Recomendaciones
para el verano (II)
Seguimos con la
labor interrumpida de dar algunas ideas para aquellos que dicen: me
gustaría leer algo en verano, pero no sé qué. Espero que alguno de
estos libros os despierte los apetitos lectores.
Clásicos
Historia
de dos ciudades, de Charles Dickens (Alba): En esa
competición de citas literarias tomadas a toda prisa de Wikiquote
que fue la moción de censura presentada por Pablo Iglesias, Albert
Rivera se calzó un Era el mejor de los tiempos, era el peor de
los tiempos, el célebre comienzo de esta novela. Quizá merece
la pena leer el libro completo, en verano, aunque solo sea para
recordar tiempos más nobles de la política (aunque nobles quizá no
sea el término, en esta historia con tantas traiciones, dobleces,
espionajes; dejémoslo en tiempos más inocentes) y para sentirnos
nosotros, los lectores sin partido, algo por encima de nuestras
señorías, diputados y diputadas.
Diarios
de Adán y Eva, de Mark Twain (Valdemar): De Mark
Twain había leído hace muchos años Las aventuras de Tom Sawyer
y Las aventuras de Huckleberry Finn. Pocos autores deben estar
tan ampliamente citados (y probablemente tan mal citados, como todos
aquellos cuyas citas inundan las columnas periodísticas y las bocas
de los tertulianos de radio) como Twain, que ya sabemos que no se
llamaba así. Hace cosa de un mes me hice con este librito en la
biblioteca y me resultó una lectura fresca, moderna, irónica, ágil,
que nos habla de las relaciones de pareja, los problemas de la
convivencia, la creación de los mitos. Un librito muy adecuado para
las mañanas en la playa.
Los
Miserables, de Víctor Hugo (Alba): Llevo algo así
como 10 veranos diciendo que este verano leeré Los Miserables.
Por el camino he visto varias versiones cinematográficas y sigo sin
leer el libro. Este verano vuelve a mirarme desde la estantería,
invitándome a abrirlo. Os invito a todos a ir a por él.
Una
autora olvidada
Rosa
Chacel: Llegué al nombre de Rosa Chacel gracias a Mario Levrero,
quien la admira ciegamente en La novela luminosa. He leído de
momento dos libros que se mueven entre la memoria y la ficción,
recreando su infancia y adolescencia, con voces narrativas ágiles,
fluidas, con una prosa muy trabajada y mucha personalidad. Esos
libros son Memorias de Leticia Valle y Barrio de
Maravillas. Y como el verano también es un buen momento para
echar la vista atrás y recordar veranos pasados, recomendados
quedan.
Novela
negra
La
serie del detective Charlie Parker, de John Connolly (Tusquets):
Todos los veranos leo una o dos de las novelas de esta serie. John
Connolly mete en una coctelera el género negro, bastante imaginería
fantástica, con demonios y ángeles en lucha permanente, y el propio
Parker entre ambos mundos sin saber demasiado bien dónde encaja,
libros satánicos y evangelios apócrifos. Todo ello mezclado con
estructuras cuidadas, buenas frases, y servido frío. Los primeros
libros nos enseñan a un Charlie Parker destrozado por el asesinato
de su mujer y su hija, que se le aparecen como fantasmas. Resentido y
violento, empieza a trabajar como detective privado, siempre en casos
oscuros. Pasada la fase del duelo, por así decirlo, la figura de su
mujer y su hija van perdiendo fuerza. Tiene otra mujer y otra hija,
pero la oscuridad sigue a su lado. La oscuridad nunca lo abandona,
así como esos casos en los que siempre asoma, junto a un caso de
desaparición, o asesinato, un mundo extraño, violento, milenario,
que trata de atraerlo.
Novelas
de Gillian Flynn (Mondadori): Perdida es una
novela que funciona como un instrumento de relojería. Pone la bomba,
hace muy rápido la cuenta atrás y estás atrapado, lector. Leí la
novela antes de que saliera la película (que también te atrapa) y
me gustó mucho, fue una novela perfecta de verano. Estos últimos
meses he leído las dos novelas anteriores de Gillian Flynn, Heridas
abiertas y
Lugares oscuros. Ambas funcionan con mecanismos
turnpage de bestseller (y perdón por la acumulación de anglicismos,
pero son la terminología al uso) pero son bastante más. Con miradas
frías, casi psicopáticas por momentos de lo alejadas que se
encuentran emocionalmente (me recuerdan el comienzo de la película
de Fincher, con Ben Affleck acariciando el pelo de Rosamund Pike y
preguntándose qué hay dentro de su cabeza y por qué no se la
revienta).
El cuarteto de Red Riding, de David Peace (Alba): Nunca me
cansaré de recomendaros a quienes no lo habéis hecho y decís que
os gusta el género negro, que leáis estas cuatro novelas.
Magníficas. Distintas a todo.
American
Gods, de Neil Gaiman (Roca): Ahora que la novela tiene
serie de televisión, que parece la aspiración de gloria más
duradera de las obras escritas en la actualidad, puede ser un buen
momento para ponerse con su lectura. Esta lucha entre viejos y nuevos
dioses, escrita a modo de road movie que cruza América sin ahorrar
en muertos y desperfectos, es sin duda un libro que contentará a
esos que le piden al verano un libro que sea difícil soltar de las
manos.
Nota:
Ya sé que no es novela negra estrictamente hablando, pero era por no
seguir creando categorías.
Otro
libro de difícil clasificación
La
novela luminosa, de Mario Levrero (DeBolsillo):
También es verano quedarse en casa, en la ciudad, encerrado, con el
aire acondicionado a tope, durmiendo hasta tarde, leyendo y viendo
cine o tonteando en el ordenador hasta la madrugada, comiendo mal,
sin saber exactamente qué día es o dónde vive uno. Pensando sobre
todo y nada y anotándolo. Eso también es el verano, y eso y mucho
más es La novela luminosa.
A
su particular manera, libros de viajes
La
España vacía, de Sergio del Molino (Turner): Ya lo
dije todo sobre este libro, sigo pensando en él, me sigue gustando
cada vez más.
Algo
supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, de
David Foster Wallace (DeBolsillo): La gente se acerca al mar en
verano. Algunos se van de crucero. Como David Foster Wallace, aunque
él lo hizo por encargo de una revista. Pocos libros tan divertidos y
desoladores, tan ocurrentes, tan David Foster Wallace en su mejor
momento, mirando la realidad con una mirada muy particular, muy
inteligente.
Un
poco de Física
Richard
Feynman es probablemente el físico teórico más importante de la
segunda mitad del siglo XX. Y fue también un personaje, en
prácticamente cualquier sentido de la palabra. Uno capaz de ser
expulsado del ejército americano, luego estar en el Proyecto
Manhattan, que se le juzgara por espionaje para los soviéticos, de
ganar premios como percusionista en los Carnavales de Río, escribir
la electrodinámica cuántica y ganar un Premio Nobel de Física.
Feynman fue una inteligencia preclara, un genio sin demasiadas dudas,
y sobre todo, durante toda su vida, un tipo con una curiosidad
extrema que le hacía preguntarse continuamente qué hacía que algo
funcionara como lo hacía. Fue también un profesor y un divulgador
empeñado en hacer comprensible lo que iba descubriendo, y en estos
dos libros de entrevistas, ¿Está usted de broma, Sr. Feynman?
y ¿Qué te importan lo que piensen los demás?, ambos
editados en Alianza, podemos seguir perfectamente, y vernos
fascinados, por sus procesos mentales, su búsqueda de la verdad y la
belleza, y esto nos ocurrirá independientemente del interés y
conocimientos concretos de cada uno en la Física, pues la mente de
Feynman trasciende con mucho lo particular.
Para
ir terminando: Dos de los autores que más me han sorprendido en
lo que va de 2017 han sido Kenzaburo Oé y Edna O´Brien. Buscaré
más novelas suyas para este verano, y os recomiendo hacerlo a todos.
Ahora
sí, para terminar, Americana, de Don DeLillo (Seix
Barral): Es la última novela de DeLillo que me queda por leer,
su primera novela publicada, interesante paradoja.
Espero
que toméis alguna idea para leer estas próximas semanas. Disfrutad
de los libros del verano. Disfrutad de la lectura y del descanso
siempre que podáis.
Felices
lecturas
Hasta
pronto. O hasta siempre, lo que acabe siendo.
Sr. E
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