miércoles, 6 de julio de 2016

Los príncipes valientes vs. Esa puta tan distinguida

Los príncipes valientes, de Javier Pérez Andújar (Ed. Tusquets) vs. Esa puta tan distinguida, de Juan Marsé (Ed. Lumen).

He leído de manera consecutiva estos dos libros, en los que he encontrado muchos puntos en común y algunas diferencias significativas.

¿En qué se parecen? Principalmente en la ciudad que retratan, en cierta manera de mirar, en la reivindicación de la cultura verdaderamente popular, que rompe las fronteras entre alta y baja cultura, y en el trabajo que hacen con la memoria.

¿En qué se diferencian? Principalmente en lo que cada uno de ellos nos enseña sobre la memoria. Basta ver el título de la última novela de Marsé para entender lo que piensa de ella. Marsé desconfía profundamente de esa puta, sabe que es tramposa y que dulcifica el pasado. Marsé intenta no dejarse llevar por el principio de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Para Pérez Andújar parece que sí, que ese tiempo pasado fue realmente el suyo. Creo que Pérez Andújar se deja envenenar hasta un cierto punto por ese azúcar de la memoria. Pérez Andújar escribe Los príncipes valientes desde la agradable sensación de la nostalgia. Marsé escribe desde la ironía.

Ser escritor. Hacerse escritor: Pérez Andújar y Marsé son escritores de barrio obrero. Marsé ha refundado desde hace décadas ciertos paisajes urbanos de Barcelona. Es un tópico hablar de la Barcelona de Marsé, pero realmente ha escrito una Barcelona que es la de su infancia, que no se corresponde exactamente con la Barcelona de los años 40 y 50 sino con una ciudad de calles dúctiles por las que corren los niños de la posguerra intoxicados de películas del cine y novelas de kiosko. La cultura de Marsé tiene una base popular, y la de Pérez Andújar también. Pérez Andújar se reivindica como narrador de los barrios del extrarradio, un lector de tebeos en edificios grises de hormigón, un hijo de obreros industriales que ha acabado siendo novelista.

El escritor de barrio obrero: Recuerdo una anécdota que he leído sobre Juan Marsé: Carlos
Barral, que era su editor, le dijo que necesitaban un escritor obrero, como él, y Marsé les dijo a los editores y poetas que trabajaran ellos de obreros, que él quería escribir y vivir de ello. Pérez Andújar es hijo de obreros industriales que no escriben en las ciudades dormitorio de los alrededores de Barcelona, castellanohablantes, en las que se oyen acentos andaluces, extremeños, murcianos, en las que se canta copla y se trabaja de sol a sol en las cadenas de montaje.

Los niños que fueron: Marsé es un niño de los años 40 y Pérez Andújar es un niño de los años 70. El mundo era muy distinto entre una infancia y la otra. Los dos han sido niños que huyeron de la grisura de sus barrios a lomos de sus sueños y sus lecturas.

Esa puta tan distinguida: En muchas de las novelas de Marsé se habla desde la infancia, pero no es el caso de Esa puta tan distinguida. En ella, su narrador, un escritor que podría ser el propio Marsé, es contratado en los ochenta para escribir el guión de una película basada en un crimen real. Marsé, o su narrador, que no se fía nada del cine español y sus productores, acepta el encargo porque es un dinero mercenario que le vendrá bien, y empieza a entrevistarse con el hombre que cometió aquel crimen, un asesinato que fue muy conocido en las secciones de sucesos de los años de la infancia del narrador, que vagamente lo recuerda. El asesino, que trabajaba como proyeccionista en un cine, lo que hace que el cine esté en toda la novela como camino de entrada y salida, tiene problemas de memoria. Los dos son mayores, conversan, el escritor le gasta bromas sobre la memoria, comparten cervezas en su terraza y el guión avanza con dificultad. Uno de los puntos más interesantes de la desmemoria del asesino es que recuerda el asesinato pero no recuerda por qué lo cometió. El escritor que debe hacer el guión no se acaba de creer esa explicación.

Los príncipes valientes es, a su modo, una novela de formación. También es un libro de memorias. Pérez Andújar pasea por sus recuerdos de la infancia y primera adolescencia tratando de leer en ellos cuáles fueron los primeros pasos que lo llevaron a querer ser escritor. Ser escritor, para Pérez Andújar, era una manera de huir de la realidad, como lo era pasear sin rumbo, leer tebeos o leer los extraños libros que su amigo le dejaba. En eso creo que se parece a Marsé, y seguramente ha aprendido algunas cosas de él. El libro de Pérez Andújar tiene una lectura muy agradable y algunas ideas que se quedan por la cabeza del lector. Pero quizá le falta mancharse un poco más. Marsé en su novela habla por boca de su personaje de la diferencia entre los buenos prosistas y los buenos novelistas. Dickens es el mejor novelista, afirma. Y los lectores de Marsé que también hemos leído a Dickens entendemos que se puede ser el mejor novelista sin ser el mejor prosista, y a qué se refiere exactamente. Marsé busca ser más novelista que prosista, y a ello ha dedicado su obra. Pérez Andújar, en este primer libro suyo que leo, me ha parecido más prosista que novelista.

Felices lecturas

Sr. E

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