Caprichos
lectores
No
suelo comprarme libros caros. Renuncio a algunas lecturas porque me
parece obsceno el precio de determinados libros. La mayoría de mis
lecturas son gratuitas (benditas bibliotecas, por peor dotadas que
estén cada vez, hace años que apenas se compran novedades, lo que
se dice mucho, y hace años que no se renuevan ciertos fondos, hay
clásicos y ediciones españolas de hace 30 años que dan vergüenza,
y esto se dice menos). Y cuando me compro libros, me limito a
buscarlos entre las colecciones de bolsillo. Eso me proporciona el
colchón de que ha pasado cierto tiempo desde la novedad, y eso me da
algo de seguridad. Me da miedo dejarme llevar por las novedades
urgentes.
Los
que reflexionan sobre ello, dicen que al menos hacen falta 10 años
para ver si un libro ha merecido la pena. 10 años para valorar si ha
dejado una mínima huella. Conozco bastante bien el catálogo de
bolsillo de las principales editoriales, y voy rastreando las
novedades en ese mercado de reestreno. De vez en cuando me paseo por
los mercadillos de libros y por algunas librerías de segunda mano,
una manera muy entretenida de pasar la tarde, y donde he encontrado
grandes oportunidades (La trilogía de El día del Watusi en
una cuidada edición que no había sido abierta por su comprador
original por 5 euros, La piel de Malaparte por 2).
Pero
el pasado lunes decidí salir de rebajas y comprarme unos libros que
en ese momento sentí que iba a necesitar leer en los próximos
meses, libros que no van a llegar a las bibliotecas por las que suelo
andar, libros que nunca llegarán al mercado de libros de bolsillo.
Cayeron: Los Cuentos completos, de Isaac Bashevis Singer, un
autor al que estoy descubriendo tras la provechosa lectura de Sombras
sobre el Hudson, y del que algunos lectores consideran que lo
mejor de su obra está en su narrativa breve, y dos novedades en
papel de Mario Levrero que sólo podían conseguirse hasta ahora en
ediciones importadas, a precio de caviar, por lo que, me consuelo, he
conseguido a precios casi de saldo: el volumen que recoge las novelas
cortas Fauna y Desplazamientos, y el que recoge los
diarios (a falta de otra palabra para definir eso que tan bien
dominaba Levrero) Diario de un canalla y Burdeos, 1972.
He visto, por cierto, que el
grupo Mondadori ha descatalogado la mayor parte de los libros de
Levrero que ya estaban en España. Mi insistencia ha convencido a
algunos amigos de la absoluta necesidad de leer a Levrero, y han preguntado
por ellos en distintas librerías, obteniendo como respuesta que
obras como La novela luminosa,
El discurso vacío y
La trilogía involuntaria
están descatalogadas en Mondadori, Caballo de Troya y Debolsillo.
Yo también he preguntado por alguno de ellos últimamente, pensando en regalarlos, y he obtenido que ni están ni se les espera próximamente. Quiero pensar que porque se hayan agotado y estén preparando nuevas
ediciones con las que acompañar estas últimas novedades. Aunque sé
que probablemente me estoy equivocando.
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