Libros que te
llevan a libros que te llevan a libros y a veces te devuelven a
libros a los que ya fuiste y de los que creías que ya habías
vuelto: El adversario, de Emmanuel Carrère, El periodista
y el asesino, de Janet Malcolm, Campo de cebollas, de
Joseph Wambaugh y Mis rincones oscuros y A la caza de la
mujer, de James Ellroy
Me
sucede a veces (como supongo que le sucede a todos, o al menos a
muchos lectores) que un libro, por una referencia, te empuja a otro,
y así te van marcando unas cuantas semanas de lecturas. El pasado
mes de junio fui a una charla que Emmanuele Carrère dio en La Casa
de América de Madrid. Allí habló de un libro, El periodista y
el asesino, de Janet Malcolm, que le había hecho siempre
reflexionar sobre la relación que puede (y no puede) establecerse
entre un autor de no – ficción, como él es, y los sujetos que son
centrales en su obra. El autor, como el periodista de Malcolm,
necesita colaborar con esos sujetos, pero no tiene ni por qué
adoptar el punto de vista de aquellos ni tiene por qué tener, en
realidad, unas intenciones claras, o al menos no tiene por qué
revelarlas de manera preventiva. Habló de su relación con Jean –
Claude Romand para la construcción de El adversario, que me
sigue pareciendo el más equilibrado (y por lo tanto probablemente el
mejor) de sus libros.
Releí
El adversario durante el verano y después de meses y
peregrinaciones por distintas bibliotecas di con el libro de Malcolm,
picado por la curiosidad que Carrère había despertado en mí. El
periodista y el asesino habla del caso de un médico que mató a
su mujer y sus hijas y fue condenado por ello, y que en pleno proceso
de apelaciones acuerda que un periodista escriba su libro. Espera, el
asesino, que el periodista sea su amigo y ayude a mejorar su imagen.
Las cartas y las conversaciones que cruzan invitan a pensar que así
será, pero cuando el libro del periodista sale, este afirma que
tiene claro que MacDonald (que así se llama) mató a su familia.
Este, aconsejado por abogados, decide demandar a McGinnis (el
periodista y novelista) por difamación. Y el juicio, que tiene algo
de surrealista (¿se puede realmente dañar la imagen de alguien que
ya ha sido condenado por matar a su mujer y a sus hijas?) se lleva a
cabo y Malcolm va reconstruyendo la relación entre ambos y más allá
entre la escritura y la verdad.
Uno de
los escritores a los que les había llegado el encargo de MacDonald
antes que a McGinnis es Joseph Wambaugh, que aparece en el libro y
aparece en el juicio hablando de cómo escribe sus novelas de no –
ficción. Y así me fui, después de terminar con El periodista y
el asesino, a la biblioteca a traer conmigo Campo de cebollas,
de Wambaugh, que es el libro del que más se habla en el de Malcolm y
parece que su mejor obra. La novela, lo primero, no me ha parecido
una maravilla, y lo segundo, no creo que ni se acerque a lo que
entiendo que es una novela de no – ficción (El adversario
de Carrère, por ejemplo). Hay reconstrucción continua de
pensamientos y diálogos que el narrador no conoce (no puede
conocer), hay ganchos sentimentales continuos, se busca al lector, se
toma partido … Se me podrá decir que algo parecido hace Truman
Capote en A sangre fría, y probablemente sea cierto. Por eso
quizá nunca me ha parecido modelo de nada esa novela.
En la
portada del libro de Wambaugh había una recomendación del mismo
Capote y una de esas llamadas que nunca se sabe si son exageradas o
de dónde se habrán recortado, esta era de James Ellroy diciendo:
“Los libros de Joseph Wambaugh me salvaron la vida”. Como Ellroy
es muy poco amigo de elogiar a nadie que no sea Beethoven o él
mismo, me dejó casi impresionado. Y acabé volviendo a mis
estanterías a releer Mis rincones oscuros, que me parece la
cima de Ellroy, el libro (junto con A la caza de la mujer,
aunque este me parece menos logrado) que explica todas sus obsesiones
y temas, el origen del que vienen y al que vuelven todos sus
cuartetos. Hace tiempo que las obras de ficción de Ellroy (las
nuevas, quiero decir, puedo volver a leer con deleite El cuarteto
de Los Ángeles al completo y quizá lo haga el próximo verano)
me superan en sequedad, desparrame de tramas, apuntes y prosa
desnuda. Pero siempre volveré, creo, gustosamente, a bucear en sus
rincones oscuros y la caza psicoanalítica del cadáver de su madre.
Así
que al final el viaje de libro en libro me ha salido redondo,
supongo.
Seguiremos leyendo
Felices lecturas
Sr. E
Qué viaje tan fascinante por la literatura y qué bueno que tienes el tiempo suficiente para pasar por las bibliotecas hasta encontrar un libro. Libros que traen a la mente a otros libros y ahora dejas la tarea de buscar algo de eso.
ResponderEliminarNos seguimos leyendo.
Felices lecturas.