Las
chicas, de Emma Cline (Anagrama)
Este
verano, el de Érase una vez en Hollywood de Tarantino y la
segunda temporada de Mindhunter de David Fincher, se han
cumplido 50 años de la terrible matanza que cometieron Charles
Manson y su llamada familia. No es casualidad, por lo tanto, que
ambas obras fueran estrenadas este pasado mes de agosto. Aparte de
otras muchas virtudes (y unos cuantos defectos), salí del cine
contento tras ver la película de Tarantino al ver que aunque fuera
en esa ficción, la luminosa Sharon Tate a la que interpreta Margot
Robbie se salvaba gracias a la inesperada actuación de dos
secundarios de la industria del cine. La historia real, como bien se
sabe, no da pie ni a una pequeña sonrisa.
Las
chicas, de Emma Cline, mira a aquellas chicas que se unieron a
Manson a finales de los sesenta y lo siguieron hasta el abismo, pero
un poco más allá mira en general a cualquier chica a mitad de la
adolescencia que se siente incomprendida, sola, distinta y con ganas
de experimentar. Lo que aquella California sesentera les daba fue un
marco y una oportunidad, pero las inquietudes ya estaban. Y siguen
estando. Creo que esa es la gran virtud de la novela, la
universalidad de los sentimientos de curiosidad y fragilidad que se
combinan en la protagonista adolescente, Evie, y lo bien que lo
cuenta.
La
novela se mueve entre dos tiempos, el presente, en el que Evie es una
mujer de mediana edad que pasa unos días en casa de un viejo amigo,
y aquel año 1969 en el que Evie tiene catorce años y una situación
en casa que no le gusta demasiado, sola con su madre, que después de
haber sido abandonada por el padre de Evie trata de recolocarse en la
vida, está conociendo a otros hombres, dejándose llevar por
cualquier moda, obsesionada por cuidarse, seguramente por primera vez
en la vida, después de haberse dedicado antes a su marido y a su
hija. Evie no se siente cómoda con esa madre, con los novios que
trae (un desfile de quieroynopuedos de camisas demasiado ajustadas
que la miran y juzgan en una sucesión de cenas que son de las más
logradas del libro, en las que sientes como propio el desagrado de
Evie). Tiene una amiga íntima, su amiga de siempre, de la que siente
que se está distanciando desde hace un tiempo. Su amiga es demasiado
perfecta y Evie empieza a ver que no quiere seguir cierto camino de
perfección para las chicas.
Evie
empieza a fijarse en otra clase de chicas, en otra clase de
perfección. En una perfección luminosa, despreocupada, carnal.
Paseando por el parque Evie ve al principio a un grupo de chicas de
pelo larguísimo y aura resplandeciente. Van andando como si fueran
las reinas del mundo, las protagonistas de una película realmente
interesante, no como la vida de todas las chicas a las que Evie ha
conocido hasta entonces. Una de ellas, en la que primero se ha
fijado, se saca un pecho y lo saca al sol, y las demás se ríen.
Evie queda impactada con la imagen. Las volverá a ver cogiendo
comida de los contenedores, tan contentas, y se encontrará otra vez
con la chica que primero le llamó la atención, Suzanne, en un
supermercado, donde les comprará algo para su grupo (aunque Evie les
dirá que lo ha robado). Cuando vuelvan a encontrarse, se irá con
ellas hasta la granja en la que viven, muchas de esas chicas,
jóvenes, jovencísimas, libres, todas bellas a los ojos de Evie, con
un tal Russell, trasunto de Charles Manson, una especie de músico de
personalidad magnética y mirada penetrante, capaz de ver la
debilidad en el interior de las chicas. Será la primera visita de
Evie a aquel grupo, Russell tendrá relaciones sexuales con ella por
primera vez, y volverá a casa sintiendo que su vida ha cambiado.
Desde
entonces vivirá cada vez más con el grupo de las chicas, y se dará
cuenta de que la distancia con su madre ya era tan grande que podía
pasar días y noches fuera sin que ella la eche en falta. Evie se va
implicando más en la complicada y turbia atmósfera de ese grupo,
que se convertirá en el centro de su mundo aunque ella siempre
mantendrá cierta lucidez, nunca dejará de extrañarse por ciertos
pasos que las demás dan sin cuestionárselos, aunque ella, en
general, pese a que se los cuestione, también los da.
Evie
habla en algún momento, desde el futuro de la Evie de catorce años,
desde nuestro presente, de una superviviente de una catástrofe. Del
estado de shock y de lo difícil que es mantener la lucidez bajo
ciertas condiciones ambientales. Al principio de la novela el hijo de
su amigo, un veinteañero, y su novia, al conocerla, le preguntan si
ella fue la chica que estuvo en la secta. Y después le dicen que en
internet no sale su nombre. Ni en los libros. Y eso dibuja su lugar,
una chica que se quedó en un lateral contemplando, dentro pero sin
caer del todo dentro de los mandatos de Russell.
Este
Russell, por cierto, aparece como un manipulador, que busca a chicas
débiles e inseguras. Un depredador sexual, también, pero por lo que
se puede leer a poco que se eche un ojo a todo lo publicado sobre
Manson, la novela de Emma Cline, que tampoco pretende ser un
documento histórico, que es una historia con evidentes paralelismos
pero nada más, nos ahorra los detalles más escabrosos, y no termina
de enseñar las monstruosidades que Manson y sus chicas hicieron, y
cómo llegaron a ese punto. Me gusta que la novela no se convierta en
ningún momento en un libro sobre este sosias de Manson, que Evie y
las chicas, que para eso le dan título, nunca dejen de ser las
protagonistas.
Cuando
se publicó Las chicas en 2016 desconfié del libro, lo
reconozco, y por eso he tardado tres años en leerlo. Vino envuelto
en todas las exageraciones de libro de la temporada, el libro más
esperado del año, una nueva autora que nos va a sorprender,
etcétera. No entiendo los mecanismos comerciales e industriales del
mundo editorial con detalle, no sé qué hace que se precontraten dos
años antes de que el libro como tal exista decenas de traducciones,
se compren los derechos cinematográficos, cuando se trata de la
primera novela de una autora de veinticinco años. Seguiré
desconfiando de esos éxitos precocinados. Las chicas es, pese a que
sí tiene algunos rasgos de libro precocinado, una novela de fórmula,
un buen libro. Una historia ágil, bien escrita, que emociona en
algunas páginas, pero que tampoco es una maravilla.
Seguiremos leyendo
Felices lecturas
Sr. E
No hay comentarios:
Publicar un comentario