martes, 30 de marzo de 2021

Declaración trimestral: enero - marzo 2021

Declaración trimestral


Confieso que no echo de menos hacer una reseña semanal, ni estar pendiente de qué contar de los libros que voy leyendo, pero sí echo de menos asomarme de vez en cuando por aquí y hablar de algunas lecturas que creo que pueden resultar interesates. Puede que la manera de no alejarme del todo del blog ni tener una obligación sea una aparición trimestral, como las entregas de notas de los colegios o los pagos de impuestos en ciertos sectores.

El primer trimestre de 2021, donde la anormalidad sigue vigente, ha sido una buena época de lecturas. Reviso mi cuaderno de anotaciones y veo bastantes libros que me han dejado sensaciones muy positivas.

La idea es comentar algunos de ellos, y que le puedan servir a quien visite esta entrada como recomendaciones.

 

Relatos

¿Quién te crees que eres?, de Alice Munro. La editorial no la presenta como tal, pero el libro, aunque aspire a ser una novela, es una colección de relatos enlazados. No creo que tenga importancia, más allá de que en muchos artículos se presente como la única novela de Alice Munro. Da igual cuál sea el género al que se adscriba, es un muy buen libro.

 

Novelas bastante breves

Son libros que tienen en común, entre otras cosas, que son bastante breves, y que, además por su interés se leen en un par de ratos.

Esto es placer, de Mary Gaitskill. Este es un librito muy corto que cuenta un mismo caso desde dos perspectivas, la de un hombre y una mujer. Es un libro polémico que toma un papel delicado en la era del metoo. La diferencia entre placer y dolor es a veces muy fina, dice la autora en algún momento, y sobre eso investiga en sus páginas. Hay un caso de denuncia por acoso contra un veterano editor, y vamos leyendo, de manera alternada, la visión del denunciado y la de una vieja amiga que no acaba de comprender la situación.

Querido Miguel, de Natalia Ginzburg. Es una novela corta, escrita a modo de cartas, en la que vemos cómo una madre, dirigiéndose a su hijo Miguel, nos muestra cómo una vida, la suya, pero también la de su ex – marido, la de otros familiares, y en general la de una ciudad de provincias, se ha ido derrumbando, sin un motivo claro, simplemente porque el óxido ha ido haciendo su labor de desgaste.

La edad del desconsuelo, de Jane Smiley. Es posible que a todos nos haya de llegar esta edad del desconsuelo, un momento indefinido entre los treinta y los cincuenta años en el que parece que las emociones se hacen más grises, la vida se vuelve rutina y lo que nos daba la vida empieza a parecer lo mismo que nos la está robando. Puede acabarse el amor, y pueden acumularse los derrumbes. Un matrimonio de dentistas, Dana y Dave, con una buena posición económica y tres hijas, se dan cuenta, en un instante, de que quizá la vida que llevan no es tan feliz, o que esa no era la felicidad. Empiezan a re – evaluarlo todo, y a sospechar de su pareja. La escritura es finísima y siempre en la frontera entre la realidad y la lírica, y la lectura es deliciosa.

Personajes desesperados, de Paula Fox. La lectura del libro anterior me hizo acordarme de este, que había leído hace quince años, si no alguno más. Fui a la biblioteca a buscarlo y lo releí. La experiencia no podía haber sido mejor. En esta historia que transcurre en un fin de semana, nos encontramos con un matrimonio, los Bentwood, Otto y Sophie, burgueses entrando en la cuarentena en un Nueva York enfermo. A Sophie, el viernes por la noche, le muerde un gato callejero al que venía alimentando. La herida empieza a hincharse y ante la sospecha de que pueda ser rabia, y también ante la resistencia a ir al médico, va haciendo una valoración completa de su relación, del tipo de vida que tienen, y del tipo de vida que tienen todos los que viven como ellos.

El trabajo de los ojos, de Mercedes Halfon. Este librito es un pequeño ensayo novelizado, con un fuerte componente de eso que se llama literatura testimonial. Mercedes Halfon es una periodista y escritora argentina, que desde pequeña ha sufrido estrabismo. Utiliza esa circunstancia para reflexionar sobre los cánones, la mirada, un término siempre tan literario, el enfoque, y dónde se sitúa cada persona en función de problemas como los de visión. Halfon va mezclando recuerdos con apuntes casi técnicos, historia de la vista, y la influencia de esta en manifestaciones artísticas de todo tipo.

 

Clásicos

Corremos el riesgo, al final, de considerar clásico a todo lo que haya llegado al mundo antes que nosotros. Reconociendo lo poco definido que es llamar clásico a un libro, y no llamárselo a tantos otros, llevo los últimos años intentando completar mis carencias lectoras en cuanto a los clásicos.

Me han interesado especialmente dos novelas cortas de Thomas Wolfe, Hermana muerte y El viejo Rivers, que son dos buenos ejemplos de escritura económica, realismo poético y el siempre difícil arte de la novela corta, esas historias concentradas en poco más de ochenta páginas que construyen un mundo totalmente completo.

La escritura de Wolfe me recuerda a la de Henry James, de quien he leído últimamente Lo que Maisie sabía, la historia de una niña a la que sus padres usan como motivo de discordia, en una guerra posterior al divorcio, en la que estos no paran de lanzarse puñales, y donde decenas de personajes van poniendo su granito de arena en uno u otro lado del campo de batalla.


Algunas novelas negras

He combinado relecturas de clásicos (fue una maravilla volver a leer al completo El largo adiós, de Raymond Chandler), con la primera lectura de otras obras que no había leído antes.

¿Acaso no matan a los caballos?, de Horace McCoy, me pareció un libro ligero, quizá menor pero muy bien hilado, y un ejercicio de sabiduría narrativa que podría estudiarse en cualquiera del millón de cursos de escritura creativa en marcha.

La muerte de Belle y El hijo del relojero son otro par más de buenos ejemplos de por qué siempre es buena idea volver a leer a Simenon, en cuyos libros siempre encontraremos historias amargas y buena escritura.

Maderos, de Ken Bruen, me gustó mucho, y me hizo pensar que había encontrado a un nuevo autor al que seguir, aunque las siguientes novelas del autor que cogí de la biblioteca me disuadieron de tal idea.

 

Diarios o similares

Lo que fue presente, de Héctor Abad Faciolince. Este autor es sobre todo conocido por su libro El olvido que seremos, que aún no he leído, un libro en el que reconstruye el asesinato de su padre en Colombia. Lo que fue presente recoge sus diarios de los años ochenta, en los que comienza siendo un frívolo estudiante colombiano en Italia, sin preocupaciones, que se casa y es padre sin dejar de ser un adolescente inmaduro, y se ve sorprendido por el asesinato de su padre, por la vuelta a Colombia, por la mancha que la violencia deja sobre todos, por la imposibilidad de volver a tener una vida completa después de algo así, por la sensación de que hay muchos (demasiados) que quieren seguir como si no hubiera pasado nada.

Contemplaciones, de Zadie Smith. Es un libro con seis ensayos breves, anotaciones que Smith fue escribiendo durante los meses de confinamiento, que pasó en Nueva York. Se va fijando en las pequeñas cosas, en las comodidades, las incomodidades, los repartidores, la falta de intimidad cuando todo el mundo está en casa siempre, y también va haciendo recuento de las grandes desgracias que nos cayeron encima casi de golpe. No había leído nada de Zadie Smith, y me pareció una escritora muy aguda, una observadora fina y elegante, y de hecho después de este libro quise saber cómo era su escritura de ficción y leí su novela más conocida, Dientes blancos, que ha sido quizá la mejor novela de ficción larga (pasa de las quinientas páginas) que he leído en lo que va de año.

El colgajo, de Philippe Lançon. Lançon era periodista cultural. Iba al teatro, escribía reseñas, publicaba en distintas revistas y periódicos. Uno de los medios en los que escribía era la revista satírica Charlie Hebdo, en cuya redacción estaba Lançon una mañana de enero de 2015 cuando unos terroristas la asaltaron. Muchos de sus compañeros murieron, y a Lançon le dispararon en la cabeza, dejándole con vida pero sin mandíbula. El colgajo, que es el nombre que una de sus cirujanos le da a la reconstrucción que le hacen, da título a esta memoria de vuelta a la vida en la que acompañamos a Lançon entre camas de hospital, quirófanos y visitas de familiares y fantasmas de su vieja vida y temores de la nueva.

 

Otro tipo de libro

Macarras interseculares: Una historia de Madrid a través de sus mitos callejeros, de Iñaki Domínguez. Llevo quince años viviendo en Madrid, y como tantos de los que vivimos en Madrid, no nací aquí. Madrid es una ciudad ambivalente, acogedora y dura, en el fondo como toda gran ciudad, donde vienen a parar millones de personas de distintos orígenes. Iñaki Domínguez analiza la composición de las ciudades, y cómo una de las formas de vida plenamente urbanas que surgen para sobrevivir entre sus calles es la del macarra. El libro sirve como guía sociológica de Madrid en los últimos cincuenta años, y siguiendo las bravuconadas y desventuras de distintas bandas callejeras por diferentes barrios y distritos, no deja de dar sorpresas. Muy diferente a cualquier otra clase de libro y muy recomendado.

 

Seguiremos leyendo

Felices lecturas

Sr. E

5 comentarios:

  1. Has tenido lecturas muy interesantes. A Munrod todavía no la he leído y eso que tengo algún libro por casa. Un saludo y seguiremos leyendo.

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    1. Bienvenida Esther. Munro es una cuentista excelente. Este libro, siendo muy bueno, no es el mejor de los suyos. Que tampoco sabría decirte cuál es, pero si me permites recomendarte algunos títulos, por si coinciden con los que tienes en casa, siempre me han gustado especialmente "Escapada", "Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio", "Secretos a voces" y "La vista desde Castle Rock".

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  2. Pues se agradece muchísimo tu esporádica e impuesta vuelta. Apunto varios títulos que comentas (por cierto, a mí me ha pasado algo similar a lo que comentas de Zadie Smith)

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    1. Hola Juan Miguel, también se agradece tu paseo por aquí.

      Esos ensayitos - diarios me parecieron muy agudos, muy finos, la verdad que me gustaron mucho.

      Y me llevaron a buscar su escritura de ficción, y en esa novela, no sé si será representativo de su escritura en general, me encontré con una escritora muy buena, con mucho ritmo y mucha fuerza.

      Seguimos leyendo (mándame un email cuando puedas, al respecto de lecturas)

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