Apunte rápido
sobre el futuro pasado (2003). Cosmópolis, de Don DeLillo
Entre tantos
calificativos tan exagerados que se dedican con generosidad a
escritores que no los merecen, siempre he pensado que cuando se habla
de Don DeLillo o de J. G. Ballard como autores proféticos o
visionarios, la exageración es (al menos) algo menor.
Iba esta mañana en
el metro releyendo algunas páginas de Cosmópolis, una novela
menor dentro de la producción de DeLillo, una novela hasta cierto
punto fallida (pero entendámonos: fallida a un nivel que si fuera la
primera novela de algún autor español al que interesara promocionar
serviría para ponerle un montón de fajas promocionales llenas de
maravillosos reclamos y muchos signos de exclamación) que dio lugar
a una película también hasta cierto punto fallida del siempre
interesante e irregular David Cronenberg, una película fallida en la
que el actor de Crepúsculo interpreta a uno de aquellos
sociópatas que dominaban la economía mundial a principios de la
década de los 2000. Porque de eso va la novela, de sociópatas
esencialmente, y está construida a base de frases brillantes que
combinadas una con otra dan lugar a diálogos que a veces chirrían.
Lo que quería decir es que en esta novela de 2003 (qué jóvenes
éramos en 2003 todos, ¿no?) me he encontrado con el siguiente
fragmento (pg. 64 de la edición de Booket):
-
Parece que corre un rumor que implica al ministro de Economía. Se
supone que tendrá que dimitir en cualquier momento –dijo ella–.
Algún escándalo debido a un comentario tergiversado. Todo el país
anda analizando con lupa la gramática y la sintaxis del comentario.
Tal vez ni siquiera fue algo que dijo adrede, creo. Fue cuando hizo
una pausa. Andan a la greña intentando dotar de sentido a la pausa.
Podría ser incluso más profundo que la gramática. La misma
respiración podría ser.
Pues eso.
Visionarios.
Seguiremos leyendo nuestro futuro en los libros pasados.
Sr. E
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