jueves, 20 de julio de 2017

Recomendaciones para el verano (II)

Recomendaciones para el verano (II)

Seguimos con la labor interrumpida de dar algunas ideas para aquellos que dicen: me gustaría leer algo en verano, pero no sé qué. Espero que alguno de estos libros os despierte los apetitos lectores.



Clásicos

Historia de dos ciudades, de Charles Dickens (Alba): En esa competición de citas literarias tomadas a toda prisa de Wikiquote que fue la moción de censura presentada por Pablo Iglesias, Albert Rivera se calzó un Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, el célebre comienzo de esta novela. Quizá merece la pena leer el libro completo, en verano, aunque solo sea para recordar tiempos más nobles de la política (aunque nobles quizá no sea el término, en esta historia con tantas traiciones, dobleces, espionajes; dejémoslo en tiempos más inocentes) y para sentirnos nosotros, los lectores sin partido, algo por encima de nuestras señorías, diputados y diputadas.

Diarios de Adán y Eva, de Mark Twain (Valdemar): De Mark Twain había leído hace muchos años Las aventuras de Tom Sawyer y Las aventuras de Huckleberry Finn. Pocos autores deben estar tan ampliamente citados (y probablemente tan mal citados, como todos aquellos cuyas citas inundan las columnas periodísticas y las bocas de los tertulianos de radio) como Twain, que ya sabemos que no se llamaba así. Hace cosa de un mes me hice con este librito en la biblioteca y me resultó una lectura fresca, moderna, irónica, ágil, que nos habla de las relaciones de pareja, los problemas de la convivencia, la creación de los mitos. Un librito muy adecuado para las mañanas en la playa.

Los Miserables, de Víctor Hugo (Alba): Llevo algo así como 10 veranos diciendo que este verano leeré Los Miserables. Por el camino he visto varias versiones cinematográficas y sigo sin leer el libro. Este verano vuelve a mirarme desde la estantería, invitándome a abrirlo. Os invito a todos a ir a por él.







Una autora olvidada

Rosa Chacel: Llegué al nombre de Rosa Chacel gracias a Mario Levrero, quien la admira ciegamente en La novela luminosa. He leído de momento dos libros que se mueven entre la memoria y la ficción, recreando su infancia y adolescencia, con voces narrativas ágiles, fluidas, con una prosa muy trabajada y mucha personalidad. Esos libros son Memorias de Leticia Valle y Barrio de Maravillas. Y como el verano también es un buen momento para echar la vista atrás y recordar veranos pasados, recomendados quedan.



Novela negra

La serie del detective Charlie Parker, de John Connolly (Tusquets): Todos los veranos leo una o dos de las novelas de esta serie. John Connolly mete en una coctelera el género negro, bastante imaginería fantástica, con demonios y ángeles en lucha permanente, y el propio Parker entre ambos mundos sin saber demasiado bien dónde encaja, libros satánicos y evangelios apócrifos. Todo ello mezclado con estructuras cuidadas, buenas frases, y servido frío. Los primeros libros nos enseñan a un Charlie Parker destrozado por el asesinato de su mujer y su hija, que se le aparecen como fantasmas. Resentido y violento, empieza a trabajar como detective privado, siempre en casos oscuros. Pasada la fase del duelo, por así decirlo, la figura de su mujer y su hija van perdiendo fuerza. Tiene otra mujer y otra hija, pero la oscuridad sigue a su lado. La oscuridad nunca lo abandona, así como esos casos en los que siempre asoma, junto a un caso de desaparición, o asesinato, un mundo extraño, violento, milenario, que trata de atraerlo.

Novelas de Gillian Flynn (Mondadori): Perdida es una novela que funciona como un instrumento de relojería. Pone la bomba, hace muy rápido la cuenta atrás y estás atrapado, lector. Leí la novela antes de que saliera la película (que también te atrapa) y me gustó mucho, fue una novela perfecta de verano. Estos últimos meses he leído las dos novelas anteriores de Gillian Flynn, Heridas abiertas y Lugares oscuros. Ambas funcionan con mecanismos turnpage de bestseller (y perdón por la acumulación de anglicismos, pero son la terminología al uso) pero son bastante más. Con miradas frías, casi psicopáticas por momentos de lo alejadas que se encuentran emocionalmente (me recuerdan el comienzo de la película de Fincher, con Ben Affleck acariciando el pelo de Rosamund Pike y preguntándose qué hay dentro de su cabeza y por qué no se la revienta).

El cuarteto de Red Riding, de David Peace (Alba): Nunca me cansaré de recomendaros a quienes no lo habéis hecho y decís que os gusta el género negro, que leáis estas cuatro novelas. Magníficas. Distintas a todo.

American Gods, de Neil Gaiman (Roca): Ahora que la novela tiene serie de televisión, que parece la aspiración de gloria más duradera de las obras escritas en la actualidad, puede ser un buen momento para ponerse con su lectura. Esta lucha entre viejos y nuevos dioses, escrita a modo de road movie que cruza América sin ahorrar en muertos y desperfectos, es sin duda un libro que contentará a esos que le piden al verano un libro que sea difícil soltar de las manos.
Nota: Ya sé que no es novela negra estrictamente hablando, pero era por no seguir creando categorías.


Otro libro de difícil clasificación

La novela luminosa, de Mario Levrero (DeBolsillo): También es verano quedarse en casa, en la ciudad, encerrado, con el aire acondicionado a tope, durmiendo hasta tarde, leyendo y viendo cine o tonteando en el ordenador hasta la madrugada, comiendo mal, sin saber exactamente qué día es o dónde vive uno. Pensando sobre todo y nada y anotándolo. Eso también es el verano, y eso y mucho más es La novela luminosa.



A su particular manera, libros de viajes

La España vacía, de Sergio del Molino (Turner): Ya lo dije todo sobre este libro, sigo pensando en él, me sigue gustando cada vez más.






Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, de David Foster Wallace (DeBolsillo): La gente se acerca al mar en verano. Algunos se van de crucero. Como David Foster Wallace, aunque él lo hizo por encargo de una revista. Pocos libros tan divertidos y desoladores, tan ocurrentes, tan David Foster Wallace en su mejor momento, mirando la realidad con una mirada muy particular, muy inteligente.





Un poco de Física

Richard Feynman es probablemente el físico teórico más importante de la segunda mitad del siglo XX. Y fue también un personaje, en prácticamente cualquier sentido de la palabra. Uno capaz de ser expulsado del ejército americano, luego estar en el Proyecto Manhattan, que se le juzgara por espionaje para los soviéticos, de ganar premios como percusionista en los Carnavales de Río, escribir la electrodinámica cuántica y ganar un Premio Nobel de Física. Feynman fue una inteligencia preclara, un genio sin demasiadas dudas, y sobre todo, durante toda su vida, un tipo con una curiosidad extrema que le hacía preguntarse continuamente qué hacía que algo funcionara como lo hacía. Fue también un profesor y un divulgador empeñado en hacer comprensible lo que iba descubriendo, y en estos dos libros de entrevistas, ¿Está usted de broma, Sr. Feynman? y ¿Qué te importan lo que piensen los demás?, ambos editados en Alianza, podemos seguir perfectamente, y vernos fascinados, por sus procesos mentales, su búsqueda de la verdad y la belleza, y esto nos ocurrirá independientemente del interés y conocimientos concretos de cada uno en la Física, pues la mente de Feynman trasciende con mucho lo particular.

Para ir terminando: Dos de los autores que más me han sorprendido en lo que va de 2017 han sido Kenzaburo Oé y Edna O´Brien. Buscaré más novelas suyas para este verano, y os recomiendo hacerlo a todos.

Ahora sí, para terminar, Americana, de Don DeLillo (Seix Barral): Es la última novela de DeLillo que me queda por leer, su primera novela publicada, interesante paradoja.


Espero que toméis alguna idea para leer estas próximas semanas. Disfrutad de los libros del verano. Disfrutad de la lectura y del descanso siempre que podáis.





Felices lecturas

Hasta pronto. O hasta siempre, lo que acabe siendo.


Sr. E  

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