jueves, 21 de enero de 2016

Caprichos

Caprichos lectores

No suelo comprarme libros caros. Renuncio a algunas lecturas porque me parece obsceno el precio de determinados libros. La mayoría de mis lecturas son gratuitas (benditas bibliotecas, por peor dotadas que estén cada vez, hace años que apenas se compran novedades, lo que se dice mucho, y hace años que no se renuevan ciertos fondos, hay clásicos y ediciones españolas de hace 30 años que dan vergüenza, y esto se dice menos). Y cuando me compro libros, me limito a buscarlos entre las colecciones de bolsillo. Eso me proporciona el colchón de que ha pasado cierto tiempo desde la novedad, y eso me da algo de seguridad. Me da miedo dejarme llevar por las novedades urgentes.

Los que reflexionan sobre ello, dicen que al menos hacen falta 10 años para ver si un libro ha merecido la pena. 10 años para valorar si ha dejado una mínima huella. Conozco bastante bien el catálogo de bolsillo de las principales editoriales, y voy rastreando las novedades en ese mercado de reestreno. De vez en cuando me paseo por los mercadillos de libros y por algunas librerías de segunda mano, una manera muy entretenida de pasar la tarde, y donde he encontrado grandes oportunidades (La trilogía de El día del Watusi en una cuidada edición que no había sido abierta por su comprador original por 5 euros, La piel de Malaparte por 2).


Pero el pasado lunes decidí salir de rebajas y comprarme unos libros que en ese momento sentí que iba a necesitar leer en los próximos meses, libros que no van a llegar a las bibliotecas por las que suelo andar, libros que nunca llegarán al mercado de libros de bolsillo. Cayeron: Los Cuentos completos, de Isaac Bashevis Singer, un autor al que estoy descubriendo tras la provechosa lectura de Sombras sobre el Hudson, y del que algunos lectores consideran que lo mejor de su obra está en su narrativa breve, y dos novedades en papel de Mario Levrero que sólo podían conseguirse hasta ahora en ediciones importadas, a precio de caviar, por lo que, me consuelo, he conseguido a precios casi de saldo: el volumen que recoge las novelas cortas Fauna y Desplazamientos, y el que recoge los diarios (a falta de otra palabra para definir eso que tan bien dominaba Levrero) Diario de un canalla y Burdeos, 1972.


He visto, por cierto, que el grupo Mondadori ha descatalogado la mayor parte de los libros de Levrero que ya estaban en España. Mi insistencia ha convencido a algunos amigos de la absoluta necesidad de leer a Levrero, y han preguntado por ellos en distintas librerías, obteniendo como respuesta que obras como La novela luminosa, El discurso vacío y La trilogía involuntaria están descatalogadas en Mondadori, Caballo de Troya y Debolsillo. Yo también he preguntado por alguno de ellos últimamente, pensando en regalarlos, y he obtenido que ni están ni se les espera próximamente. Quiero pensar que porque se hayan agotado y estén preparando nuevas ediciones con las que acompañar estas últimas novedades. Aunque sé que probablemente me estoy equivocando.

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