su papel en
la trama. Lo sé porque ese esquema, perfectamente doblado y con una
pulcra letra, se quedó dentro del libro. Creo que no es una novela
que necesite guías de lectura. Nos encontramos con una familia de
bien, los Van Andergast, personajes respetados en su ciudad de
provincias: el padre, fiscal del Estado, el hijo, buen estudiante, un
adolescente que no parece problemático, la abuela, que vive en una
casa a la que acuden los domingos a modo de visita rutinaria, rinden
pleitesía y salen, la madre del chico fue expulsada de la casa
familiar y vive prácticamente en el exilio, escribe cartas a las que
el padre casi no se molesta en contestar, el hijo sabe de ella a
través de su abuela. El padre y el hijo tienen una criada en casa
que se encarga de las cuestiones prácticas.
¿Quién
es Maurizius y cuál es el caso que lleva su nombre? Un día aparece
por casa de los Van Andergast un viejo hombre con gorra de plato en
el que pronto Etzel, el hijo, se fija. Dice ser Maurizius, y cuando
le pregunta a su padre, este no quiere contestarle ni darle
demasiados detalles. Llevado por la curiosidad, Etzel va descubriendo
que ese viejo es el padre de un hombre condenado, Maurizius, cuyo
caso llevó su padre. El anciano defiende aún la inocencia de su
hijo, y convence, sin mucha dificultad, a Etzel de que en aquel caso
pasaron cosas extrañas. El caso juzgado, que el fiscal Van Andergast
llevó con solvencia, consiguiendo una condena fácil, fue el del
asesinato, por disparo de bala, de la mujer de Maurizius.
La
novela nos va desvelando la vida de Maurizius, profesor
universitario, intelectual, un hombre formado y amante de los
placeres de la vida, que se casó con una mujer mayor que él, no
particularmente llamativa, pero sí con una fortuna bastante mayor
que la suya. La hermana de la mujer, la bella Anna, pronto acabaría
viviendo con ellos, y poniendo en marcha un enredo de engaños y
caídas que al principio parece fácil de seguir y previsible, pero
que se va complicando.
Sin
entrar en los detalles que puedan desvelar la trama por adelantado a
quien quiera leer el libro, hay una niña, hija de la relación
anterior de Maurizius con otra mujer, de la que se estaba encargando
a través de Anna, y un misterio, ¿por qué tuvo un abogado tan
incompetente? Hasta a Van Adergast quel abogado la elección de aquel
abogado le extrañó mucho. Etzel decide escaparse de casa y acaba
dando con aquel abogado, que se fue y volvió a Alemania bajo otro
nombre, y Van Andergast, que se siente traicionado, se traga por una
vez el orgullo y repasa el caso, y convencido de que sí había más
que lo que se vio en el primer juicio, empieza a entrevistarse con el
propio Maurizius en la cárcel.
Con
esas dos grandes tramas abiertas, la familiar y la del caso, y las
subtramas de cada una, con los viajes al pasado de ambas familias y
reflexiones sobre el paso del tiempo, la novela va construyéndose
con muy buena prosa, y nos absorbe. Es una novela muy recomendable y
que nos tendrá en vilo hasta los giros finales. También es un libro
que va dejándonos reflexiones sobre la familia, las relaciones, la
sociedad y el tiempo que sorprenden por su vigencia (acompañadas de
otras muchas que descolocan hoy en día).
Otra
de las cosas que descubrí viendo la solapa después de leer la
novela es que ya había leído otra novela de Wassermann, aunque no
recordaba el nombre de aquel autor, se trata de Caspar Hauser,
un libro sobre la extraña aparición de un joven de ese nombre en la
Alemania del siglo XIX, que parecía venir de haber sido criado en
los bosques, a quien nunca aceptaron y que dio lugar a muchas
hipótesis y a historias llenas de sensacionalismo. Una novela de no
– ficción centenaria, que se acerca al testimonio y al true –
crime. También muy recomendable.
Seguiremos leyendo
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