Nombres y animales y Papi, de Rita Indiana
Cómo alivian a finales de verano los golpes de
aire fresco. No me puedo quejar en general de mis lecturas de los últimos
meses, pero cómo se agradece llegar sin saber demasiado bien cómo a un libro
que realmente te descoloque. A mediados de agosto cogí algunos libros de entre
los que la Biblioteca de Orihuela había organizado en un stand bajo el epígrafe
de Escritoras feroces, y entre ellos
estaban estos dos de Rita Indiana, publicados por Periférica. No tenía ni idea
de quién era Rita Indiana, y de vez en cuando apetece llegar a una autora nueva
con esa falta de referencias externas, para evitar los prejuicios o las expectativas
demasiado altas.
Empecé leyendo Nombres y animales y pronto comprendí que la etiqueta de Escritora feroz era la adecuada. Nombres y
animales empieza con una adolescente aburrida que le busca un nombre a un
gato sin nombre y lamenta lo difícil que es ponerle nombre a un gato, en
contraste con lo fácil que es encontrarle los nombres adecuados a los perros.
La adolescente que nos va a contar la historia se siente gata, en lo difícil de
contentar y clasificar, y así nos introduce en su mundo interior.
La adolescente, a la que en ningún momento se
le da nombre (como a los gatos, debe ser por difícil), está pasando un mes de
verano con sus tíos, ya que sus padres se han ido de vacaciones a Europa. No lo
he dicho, estamos en Santo Domingo, República Dominicana, el país de Rita
Indiana. Esta adolescente observadora y crítica trabaja en la clínica
veterinaria que regenta su tío porque en su familia piensan que le vendrá bien
conocer el mundo del trabajo, y todas esas cosas que las familias de los
adolescentes tienden a pensar. La hacen vestirse como otra persona y la hacen
esperar en recepción para recibir a los dueños de los animales enfermos, con
los que conversa de manera vacía y desganada.
Para esta adolescente esa experiencia en la
veterinaria y con sus tíos son como unas vacaciones de su vida habitual, un
separarse de su mejor amiga, un ver cómo la gente se engaña para poder creer
que es feliz, y un inconsciente retrato de las diferencias raciales y de clase
en República Dominicana. La adolescente no se da cuenta, pero va transmitiendo
algunos prejuicios de clase heredados de sus padres y en los que también se
mueven sus tíos y gran parte de los clientes. Ese creo que es uno de los temas
principales de la novela, el descubrimiento del extraño.
Hacia la mitad de la novela hay un giro,
aparece la figura de un haitiano (negro, extranjero) que trabaja en la clínica.
Los haitianos, cuando han sido nombrados hasta ese punto, lo han sido como mano
de obra, como fuerza bruta, traspasando sin filtro los comentarios de la tía,
que es arquitecta y que va de obra en obra con sus haitianos. Pero como suele
suceder, conocer de cerca al extraño lo acerca y hace que se rompan muchos
prejuicios. La adolescente empieza a relacionarse con Radamés, que así se
llama, y poco a poco se desarrollará una actitud de complicidad entre los dos,
que son visitantes, en la clínica. Y poco a poco eso será casi una amistad. No
hay que temer que la historia tome derroteros romanticones y trillados y ella
acabe enamorada del que hasta hace diez minutos era un desconocido. La novela
no pretende tener moraleja, pero si la tuviera sería que hay que mirar la
realidad desde cerca antes de opinar, pero que después de la experiencia de
acercamiento la vida sigue, cada uno por su camino, y es difícil que vuelvan a
cruzarse.
Narrativamente Nombres y animales es vertiginosa. No es que la trama lo sea,
porque es más bien mínima y fácil, una adolescente que pasa un mes fuera de
casa, con unos familiares, pero la voz de la narradora, y las certeras
incorporaciones de otras voces, como su amiga italiana guay, el propio Radamés,
ciertos clientes insufribles o sus tíos, disparan más el ritmo, a veces por el
contraste que producen con el ritmo de la narradora principal. Decía algún
sabio de las letras que la sintaxis es la respiración de quien escribe, y la
sintaxis de Rita Indiana es afilada y nos muestra una respiración entrecortada
y un corazón que late a ciento cuarenta pulsaciones por minuto en reposo.
Después de leer este primer libro sin haberme
fijado demasiado en quién era la autora, y sin querer buscar información
adicional sobre la misma, me dirigí a la solapa, y aparte de las típicas
referencias a la autora de culto (y aunque es cierto que la obra tiene muchos
mimbres para construir a una autora de culto con ellos, cansan por repetitivos
y porque no van a caber más autores de culto en el mundo), me encontré con que
Rita Indiana es o ha sido cantante (según Internet parece que ha renunciado a
su faceta musical). Y busqué algunas de sus canciones, y me dijeron algo más
sobre esa sintaxis. Dentro de lo fácil que sea imaginarse la lectura de un
libro a partir de la escucha de una canción, Nombres y animales suena bastante parecido a esta mezcla de
merengue – punk y dance que practicaba como intérprete junto a su grupo, Los misterios.
Papi es una novela aún más acelerada. Papi
suena directamente así, con la percusión golpeando y atronando desde el
principio, y con ese cantar casi atonal que narra una vuelta, el motivo
principal de la novela.
Papi es cronológicamente anterior a Nombres
y animales, y es la segunda novela que la autora publicó, y la primera que
Periférica trajo al mercado español. En Nombres
y animales se veía cierta tendencia al lenguaje coloquial y a enseñarnos un
habla de la calle caribeña. Aquí esa tendencia es mucho más fuerte y decisiva
en el relato, y la trama está cruzada de localismos, referencias a estrellas de
la escena musical del merengue, y palabras inglesas españolizadas.
Los
misterios es la última parte de Papi, y vuelvo a recordar la coincidencia con el nombre del grupo
de música con el que tocaba Rita Indiana. Los
misterios, esa parte de Papi, es
la más marciana de los dos libros que he leído, y aunque se lee bien, si
buscáramos coherencias y otras cuestiones técnicas, quizá no acaban de encajar
bien esas apariciones de médiums y espíritus.
Papi es la historia de un regreso, la historia
de un regreso que no acaba de producirse. Leemos el regreso de alguien desde la perspectiva de quien espera, no de quien debe volver. La narradora, otra adolescente de
discurso acelerado, nos cuenta que su papi, el triunfador del barrio, va a
volver. Suponemos que vuelve de los Estados Unidos, lleno de dólares y de
prestigio. El Papi es el chulo nº 1 y es el Master, y eso lo dice su hija. La
hija está deseando que regrese para sacarlo de la monotonía de la vida en Santo
Domingo, junto a su madre. La madre es la aguafiestas que siempre está al lado
y cada visita del padre es una fiesta de cenas fuera, fiestas, conocer a
cualquiera de las mil nuevas novias de papi, que siempre quieren congraciarse
con su hija.
Los negocios de Papi no parecen limpios, pero
parece que lo respetan. Es el superhéroe que la hija admira, aunque no por eso
deja de verle el lado oscuro. Es el dios del barrio al que ella, como todos,
rezan, aunque a veces renieguen de él. La hija se va haciendo mayor mientras el
padre regresa, o no. La vida cambia, el cuerpo, los intereses y los deseos se
hacen otros. Y el papi no regresa. Pero la imaginación da a veces consuelo de
sobra. El relato es expresivo y hasta exagerado en todo momento, pero ese tono
de alucinación le conviene, porque como con los dioses, y como con los
superhéroes, no es seguro que papi exista, que siga existiendo, y hay que
mantener vivo el mito.
Parece que Rita Indiana es una artista
inquieta, y creo que Periférica tiene otra novela ya publicada. La buscaré y la
leeré esperando que me saque a la pista de baile una tercera vez, y esperaré
sus nuevos pasos.
Felices lecturas
Sr. E
Sabes donde puedo encontrar este libro online? en pdf?
ResponderEliminarNombres y animales, necesito esa. :c
ResponderEliminarDesconozco si existe la versión en libro digital. No sé tampoco quién tiene los derechos de las novelas de Rita Indiana fuera de España, pero seguro que en amazon o alguna página similar son fáciles de localizar.
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