lunes, 21 de mayo de 2018

Cuentos escogidos, de Shirley Jackson


Cuentos escogidos, de Shirley Jackson (Minúscula)

Si todos los cuentistas descendemos, directa o indirectamente, con mayor o menor éxito, de Edgar Allan Poe, no debe extrañarnos que muchos de los grandes logros de la narrativa breve se sitúen, de un modo natural y cómodo, en el ámbito de lo fantástico y / o el terror. Pienso en gran parte de la producción de Kafka, de Borges, en Cortázar, en Dino Buzzatti, y en un porcentaje amplio del cuento anglosajón de los últimos sesenta o setenta años, como Stephen King o Richard Matheson. 7 cuentos y otros 4 textos de naturaleza más o menos crítica me han valido para atreverme a situarla en un escalón parecido a ellos dos. Al menos.

King es uno de los que recomiendan los textos de Shirley Jackson y hablan de ella como una maestra. Stephen King es quizá demasiado generoso en sus referencias a maestros y escritores de primera, y así algunas de sus recomendaciones me han decepcionado. Pero no es el caso. Empezaba hablando de Shirley Jackson como autora de género de terror, y su libro más famoso, Siempre hemos vivido en el castillo, es una novela gótica clásica, igual que La maldición de Hill House es una novela de casas encantadas perfectamente asimilable al género. En estos cuentos, sin embargo, habiendo terror, se trata más de una pequeña selección de cuentos realmente incómodos, tocados por el desasosiego y la incomodidad. El terror se produce en el lector por la falta de suelo que se adivina en lo que se está leyendo. Son esa clase de cuentos bien construidos que buscan (y necesitan) la complicidad del lector para completar lo que se está contando en ellos. Nunca termina de suceder nada abiertamente monstruoso, pero uno, como lector, siempre llega a la última página intranquilo, preocupado por esos personajes, intuyendo lo que queda más allá. Sabe que lo que está pasando un poco más allá de la página es aún peor. Sufre por la vida más allá de los personajes. Los cuentos de Shirley Jackson quizá destacan por eso, porque nos están contando algo importante pero nos están transmitiendo que lo realmente decisivo no está ahí, en lo obvio, en la página.

La edición de Minúscula (detallada y bonita) incluye realmente solo siete cuentos: El amante demoníaco, La bruja, Después de usted, mi querido Alphonse, Charles, Siete tipos de ambigüedad, La muela y La lotería. La lotería es quizá el relato más conocido, y su influencia se palpa claramente en esos relatos más rurales de Stephen King, aquellos con los que empezó en El umbral de la noche (siendo quizá el más famoso Los chicos del maíz). Volveremos a él en unas líneas.

Hago un breve comentario sobre los cuentos incluidos. El más flojo me ha parecido, con diferencia, La muela, que retrata el viaje, agobiante, en autobús, de una mujer desde su casa en los suburbios al centro de Nueva York a que le extraigan una muela que le está doliendo. Bien cargado de simbolismo y bien ejecutado, no tiene sin embargo el vuelo literario que en general tiene de sobra el libro.

Los relatos, descontando La lotería, son, en esencia, realistas. Quiero decir que si cuento brevemente la trama de cada uno de ellos, parecerían historias de Lorrie Moore o John Cheever. Y no cito arbitrariamente a estos dos autores, pues creo que Shirley Jackson comparte con ellos la manera de enseñar las heridas del malestar íntimo de la clase media. Shirley Jackson era una mujer casada, que vivía en las afueras de una ciudad de provincias y se encargaba de sus hijos. Y escribía sobre las limitaciones que esa vida le imponía. Se muestra clara al respecto en los cuatro textos entre ensayísticos y confesionales que siguen a los relatos propiamente dichos. Pero volvemos a los relatos y a su aparente realismo. Y decimos aparente y sabemos, como lectores del género inquietante (más que fantástico o de terror), que la mejor manera de empezar a inquietarnos es que todo parezca, al principio, muy normal. Porque quizá el gris es el color más inquietante de la paleta con la que puede ambientar sus historias un autor.

El amante demoníaco retrata la búsqueda, desasosegada en un principio, desesperada al final, de una mujer en la mañana de su boda. Se le ha extraviado el novio. Y no hay rastros más allá de su propia voluntad. Y no sabemos si todo ha sido una especie de broma pesada que un caradura le ha gastado a una solterona o las propias ensoñaciones de la protagonista, que la han hecho imaginarse vestida de novia, hasta que el choque con la realidad es inevitable.

La bruja nos muestra una conversación casual entre un niño que juega en la calle bajo la vigilancia de su madre y un anciano que pasa por allí y se pasa. ¡Menudas cosas dicen los niños! ¡Y menudas cosas dicen los viejos! ¿O hay algo de verdad en las terribles frases que a modo de broma (espera la madre) salen por la boca del viejo, que recuerda su infancia, cruel como lo son muchas veces?

Después de usted, mi querido Alphonse y Charles son dos muestras de una autora que sabe moverse perfectamente en el mundo infantil, retratando sus claroscuros (con tendencia a reforzar la parte oscura, por supuesto). Conoce el lenguaje y la forma de ver el mundo, muchas veces entre la ensoñación y la incomprensión de algunos comportamientos adultos. Después de usted, mi querido Alphonse, es un relato sutil en el que Shirley Jackson despedaza la corrección aparente y las buenas intenciones de la clase media blanca bienpensante. Cumple perfectamente la máxima del relato de contar lo que está sucediendo, mostrarlo, en vez de decir qué debe pensar el lector. Un niño lleva a casa a comer (lo más normal entre niños) a un amigo, que es negro, y su madre asumirá desde el instante en que entra en casa todos los tópicos y diferencias entre su familia y la del niño, en cuanto a clase social, comportamientos. Y el niño negro le irá desmontando, uno a uno, esos prejuicios que quizá no son ni conscientes de serlo, mostrándole una cotidianidad muy parecida a la de ellos. Me ha recordado (aunque no pasa a la parte terrorífica), el planteamiento de la familia a la que llega el protagonista de la película Get out. Charles no es más que el nombre de un niño, un compañero de clase del hijo de una familia, un niño que acaba de empezar el preescolar, aunque quizá sea un amigo imaginario del niño, o quizá algo más, una máscara tras la que esconder sus malos comportamientos y con cuyas historias entretener a su familia.

Y llegamos a La lotería. Leído hoy es un relato que ya ha escapado de la definición de escandaloso (empezando porque puso muchas semillas en muchos relatos posteriores y lo tenemos muy asimilado). La lotería se celebra en un pueblo del Medio Oeste americano y elige cada año a una familia que a modo de ritual (probablemente para mantener a salvo a todos los demás) será apedreada. La lotería relata el sorteo de un año concreto, y es una maravilla de concisión y tensión ambiental sostenida. Fue publicado en The New Yorker y obtuvo gran número de reacciones indignadas. Y resulta casi enternecedor ver por qué cosas se escandalizaban en los años cincuenta, y preocupante pensar que hoy en día, con el ruido y la furia concentrados en las redes sociales, se le podría pedir la cárcel o al menos la desaparición del texto (y no sé muy bien qué petición es peor) por parte de los ofendidos por esas páginas. Por lo demás, un texto ejemplar, perfecto, de relato en el que lo poco dice muchísimo, y como pasa con la mayoría de cuentos del libro, y ya se ha comentado, mucho más de lo que queda por escrito, como si la autora quisiera señalar lo horribles que somos los humanos pero no quisiera dejar demasiadas pruebas por escrito de que lo ha dicho.

La edición (que aún así pasa escasamente de las 150 páginas) se complementa con cuatro textos, recogidos bajo el título de: Tres conferencias y un cuento. Experiencia y ficción, el primero, es una bonita oda al oficio de narradora, y sus ventajas sobre la vida “normal”. La noche en que todos tuvimos gripe no me ha parecido que pase de ser una anécdota familiar, en la que quizá se rastrean algunas costumbres y modos de Shirley Jackson que podrían tener que ver (o no) con su modo de enfrentarse a la escritura, pero que más allá de que alguien quisiera escribir un artículo académico no creo que presenten gran interés. Biografía de una historia narra la sucesión de reacciones a la publicación de La lotería (algo horrible, le dicen muchas veces). Cartas que llegan a su casa (bueno, a un apartado postal dispuesto para ello) por decenas al día, enviadas directamente por lectores o reenviadas en muchas ocasiones por su editor en The New Yorker. Están desde los que no parecen entender qué es una obra de ficción y qué se debe esperar de ella, hasta los que tienen serios problemas de comprensión lectora, aquellos para quienes las historias siempre deberían ser bonitas y animar al mundo, y nunca mostrar su reverso tenebroso, y los pocos que vieron algo bueno en esa historia y se lo quisieron transmitir a la autora. El texto que cierra el libro, Notas para un joven escritor, es uno de tantos textos de consejos para escritores, pero hay que reconocerle que es valioso en el modo en que muestra de modo sencillo cómo distinguir una historia que solo tiene interés para quien la cuenta de otra con interés para los lectores y como consejos para limpiar el estilo y hacerlo significativo.

Haciendo balance, los Cuentos escogidos de Shirley Jackson un libro valiosísimo, para tener en casa, y supongo que lo apropiado es buscar pronto el reciente: Deja que te cuente: Cuentos inéditos, ensayos y otros escritos, también en Minúscula, y dejar que se complementen, a la espera, quizá de una edición de su narrativa breve completa y antologada.

Seguiremos leyendo

Felices lecturas

Sr. E

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