jueves, 25 de noviembre de 2021

De la obsesión a la adicción, algunos libros más

La adicción al final del camino de la obsesión


El kalsarikänni (de ahí la imagen) es la costumbre finesa de quedarse en casa solo o en compañía de convivientes (como cuando estábamos confinados) bebiendo tranquilamente y en ropa interior. La bebida se va acompañando de algo de música y de lectura mientras la cabeza y la lucidez lo aguantan. 

Podríamos hablar de la romantización del alcoholismo, quizá, pero aquí solo hablamos, por lo general, de libros. 

Comentaba en la última entrada que quizá la obsesión, relacionada con la pulsión creadora, pudiera derivar al final en una adicción, quizá también la adicción por la escritura, por la composición musical, por la pintura, por cualquier creación que se nos ocurra. 

Me interesan, por lo general, los libros que hablan de obsesiones, como decía en esa entrada, y me interesan aún más (he leído una gran cantidad de ellos en los últimos años) los libros que hablan de la adicción. 

He ido descubriendo, según los leía, que me interesan más aquellos libros que penetran en la mente del adicto y nos hacen conectar con ella, esos libros que son humanos y que comprendemos, y en los que no nos encontramos con nadie soltando su moralina de ex - adicto y contándonos que en realidad todos, aunque no lo sepamos, somos como él era, antes de salir de ahí y convertirse en alguien mejor que los demás. 

Todo mi apoyo, solo faltaba, a quien salga de una adicción. Pero no sé si podemos soportar muchos más discursos de pureza que nos vengan desde un pedestal en el que se ha situado a sí mismo quien consumía un tóxico y decidió dejar de hacerlo, pero tal vez echando en falta los superpoderes que las drogas le daban, lo cambió por la superioridad moral.

Eso sucede, en gran medida, con La última copa, de Daniel Schreiber (Libros del Asteroide). El libro funciona, de eso no hay dudas, pero funciona mucho mejor cuando no lanza cifras que suenan bastante arbitrarias sobre alcoholismo en Alemania y Europa Occidental en general o nos repite las bondades de haber dejado de beber y nos comenta, de pasada, que tal vez no nos hayamos dado cuenta de que todo consumo es siempre problemático. 

Resultan mucho más honrados dos libros como La huella de los días, de Leslie Jamison (Anagrama) y Lagunas, de Sarah Hepola (Pepitas de calabaza), que tratan al lector como alguien más adulto y que desde su libertad tendrá que decidir qué quiere beber y cuándo. 

Tal vez eso hace que empaticemos más con sus narradoras y protagonistas, que se han metido en problemas serios (pero muy serios, y muy turbios) por la costumbre en la que convirtieron acabar cada noche borrachas. El libro de Hepola, sobre todo, es bastante duro, y subraya dos aspectos importantes. Uno, la cantidad de tiempo y recuerdos que se pierden cuando se bebe (las Lagunas a las que apela el título). Otro, que el alcohólico (la alcohólica) no acaba de tener claro la imagen que da a los demás. 


Puede (y tiende a hacerlo) creer que sus amigos, familiares, allegados, lo están viendo como alguien ingenioso, divertido, liberado, y puede que no sea esa exactamente la imagen que quienes tratan con la persona con problemas de consumo se hacen de ella. 

Tal vez no todo sea glamour y conversaciones chispeantes como esa persona cree. Seguramente hay mucho lugar común sobre escritores que escribían borrachos que han ayudado a perpetuar ciertas maneras de ver el asunto. 

Hace algunos años hablamos aquí de este libro, que abordaba los problemas con la bebida de algunos escritores (aunque su título en español hiciera pensar que era un análisis general de un problema general)

http://cuentospendientessre.blogspot.com/2019/03/el-viaje-echo-spring-por-que-beben-los.html

Aunque si hablamos de lagunas y dos versiones de la historia, de olvidos y pérdida, ningún libro que yo haya leído se acerca a La noche de la pistola, de David Carr (Libros del KO), en el que este periodista se pone a investigar, como si fuera un trabajo del periódico, qué fue lo que pasó en los años ochenta con él, cuando estaba enganchado a las drogas. Un libro que quema tanto como fascina.

Lo dejaremos por aquí por unos días

Seguiremos leyendo

Felices lecturas

Sr. E
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario