viernes, 20 de abril de 2018

Algunas ideas para el Día del Libro


Algunas ideas para el Día del Libro 2018:

Es el tercer año que escribo una entrada de este tipo en vísperas del Día del Libro. Va camino de convertirse en algo tan clásico como la revisión de final de año de las mejores lecturas. Espero la llegada del Día (y la Noche) del Libro con expectación, deseando acudir a algún acto interesante y también por aprovechar los descuentos de esos días. Esta lista de libros es a veces como una carta a los Reyes Magos que me dirijo a mí mismo para tratar de organizar mi pulsión de comprador de libros, y otros los pongo a modo de recomendaciones para quienes buscan libros que regalar o regalarse.

GB84, de David Peace (Editorial Hoja de Lata): Siempre hablo con admiración y maravilla del Cuarteto de Red Riding (1974, 1977, 1980 y 1983), una saga brillante y oscura de novela negra (negrísima), del escritor inglés David Peace. La Trilogía de Tokio, su siguiente serie, empezó a publicarse en España pero creo que no funcionaría demasiado bien porque no ha salido el tercer volumen. Una editorial que hasta ahora desconocía, Hoja de Lata, se ha atrevido en 2018 con su novela GB84, ambientada en las duras huelgas mineras de 1984 en Reino Unido. Bajo el mandato de Margaret Thatcher y ante el desmantelamiento del Estado del bienestar, quizá en los primeros ataques graves que se dieron contra ese consenso europeo, y con un ritmo de thriller apocalíptico, la novela nos lleva a aquellos años de problemas, paro, atentados e incertidumbre.

Pedigrí, de Georges Simenon (Acantilado): Es el tercer año que lo nombro aquí. No sé si merece la pena convertirlo en una broma recurrente y seguir hablando de él cada Día del Libro futuro y seguir sin leerlo. Creo que será definitivamente el año de traerlo a casa y leerlo, antes de que el mercado editorial lo saque de los estantes de las librerías. Aunque pienso que en los libros de Simenon, siempre eficiente, siempre correcto, siempre entretenido y una buena compañía, hay más de su persona de lo que a priori uno piensa en un novelista de género con marcas y tics señalados, esta es realmente la novela en la que más se acerca a su material biográfico. Uno de mis libros preferidos entre los suyos son las Memorias de Maigret, en las que usa la forma de la biografía para retratar a un personaje de ficción. Aquí lleva a la ficción sus experiencias personales, de niño y adolescente belga, en una familia muy parecida a la suya. Una oportunidad de leer a un buen escritor, asociado a ciertos temas y ambientes, construyendo a su manera una novela de aprendizaje, uno de los ejercicios literarios clásicos.

Historia argentina, de Rodrigo Fresán (Mondadori): Uno de mis escritores preferidos es sin duda Rodrigo Fresán. Hace años que leí Historia argentina, su primera obra, una colección de cuentos en la que se burlaba (desde el cariño, supongo) de todos los tótems de su patria (aún recuerdo la risa que me dio cuando un narrador, un joven inconoclasta aficionado al pop, un trasunto del propio Fresán sale corriendo a la calle y choca con (nada menos) Borges, con la carga de simbolismo que eso tiene, y un transeúnte se lo reprochaba diciendo: ¡pibe, acabas de arrollar a una gloria nacional!) A Fresán le gusta Borges y es fácil de rastrear su influencia, así que no hay polémica en ello, pero creo que vale como imagen de un libro (una imagen que él asegura que es cierta por todas las entrevistas) que funciona como una apisonadora del buen humor y el amor por la literatura, la primera entrega del universo narrativo de Fresán, que siempre va y viene de unos pocos caminos hacia otros pocos lugares, y que tenía quizá aquí ya muchas más claves de las que se podían imaginar, tal vez sea un libro semillero que merezca la pena volver a leer, después de haber pasado por casi todos sus libros (aprovecho para pedir una edición en bolsillo de Mantra), aprovechando que acaba de reeditarse después de bastante tiempo desaparecido.

Cuentos escogidos, de Shirley Jackson (Minúscula): Shirley Jackson fue una escritora de cierta popularidad en su época, especialmente a partir de la publicación del relato La lotería. Stephen King la nombra entre sus maestras (hay que reconocer que Stephen King no es cicatero reconociendo influencias y a veces casi se pasa a la hora de nombrar maestros y maestras) y Minúscula ha reeditado algunos de sus libros en los últimos años. Esta edición de sus Cuentos escogidos es de 2015 y espero que sea una buena puerta de entrada a su obra. Me gustan los autores con un mundo propio, los cuentos, los buenos cuentos, los cuentos de terror, especialmente los que dan miedo desde la cercanía a la realidad, y parece que es la especialidad de la autora, sembrar el temor en los lectores desdibujando la América profunda. Parece que este libro puede tener todo eso. Tampoco debe ser una mala idea el recién salido Deja que te cuente, con relatos inéditos, estudios y ensayos, aunque con esa composición creo que es más para lectores que ya hayan leído a la autora.

Cronometrados: Cómo el mundo se obsesionó con el tiempo, de Simon Garfield (Taurus): Un ensayo ameno, en la línea del ensayo anglosajón, pensado para enseñar a la vez que se entretiene (o viceversa). Simon Garfield, periodista y ensayista, parece ir moviéndose por temas variados y entregando cada 2 o 3 años (a veces menos) un libro en el que recoge artículos previamente editados sobre el tema elegido en cada caso, usándolos como esqueleto de un libro que estructura, al que da homogeneidad y cuerpo. Después de interesarse por los mapas, los colorantes químicos o la tipografía en libros anteriores, el tiempo es el tema central de Cronometrados. No el tiempo como magnitud física sino como cuestión social, ya que Cronometrados sigue la evolución histórica de los aparatos usados para medirlo y sobre todo su importancia en la sociedad a través de las convenciones. Conceptos como la puntualidad o incluso la misma idea de una hora única y trasladable de una zona a otra de un país (y no digamos a través de un continente o el mundo) son relativamente recientes.


Diarios, de Franz Kafka (DeBolsillo): Creo que puedo explicar poco sobre este libro. La obra de Kafka está tan analizada al detalle y se han buscado tantas claves más o menos ocultas en sus libros de ficción que estuvieran más o menos relacionadas con su vida, que creo que lo único que puede completar un poco mi visión de Kafka como autor y personaje son sus propios diarios. Kafka siempre se escondía tras y entre la escritura. En ese sentido esta nueva portada me parece un acierto. Kafka era sus escritos y lo que Kafka pretendía era que nadie accediera a su literatura, que Max Brod la quemara y solo hubiera silencio tras su muerte. Y sin embargo pensemos en cómo ha cambiado, en cuántos aspectos, el siglo XX y XXI. Podemos leer al final, en contra de sus deseos, incluso sus Diarios. Hace años que acabé de leer su obra de ficción y decidí dejarme sus diarios para mucho después, cuando quisiera terminar con todo. Quizá sea este el año, sabiendo que una vez que me meta en ellos no habrá más, nada más, esperando.

Conversaciones con Mario Levrero, de Pablo Silva (Ediciones Contrabando): Soy un entusiasta de Levrero, incluso cuando sé perfectamente que algunos libros entre los suyos no me gustan. Este estudio recoge lo que el autor, Pablo Silva, alumno de los talleres virtuales de Levrero (de los que algo sabemos los lectores de La novela luminosa) aprendió durante los años de relación maestro – alumno que les unieron. Hay autores de los que es muy difícil que otro escritor pueda aprender, y siempre me ha costado imaginarme a Levrero como profesor, entendiendo por profesor a alguien que sabe más que quienes le escuchan y pretende enseñarles. No estaría cómodo en ese papel, seguro, y él siempre decía que tenía alumnos con talento que escribían mejor que él. Pero, y había un pero, la cuestión de la escritura no está solo (a veces ni siquiera es lo principal) en escribir bien, sino en jugarse la vida, ponerla en ello, como él sí hizo desde que empezó a escribir cuentos y sus novelas kafkianas a finales de los años sesenta. Debe ser fascinante entrar en el mundo íntimo de un autor que escribió algunas de sus mejores páginas dedicándose precisamente a transformar esa intimidad, pequeña, en literatura grande. Este libro acaba de aparecer en una pequeña editorial valenciana, y creo que merecerá la pena. No tienen nada que ver como autores, ni en su ambición y manera de situarse como escritores ante el mundo, pero si alguien no lo ha leído aún (y tiene interés en él) es una buena idea hacerse con Conversaciones con David Foster Wallace, de Stephen J. Burn (Pálido Fuego).

Fun home: una familia tragicómica, de Alison Bechdel (Reservoir Books): ¿Qué familia no es tragicómica? Siempre digo que no leo demasiada novela gráfica, y es verdad, y también digo a veces (y me caen palos) que me parece que en la novela gráfica hay una burbuja, como la hay en el café de calidad, en las series de televisión y en tantas otras cosas que los medios y las redes sociales nos venden. Quiero decir, hay buenas novelas gráficas cada año, y buenas series de tv, hay bares con buen café en Madrid, hay de todo eso, pero desde luego no hay 8, 9 o 10 obras maestras mensuales en tv (y es una llamada que se repite cada mes: las obras maestras de este mes, lo que debes ver este mes, lo que no te puedes perder, etc). Dejo un poco al margen mis manías. Hay buenas novelas gráficas y esta sin duda es una. Es una excelente novela, más allá del medio. El tratamiento gráfico es sobrio y rico, sin caer en el feísmo ni en la simplicidad, que son dos de los defectos que más encuentro cuando leo novela gráfica y me hacen dejar algunas de ellas. La escritura es ligera y nos enseña qué fue criarse en una casa, a priori una casa como otra cualquiera, e ir descubriendo quién es una misma, y a la vez el poder que tiene la actividad creativa, el dibujo en el caso de Alison Bechdel. Uno de los apuntes más interesantes me parece que el cultivo de su talento para el dibujo, como el cultivo que todos los miembros de su familia hacen de sus respectivos talentos artísticos, no les une precisamente, sino que los aísla y encierra más en sí mismos. Como si se tratara de un cómic de Spiderman y descubriéramos que un talento (mayor o menor, mejor o peor, pero talento) conlleva una gran responsabilidad. Va descubriendo también, con el tiempo, su lesbianismo, y algunas secretos de familia, pero ¿qué familia no está llena de secretos? Sean los de esta u otros. En esta familia pesa el silencio, la incomunicación, y las ansias frustradas de haber hecho algo artístico. Parece que la hija sí está suficientemente decidida a ser artista. El personaje del padre está perfectamente delineado, sin dejar nunca de ser una incógnita, y el tono general del libro es, como bien dice su subtítulo, tragicómico, al modo de American Beauty, La Tormenta de hielo o la serie de televisión A dos metros bajo tierra (con la que comparte un negocio familiar peculiar, el funerario). Un cómic que se acerca a la autoficción y resulta divertido, ácido y apetece releerlo con frecuencia.

Cuentos completos, de Nikolai Gógol (Nevski): Fue una de mis lecturas preferidas de 2017 y creo que a cualquier lector exigente le gustarán. Sus relatos son a la vez una sorpresa y un encuentro con las bases de algunos autores fundamentales del canon (hay un poso de Gógol, cuando se leen sus cuentos en Kafka, en Dostoievski, en Chéjov, y por herencia en casi cualquier escritor actual, que habrá pasado por la influencia de cualquiera de ellos). Al menos Avenida Nevski, La nariz, El retrato El capote son relatos que pueden considerarse de la primerísima división de la historia de la literatura universal.


El atlas La familia real, de William T. Vollmann (Pálido Fuego): Leí bastante el año pasado a Vollmann, y me fascinó. Sus libros son caros, por la dificultad de sus traducciones y la ambiciosa longitud de sus obras, también porque en España los trae una editorial pequeña a la que se agradece su apuesta y su trabajo. Por ese precio elevado es una buena oportunidad aprovechar los descuentos de estos días. Tengo que acabar de decidirme si una novela (La familia real) o una colección de relatos (El atlas).



Aparte de esas ideas que he anotado motu proprio, se me han cruzado las preguntas de amigos y conocidos sobre lecturas recomendadas para ellos o para sus parejas o alguien querido a quien querían regalarle un libro aprovechando que es abril. Sin más explicaciones, esos libros que les he recomendado me sirven como ideas alternativas para quienes busquen buenas lecturas:

Trilogía Las chicas de campo (Las chicas de campo, La chica de ojos verdes, Chicas felizmente casadas), de Edna O´Brien (DeBolsillo)

Cosas que los nietos deberían saber, de Mark Oliver Everett (Blackie Books)

Diarios de las estrellas, de Stanislaw Lem (Alianza)

Solenoide, de Mircea Cartarescu (Impedimenta)

El último de la estirpe y Los hermosos años del castigo, de Fleur Jaeggy (Tusquets)

Calvin y Hobbes para principiantes, de Bill Watterson (Ediciones B)

Felices lecturas, esta semana y todas las del año.

Sr. E

2 comentarios:

  1. Muy buena recopilación.
    Que tengas muy buenas y nuevas lecturas!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias siempre por tus visitas y comentarios, Miguel. Espero que alguna idea te aproveche para tus lecturas. Yo ya he empezado con GB84 y pinta brutal.

      Eliminar