Los príncipes
valientes, de Javier Pérez Andújar (Ed. Tusquets) vs. Esa puta tan
distinguida, de Juan Marsé (Ed. Lumen).
He leído de manera
consecutiva estos dos libros, en los que he encontrado muchos puntos
en común y algunas diferencias significativas.
¿En qué se
parecen? Principalmente en la ciudad que retratan, en cierta
manera de mirar, en la reivindicación de la cultura verdaderamente
popular, que rompe las fronteras entre alta y baja cultura, y en el
trabajo que hacen con la memoria.
¿En qué se
diferencian? Principalmente en lo que cada uno de ellos nos
enseña sobre la memoria. Basta ver el título de la última novela
de Marsé para entender lo que piensa de ella. Marsé desconfía
profundamente de esa puta, sabe que es tramposa y que dulcifica el
pasado. Marsé intenta no dejarse llevar por el principio de que
cualquier tiempo pasado fue mejor. Para Pérez Andújar parece que
sí, que ese tiempo pasado fue realmente el suyo. Creo que Pérez
Andújar se deja envenenar hasta un cierto punto por ese azúcar de
la memoria. Pérez Andújar escribe Los príncipes valientes
desde la agradable sensación de la nostalgia. Marsé escribe desde
la ironía.
Ser escritor.
Hacerse escritor: Pérez Andújar y Marsé son escritores de
barrio obrero. Marsé ha refundado desde hace décadas ciertos
paisajes urbanos de Barcelona. Es un tópico hablar de la Barcelona
de Marsé, pero realmente ha escrito una Barcelona que es la de su
infancia, que no se corresponde exactamente con la Barcelona de los
años 40 y 50 sino con una ciudad de calles dúctiles por las que
corren los niños de la posguerra intoxicados de películas del cine
y novelas de kiosko. La cultura de Marsé tiene una base popular, y
la de Pérez Andújar también. Pérez Andújar se reivindica como
narrador de los barrios del extrarradio, un lector de tebeos en
edificios grises de hormigón, un hijo de obreros industriales que ha
acabado siendo novelista.
El escritor de
barrio obrero: Recuerdo una anécdota que he leído sobre Juan
Marsé: Carlos
Barral, que era su
editor, le dijo que necesitaban un escritor obrero, como él, y Marsé
les dijo a los editores y poetas que trabajaran ellos de obreros, que
él quería escribir y vivir de ello. Pérez Andújar es hijo de
obreros industriales que no escriben en las ciudades dormitorio de
los alrededores de Barcelona, castellanohablantes, en las que se oyen
acentos andaluces, extremeños, murcianos, en las que se canta copla
y se trabaja de sol a sol en las cadenas de montaje.
Los niños que
fueron: Marsé es un niño de los años 40 y Pérez Andújar es
un niño de los años 70. El mundo era muy distinto entre una
infancia y la otra. Los dos han sido niños que huyeron de la grisura
de sus barrios a lomos de sus sueños y sus lecturas.
Esa puta tan
distinguida: En muchas de las novelas de Marsé se
habla desde la infancia, pero no es el caso de Esa puta tan
distinguida. En ella, su narrador, un escritor que podría ser el
propio Marsé, es contratado en los ochenta para escribir el guión
de una película basada en un crimen real. Marsé, o su narrador, que
no se fía nada del cine español y sus productores, acepta el
encargo porque es un dinero mercenario que le vendrá bien, y empieza
a entrevistarse con el hombre que cometió aquel crimen, un asesinato
que fue muy conocido en las secciones de sucesos de los años de la
infancia del narrador, que vagamente lo recuerda. El asesino, que
trabajaba como proyeccionista en un cine, lo que hace que el cine
esté en toda la novela como camino de entrada y salida, tiene
problemas de memoria. Los dos son mayores, conversan, el escritor le
gasta bromas sobre la memoria, comparten cervezas en su terraza y el
guión avanza con dificultad. Uno de los puntos más interesantes de
la desmemoria del asesino es que recuerda el asesinato pero no
recuerda por qué lo cometió. El escritor que debe hacer el guión
no se acaba de creer esa explicación.
Los príncipes
valientes es, a su modo, una novela de formación. También es un libro de memorias. Pérez
Andújar pasea por sus recuerdos de la infancia y primera
adolescencia tratando de leer en ellos cuáles fueron los primeros
pasos que lo llevaron a querer ser escritor. Ser escritor, para Pérez
Andújar, era una manera de huir de la realidad, como lo era pasear
sin rumbo, leer tebeos o leer los extraños libros que su amigo le
dejaba. En eso creo que se parece a Marsé, y seguramente ha
aprendido algunas cosas de él. El libro de Pérez Andújar tiene una
lectura muy agradable y algunas ideas que se quedan por la cabeza del
lector. Pero quizá le falta mancharse un poco más. Marsé en su
novela habla por boca de su personaje de la diferencia entre los
buenos prosistas y los buenos novelistas. Dickens es el mejor
novelista, afirma. Y los lectores de Marsé que también hemos leído
a Dickens entendemos que se puede ser el mejor novelista sin ser el
mejor prosista, y a qué se refiere exactamente. Marsé busca ser más novelista que prosista, y a
ello ha dedicado su obra. Pérez Andújar, en este primer libro suyo
que leo, me ha parecido más prosista que novelista.
Felices lecturas
Sr. E
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