Ayer
tuve el gusto de presentar en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés
la novela Distinta Clara, de Alba Ballesta, ganadora del
Premio Ateneo Joven de Sevilla de este año. En un lugar poco
propicio y con una estructura tal vez demasiado rígida, pudimos
dedicar 20 minutos a hablar del libro, echando de menos un entorno
más acogedor. Os dejo aquí algunas notas de la lectura que hice del
libro y que fui tomando para preparar la presentación. Valgan a modo
de re – presentación ante los lectores del blog.
Distinta
Clara, de Alba Ballesta (Editorial Algaida)
Me
alegro de estar aquí esta tarde, primero porque veo a Alba
presentando una muy buena novela, y segundo porque de alguna manera
he ido siguiendo, si bien a distancia, el nacimiento de este libro.
Desde que Alba estuvo becada en la Residencia de Estudiantes y nos
conocimos (porque somos del mismo pueblo pero nos conocimos en Madrid
y creo que únicamente nos hemos visto en Madrid, donde ella ya no
vive pero a donde vuelve con frecuencia) andaba dándole vueltas a
esta historia. A poner una parte o quitarle otra, a volver a montar
toda la trama, corregir más, corregir menos, esa clase de cosas que
hacen las escritoras. La verdaderas escritoras. Le pregunté una vez
a Alba, ante un vino, si siempre había querido ser escritora, y me
dijo muy seria que no, que de pequeña quería ser actriz. Quizá
fuera mentira. Tal vez sea una buena actriz que representa el papel
de escritora y lo hace francamente bien. Nuestra ciudad, como la M.
de Clara Dubasenca, es un sitio del que uno solo puede salir. Y me
llama la atención que haya llamado así a esa pequeña ciudad de
provincias, en un libro en el que hay tanto detalle sobre dónde vive
y de dónde viene cada personaje, donde hasta tiene cierta
importancia el hecho de que Laia sea de Vilanova. Me pregunto si no
pretende, sencillamente, que cualquiera pueda entender que es la
suya, su pequeña y asfixiante ciudad de provincias.
¿Qué
es Distinta Clara? Cuando Alba me pidió que la acompañara
aquí esta tarde, yo aún no había leído el libro. El libro aún no
había sido publicado, realmente, y creo que ni ella lo tenía
físicamente. Buscando en internet vi que amazon lo tenía en
preventa y que lo describía como una novela de aventuras. Y me hizo
gracia, porque por las descripciones de las que disponía (lo que
Alba había deslizado en alguna conversación de café, en algunos
emails) me imaginaba un libro entre lo metaliterario y lo metafísico.
Pero luego empecé a leerlo y pensé que quizá no era una
descripción tan desacertada. Hay grandes novelas de aventuras que
rozan la metafísica y que se leen en esos términos desde hace
décadas: Moby Dick, La isla del Tesoro, Robinson
Crusoe o Los viajes de Gulliver. Distinta Clara
quizá sea una novela de aventuras, de búsqueda del tesoro. ¿Quién
es Clara Dubasenca? es su pregunta central. Y a partir de ella, con
una estructura sencilla que funciona con el encanto de una novela de
suspense clásica (y piensen más en novela policíaca que en novela
negra, y piensen incluso en esos autores británicos clásicos, esos
Agatha Christie, Eric Ambler, Gaston Leroux, Conan Doyle, esos
autores canónicos que iban sembrando de pistas las páginas para que
el lector jugara al detective), en la que cada personaje con el que
Laia va hablando le habla a su vez de otro más, un paso más cerca
(aunque a veces sea más lejos, o a veces sea en otra dimensión),
que también conoció a Clara. Este mecanismo, en apariencia
sencillo, funciona sin embargo y nos mantiene leyendo durante 300
páginas, en las que esta historia principal apenas se detiene de vez
en cuando para contarnos algo sobre Laia (ella y sus padres, ella y
sus amigos).
Pere,
el dueño del famoso bar de Pere, alrededor del cual parece que
circularon durante toda la década aquellos personajes, el hombre que
le puso nombre a un bar que no era suyo y que ahora, tantos años
después, regenta un bar suyo mucho menos popular y al que nadie
llama por su nombre, ese Pere le dice que Clara no se sentiría
cómoda sabiendo que hay alguien empleando tantas energías en
buscarla, en desenmascararla, en desentrañarla. Le dice que no
pretende desanimarla, claro que no, pero que existe la posibilidad de
que no llegue a ningún lado. Y superados los tres cuartos de la
novela hay un giro, la novela se desplaza, de mirada y de lugar, y va
hacia su desenlace. Clara Dubasenca es quizá eso que se suele llamar
una escritora de culto, que podría ser, si queremos convenirlo así,
alguien que le gusta mucho a muy poca gente. Laia, platónica,
idealista, tal vez solo joven e inocente, se enfrenta a la realidad.
Hay una opción clara, la interacción. Pero elige, claro, no
hacerlo. En la parte final de la novela Laia se va enterando de que
Clara no era más que una máscara, que su vida es la consecuencia de
una familia, de una historia. Laia se da cuenta de que quizá Clara
es más vulgar de lo que ella pensaba, y decide mantener, al menos
hasta donde puede, la distancia entre la autora y la obra. Y esa es
la última reflexión que nos deja la novela, una nueva idea sobre
los mecanismos de la creación.
Como
los buenos libros, Distinta Clara tiene muchas lecturas.
También mucho de novela de formación pero Laia no se forma como
suelen hacerlo las protagonistas de estas novelas, sino que lo hace a
través de Clara, su sombra, su fulgor y su búsqueda. La búsqueda
es aquí el camino, qué duda cabe. Distinta Clara es en gran
parte una novela de formación y es también una novela generacional,
y en ese sentido entiendo que es un acierto que nos llegue con la
etiqueta de un Premio de Novela Joven. Laia podría ser una hermana
pequeña de Alba, o quizá un alter ego de la propia Alba cuando
empezó a escribir este libro, y hay un retrato de una generación,
una que se ve obligada a crecer y madurar en precario, haciendo
equilibrios, en ciudades, como es Barcelona en la novela, como es
Madrid, que mutan. El viaje de Laia es completo, en la página 34
considera que Clara Dubasenca se le aparece como una oportunidad, en
bandeja de plata. Ella, en su vida de estudiante, tiene que terminar
un Máster, algo para lo que quizá tiene vocación pero sobre el que
va perdiendo la sensación de que tenga ningún sentido. Hacia el
final de la novela ella misma le reprocha a Diego que la incite a
intentar sacar provecho de su investigación. ¿Qué clase de
provecho? ¿No ha entendido nada? ¿Nadie ha entendido nada? ¿Y la
propia Laia, qué ha entendido?
El
estilo de esta novela es sutil y con una prosa con imágenes que nos
sorprenden puntualmente, los juegos del lenguaje y del significado.
Ahí la autora es hábil porque carga sobre la personalidad de Clara
esos juegos, esos poemas que parecen a veces juegos de Cortázar.
Pienso al leer este libro en Sara Mesa, Carson McCullers y Fleur
Jaeggy. Sé que Alba es una atenta lectora de Duras, quizá habría
que añadirla. La recreación de una poeta, con su obra y todo, y el hecho de ser
capaz de hacer de una poeta desconocida una cuestión casi de vida o
muerte (aunque no es tan grave, simplemente Laia trata de mantenerse atada a algo) creo que es algo muy bolañesco. Y termino hablando de un
juego de espejos. ¿Es Clara Dubasenca para Alba Ballesta como el
John Shade del Pálido fuego de Nabokov?
Preparando
un poco estas notas, y rebuscando por las redes, uno se topa con una
tal Alba Steiner, que
posa con cara de actriz de los ochenta, y que desde un blog llamado
fotogramas psicosomáticos nos dice: no
soy escritora. Solamente escupo palabras al azar, las organizo
tecleando furiosa unos caracteres que luego se reflejan en la
pantalla del ordenador y las publico en el blog. Todo lo que puedas
leer aquí forma parte de mi pequeña estafa literaria. Si en algún
momento te sientes timado, para. Deja de leer, aunque rompas un hiato
o desalientes una coma. No quiero tener que rendir cuentas a nadie.
Yo ya te he avisado, no soy escritora. Aunque escribo esperando que
un día os traguéis mi mentira. Ese
blog está parado (parece) desde hace más de dos años, y si uno
sigue buscando un poco más en internet se encuentra con un librito
publicado en 2014 titulado Obras completas de Clara Dubasenca,
Tomo III, registrado en una clase de fundación situada en Suiza
(por completar el juego nabokoviano). Un librito que no he conseguido
encontrar dónde podría comprarse y en el que Alba Ballesta aparece
como editora de esa breve muestra de la obra poética de Clara
Dubasenca. Ese libro, por cerrar, aparece en la pestaña de
Biblioteca de la tal Alba Steiner. Y para rematar, uno encuentra un
vídeo de finales de 2014 en el que una chica a la que presentan como
Alba Ballesta acude a una sesión de micrófono abierto, como
aquellas de las que habla este libro, y como parte de un encuentro
llamado En busca del tiempo bebido organizado por un llamado
colectivo Gilles de Rai (célebre infanticida) lee un pequeño poema
que habla sobre la chauaficcia, el arte de hacer esculturas con
bolsitas de té, del que declara que sea quizá la única practicante
del mundo, hecho que esta novela desmiente, pues ya Clara Dubasenca
la practicaba. Y quizá deberíamos empezar preguntándole a Alba
Ballesta qué pasa ahí, con eso, si todos los que estamos aquí esta
tarde somos personajes secundarios y extras de su siguiente libro?
Y
mientras nos contestan, nos queda el libro para leer. Disfrútenlo.
Felices
lecturas
Sr. E
Me ha gustado la entrada pero deberias haberla dividido en dos es muy larga de un solo tirón Felicitaciones
ResponderEliminarGracias por tu visita y tu comentario, Mucha.
EliminarTendré en cuenta tu recomendación cuando las reseñas sean largas.
Saludos lectores
Sr. E