jueves, 21 de marzo de 2019

Libros que te llevan a otros libros que te llevan a otros libros


Libros que te llevan a libros que te llevan a libros y a veces te devuelven a libros a los que ya fuiste y de los que creías que ya habías vuelto: El adversario, de Emmanuel Carrère, El periodista y el asesino, de Janet Malcolm, Campo de cebollas, de Joseph Wambaugh y Mis rincones oscuros y A la caza de la mujer, de James Ellroy

Me sucede a veces (como supongo que le sucede a todos, o al menos a muchos lectores) que un libro, por una referencia, te empuja a otro, y así te van marcando unas cuantas semanas de lecturas. El pasado mes de junio fui a una charla que Emmanuele Carrère dio en La Casa de América de Madrid. Allí habló de un libro, El periodista y el asesino, de Janet Malcolm, que le había hecho siempre reflexionar sobre la relación que puede (y no puede) establecerse entre un autor de no – ficción, como él es, y los sujetos que son centrales en su obra. El autor, como el periodista de Malcolm, necesita colaborar con esos sujetos, pero no tiene ni por qué adoptar el punto de vista de aquellos ni tiene por qué tener, en realidad, unas intenciones claras, o al menos no tiene por qué revelarlas de manera preventiva. Habló de su relación con Jean – Claude Romand para la construcción de El adversario, que me sigue pareciendo el más equilibrado (y por lo tanto probablemente el mejor) de sus libros.

Releí El adversario durante el verano y después de meses y peregrinaciones por distintas bibliotecas di con el libro de Malcolm, picado por la curiosidad que Carrère había despertado en mí. El periodista y el asesino habla del caso de un médico que mató a su mujer y sus hijas y fue condenado por ello, y que en pleno proceso de apelaciones acuerda que un periodista escriba su libro. Espera, el asesino, que el periodista sea su amigo y ayude a mejorar su imagen. Las cartas y las conversaciones que cruzan invitan a pensar que así será, pero cuando el libro del periodista sale, este afirma que tiene claro que MacDonald (que así se llama) mató a su familia. Este, aconsejado por abogados, decide demandar a McGinnis (el periodista y novelista) por difamación. Y el juicio, que tiene algo de surrealista (¿se puede realmente dañar la imagen de alguien que ya ha sido condenado por matar a su mujer y a sus hijas?) se lleva a cabo y Malcolm va reconstruyendo la relación entre ambos y más allá entre la escritura y la verdad.

Uno de los escritores a los que les había llegado el encargo de MacDonald antes que a McGinnis es Joseph Wambaugh, que aparece en el libro y aparece en el juicio hablando de cómo escribe sus novelas de no – ficción. Y así me fui, después de terminar con El periodista y el asesino, a la biblioteca a traer conmigo Campo de cebollas, de Wambaugh, que es el libro del que más se habla en el de Malcolm y parece que su mejor obra. La novela, lo primero, no me ha parecido una maravilla, y lo segundo, no creo que ni se acerque a lo que entiendo que es una novela de no – ficción (El adversario de Carrère, por ejemplo). Hay reconstrucción continua de pensamientos y diálogos que el narrador no conoce (no puede conocer), hay ganchos sentimentales continuos, se busca al lector, se toma partido … Se me podrá decir que algo parecido hace Truman Capote en A sangre fría, y probablemente sea cierto. Por eso quizá nunca me ha parecido modelo de nada esa novela.

En la portada del libro de Wambaugh había una recomendación del mismo Capote y una de esas llamadas que nunca se sabe si son exageradas o de dónde se habrán recortado, esta era de James Ellroy diciendo: “Los libros de Joseph Wambaugh me salvaron la vida”. Como Ellroy es muy poco amigo de elogiar a nadie que no sea Beethoven o él mismo, me dejó casi impresionado. Y acabé volviendo a mis estanterías a releer Mis rincones oscuros, que me parece la cima de Ellroy, el libro (junto con A la caza de la mujer, aunque este me parece menos logrado) que explica todas sus obsesiones y temas, el origen del que vienen y al que vuelven todos sus cuartetos. Hace tiempo que las obras de ficción de Ellroy (las nuevas, quiero decir, puedo volver a leer con deleite El cuarteto de Los Ángeles al completo y quizá lo haga el próximo verano) me superan en sequedad, desparrame de tramas, apuntes y prosa desnuda. Pero siempre volveré, creo, gustosamente, a bucear en sus rincones oscuros y la caza psicoanalítica del cadáver de su madre.

Así que al final el viaje de libro en libro me ha salido redondo, supongo.

Seguiremos leyendo

Felices lecturas

Sr. E

1 comentario:

  1. Qué viaje tan fascinante por la literatura y qué bueno que tienes el tiempo suficiente para pasar por las bibliotecas hasta encontrar un libro. Libros que traen a la mente a otros libros y ahora dejas la tarea de buscar algo de eso.
    Nos seguimos leyendo.
    Felices lecturas.

    ResponderEliminar