jueves, 5 de diciembre de 2019

Paciente X, de David Peace


Paciente X: El caso clínico de Ryünosuke Akutagawa, de David Peace (Armaenia Editorial)

No conocía a Ryünosuke Akutagawa (y aunque aparece citado en una lista de los autores top japoneses del siglo XX, al nivel de los Mishima, Kawabata, Tanizaki, Kenzaburo Oé o Kobo Abe, la falta de libros en España me hace sospechar que no es tan conocido como ellos en nuestro país). Llegué a este libro siguiendo el nombre de David Peace, y lo hice por casualidad, después de encontrarme casualmente con una nota de prensa sobre la aparición del libro en una pequeña editorial (que supongo bastante reciente). Aunque David Peace es para mí uno de los mejores escritores contemporáneos, no acaba de tener éxito en nuestro país, y su obra (inmensa en calidad, y este es otro ejemplo) va pasando por distintas editoriales, y sigue sin conseguir el éxito que merecería.

Si David Peace ha escrito el libro, yo quiero leerlo, sea una serie de novelas negras atormentadas (Cuarteto de Red Riding), una crónica politizada de las huelgas mineras y la definitiva derrota de la clase obrera (GB84), sus novelas negro – históricas sobre el Japón posterior a la Segunda Guerra Mundial (Trilogía de Tokio), o hasta un libro sobre un equipo de fútbol y sus años gloriosos (The Damned United). Digo, siempre que puedo, que no creo que haya, entre los más reconocidos, un escritor mejor que James Ellroy. Y añado, también siempre, desde la primera vez que me encontré con su obra, que David Peace es aún mejor. Así que si David Peace ha escrito un libro sobre un escritor japonés del que no sé nada, quiero leerlo.

Y así, me compré en cuanto pude (porque no es la clase de libro que puedes esperar que llegue a las bibliotecas públicas) este libro y me puse a leerlo. Paciente X es una novela que se compone a base de relatos, hasta un total de 12, donde a veces la voz narradora reposa en el propio Akutagawa, otras veces en otros escritores, otras en testigos más o menos cercanos de sus últimos meses de vida. En esas voces que entran y salen, que van de lo poético a lo crudo, vamos acompañando a Akugatawa desde que era un niño que escapaba de los problemas de casa (el mayor, y el que más le agobió siempre, la locura de su madre, un trastorno que temía que heredaría) cruzando el río para leer todos (literalmente) los libros de la biblioteca más cercana hasta que empieza a estar devorado por los síntomas de esa locura (un insomnio crónico, unas alucinaciones crecientes, un estado nervioso deplorable). Vemos a Akutagawa acompañado de otros escritores con los que guardaba una relación cercana (Junichiro Tanizaki y Yasunari Kawabata, especialmente), aunque algunas de ellas se fueron enfriando.

La transcripción de algunos fragmentos y la recreación de otros de sus diarios y escritos sobre la escritura permiten hacerse una idea muy cercana de cómo se veía a sí mismo y cómo fue construyéndose como escritor, combinando tradiciones japonesas y escritores occidentales a los que se sentía muy cercano. También vemos, y el trabajo de narradores de Peace es fascinante por sutil, profundo y sangrante, su creciente obsesión por la figura de Cristo y de los kappas, unos pequeños demonios (o dioses, según la interpretación) acuáticos japoneses, bromistas pero también crueles, letales incluso, a quienes Akutagawa acabó por dar carta de naturaleza en su vida y a los que dedicó sus últimos textos, de los que habla hacia el final del libro con el médico a quien ha convencido para que visite a un amigo suyo, también escritor, que está delicado de los nervios y de quien teme que pueda suicidarse.

Quien finalmente se suicidó fue Akutagawa, a los treinta y cinco años, y el libro lo va anunciando, juega a ir administrando la tensión del inevitable desenlace. Y nos hace empatizar, al menos a quienes escribimos y leemos con espíritu samurái, con las desventuras de este escritor japonés. Peace vive desde hace más de 25 años en Tokio, conoce la ciudad, le ha dedicado una trilogía a su historia de postguerra (el tercer volumen está al salir en España, tengo entendido) y aquí se nota que está escribiendo desde la admiración y un conocimiento muy profundo de la obra de Akutagawa.

Algunas de las historias sobre las que se va armando el libro tienen entidad más que suficiente para valorarlas de manera individual, y aunque el libro es realmente una novela y crece por acumulación, y la lectura debe hacerse en el orden en el que está, que es en el que vamos entrando en las tribulaciones de Ryünosuke Akutagawa y vamos comprendiéndolo en la medida en que lo vamos a comprender, no deja de ser cierto que varias de ellas podrían leerse de manera independiente, y aunque carecerían de parte del contexto, se podrían apreciar como estupendos relatos. De hecho Peace había publicado anteriormente algunos de los textos en revistas o libros colectivos, y de cara a una próxima relectura me he dejado señalados Un cuento contado dos veces, Después del desastre, antes del desastre, San Kappa y Los espectros de Cristo, todos dotados de una espiritualidad especial y una sensibilidad literaria de primera.

Un libro para descubrir a Peace, en el caso de quien aún no lo haya hecho (aunque todo libro de Peace es una gran oportunidad para hacerlo), y también un libro para ponerse sobre la pista de uno de los nombres básicos de la literatura japonesa, y quizá desde ese nombre ir saltando a otros.

Seguiremos leyendo

Felices lecturas

Sr. E

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